Vino a estremecer a México
Finalmente llegó a México el famoso coronavirus. Difícil cambiarle el nombre a Covid 19. Ya era esperado. Especialistas vaticinaban, con la certeza que da la experiencia de muchos años, que el fenómeno expansivo de ese microorganismo, surgido en la ciudad china de Wuhan, alcanzaría a México tarde o temprano.
Y así sucedió. Alrededor de las 10:30 de la noche del jueves reciente, el propio sub secretario de salud de México Hugo López-Gatell, anunció en su cuenta de Twitter, que había sido confirmado, en su primera fase de identificación, un caso de coronavirus en un mexicano que recientemente había estado en Italia y que el paciente ya estaba aislado en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) de la Ciudad de México.
Sin embargo, había que hacer otra prueba y que sus resultados definitivos estarían alrededor de la madrugada del viernes y que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, había citado al mencionado funcionario para que estuviera presente en la mesa de seguridad de las seis horas del mismo viernes.
Casi empezando la conferencia mañanera, López Gatell confirmó lo que ya muchos esperábamos: sí había dado positivo el caso de coronavirus en un mexicano y que estaba en su fase simple. Es decir, no estaba grave ni había adquirido la forma peligrosa de la enfermedad. Constituía el caso cero. Es decir, el primer caso de la enfermedad en la República Mexicana.
Las autoridades correspondientes dieron detalles del primer resultado positivo es un paciente masculino de 35 años residente de la Ciudad de México y que había estado en Italia del 14 al 22 de febrero.
Este hombre presentó síntomas el 23 de este mes, un día después de que llegó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) procedente de Bergamo, pero se sometió a las pruebas pertinentes hasta el 27 de febrero, hace apenas dos días.
Este paciente resultó positivo a las pruebas practicadas por el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, INER, y el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos, InDRE).
Hasta ayer por la tarde, el paciente estaba internado en el INER, en la capital de la República Mexicana y presentaba un cuadro leve de la enfermedad. Es decir, no tenía neumonía sino los síntomas comunes de un catarro.
El segundo caso registrado en México tuvo contacto directo con el paciente internado en el INER y con el hombre italiano residente en Malasia, ambos con resultados positivos al COVID 19, reveló la Secretaría de Salud desde el primer momento.
De acuerdo con reconocidos epidemiólogos, los coronavirus humanos se transmiten de una persona infectada a otras a través del aire, al toser y estornudar, al tocar o estrechar la mano de una persona enferma, o al tocar un objeto o superficie contaminada con el virus y luego tocarse la boca, la nariz o los ojos antes de lavarse las manos.
Los síntomas son: fiebre, estornudos, tos, malestar general, dolor de cabeza y dificultad para respirar, éste último se presenta en casos graves.
Si alguien llegase a sentir cualquiera de esos síntomas, debe ir de inmediato a un médico.
Seriedad, no pánico
El asunto ha cobrado una mayor seriedad. No es para alarmarse, pero tampoco es para quedarse con los brazos cruzados.
Las autoridades sanitarias de México deberían estar lanzando ya mensajes subliminales en los medios de comunicación para que la gente sepa qué hacer en caso de que la enfermedad se expanda. Nadie desea que eso suceda. Pero hay que ser proactivos.
El sistema de salud de la Cuarta Transformación ha entrado a su fase de prueba.
El presidente López Obrador ha dicho con insistencia que el Seguro Popular, anterior sistema de salud, no había funcionado y que por eso lo eliminó.
Luego entonces, este nuevo sistema ha de contar con todos los elementos estratégicos suficientes para reaccionar en forma eficaz contra el mal mencionado.
De lo contrario, las consecuencias de un estado fallido rebotarán en la cabeza de todos los altos funcionarios de la famosa 4T porque son ellos y su presidente quienes se empeñaron en poner en práctica el nuevo esquema de salud.
Hay que esperar. No hay que hacer especulaciones. Todos los países del mundo tienen ya un protocolo a seguir en casos como éste. La experiencia acumulada a lo largo de cientos de años sobre las pestes y epidemias ocurridas en la antigüedad, así como las que han ocurrido en la era moderna, ha ayudado a establecer protocolos internacionales indicadores de qué hacer cuando se presente una epidemia con las características del coronavirus.
No hay que crear ni improvisar nada al respecto.
La nueva alcaldesa
La recién nombrada presidenta municipal sustituta de Tapachula. Tal y como lo informó en forma oportuna este rotativo Cuarto Poder, la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales del Congreso del Estado designó a Rosa Irene Urbina Castañeda, presidente municipal sustituta de Tapachula.
Sustituye al extinto Óscar Gurría Ordoñez quien falleció la semana pasada en forma repentina de un infarto.
Los diputados siguieron el procedimiento legislativo adecuado y en concordancia con las leyes en la materia tomaron la decisión. Digo esto porque el primer regidor se fue con la finta de que él debía asumir el cargo de acuerdo con su propia intervención de las leyes.
Resulta que efectivamente, el primer regidor debe de sustituir al presidente municipal en faltas temporales del presidente municipal.
Sin embargo, cuando hay falta absoluta del alcalde, de inmediato se debe nombrar al primer regidor como interino, pero en tanto se puede reunir el Congreso del Estado, en el pleno o la Comisión Permanente, para elegir, de entre todos los miembros del cabildo, al sustituto o sustituta. Así que nadie debe darse por sorprendido.
Y así sucedió. Urbina Castañeda es la primera mujer en ser electa presidenta municipal en toda la historia política de Tapachula.
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