Sana distancia en Chiapas
El gobernador Rutilio Escandón Cadenas anunció la suspensión de las actividades no esenciales en la burocracia estatal, para estar acorde con las directrices epidemiológicas a nivel nacional y para contribuir a la prevención de los contagios del coronavirus.
La vida social no puede pararse, pero hay muchas actividades que pueden ser eventualmente suspendidas y no pasará gran cosa. Su ritmo podrá reponerse cuando la vida vuelva a la normalidad.
Desde principios de semana, fueron mandadas a sus casas a personas de la tercera edad, las que padecen diabetes, hipertensas, mujeres embarazadas, entre otros casos que también entran en el grupo de vulnerables.
De igual manera, hemos visto, a través de videos o fotografías, que las reuniones de trabajo que ha sostenido el ejecutivo estatal cuidan la sana distancia entre los funcionarios y el escaso público asistente.
El mundo postrado ante el virus
El mundo está postrado frente a un microorganismo cuya forma y composición han sido identificados ya, pero la ciencia, que creemos hoy está tan avanzada, no ha encontrado aún la forma de enfrentársele y detenerle. Todo apunta que dejará una enorme cicatriz a la presente generación de la humanidad.
Bastaron menos de tres meses para que pusiera de cabeza al mundo y para que ese espécimen alterara la vida de alrededor de ocho mil millones de personas que habitan el planeta tierra en pleno siglo XXI.
Ya provocó que se reunieran, en forma virtual, representantes de los 20 entes económicos más grandes del mundo. En una teleconferencia, algo nunca antes visto.
El Grupo de los 20 es un foro cuyos miembros permanentes son 19 países de todos los continentes, más la Unión Europea.
Es el principal espacio de deliberación política y económica del mundo. En conjunto las entidades políticas representadas en el G20 reúnen el 66 por ciento de la población mundial y el 85 por ciento del producto bruto mundial.
No se reúnen sólo por reunirse. Tienen que acordar algo sustancioso en solidaridad con sus propios gobernados y con el resto del mundo. Los jefes de Estado y de gobierno se comprometieron, en esta ocasión, a formar un frente unido contra el coronavirus y a inyectar, en forma inmediata, 5 billones de dólares a la economía global ante la pandemia del Covid19.
Eso es para hacer frente a la economía de las naciones. Pero la humanidad requiere, en forma urgente, una vacuna contra ese virus. Y todavía no hay indicios de que la ciencia médica haya encontrado la forma de prevenirlo o contenerlo.
Los más conservadores dicen que podría estar lista una vacuna en tres meses. Tal vez a finales de junio. Pero en tres meses –enero, febrero y marzo- ya es una pandemia y ha matado a más de 18 mil personas, la preocupación mayor y genuina de la gente es ¿cuántos más se sumarán a esa cifra en tres meses más?
¿Dado que no todos de los que enferman mueren, cuántos contagios más habrá y cuál es la capacidad real de los gobiernos para salvar vidas?
Nadie en el mundo, ni el científico más avezado, puede responder a esas preguntas porque están enfrente de algo nunca antes visto.
Dilema de los gobernantes
Como en todas las naciones subdesarrolladas del mundo, sus gobiernos se han encontrado entre la disyuntiva, el dilema, de mandar a todos sus ciudadanos a sus casas, en forma tajante y obligatoria paralizando la economía, para evitar la propagación del virus o dejar correr la vida normal de las personas el mayor tiempo posible con el consecuente riesgo de que los contagios crecieran en forma exponencial.
México optó por el segundo caso y estiró la liga lo más posible para declarar la fase dos –que incluye medidas más rigurosas- hasta que empezaron a conocerse contagios comunitarios. El pretexto oficial fue siempre y hasta cierto punto comprensible: no asustar a la gente y no afectar a millones de mexicanos que viven al día.
¿Fue mala o fue buena esa decisión del gobierno federal mexicano? No lo sabremos hasta que haya terminado la crisis y se hagan las evaluaciones correspondientes. Hasta entonces sabremos si el presidente López Obrador y sus epidemiólogos fueron lo suficientemente suspicaces e inteligentes para enfrentar la referida pandemia.
Ya hay casos de éxito
En medio de la crisis sanitaria mundial ya han sido identificados casos de éxito gubernamental para enfrentar la pandemia: Corea del Sur aplicó a tiempo y sin restricciones pruebas de laboratorio y una intensa campaña de información entre la población.
Corea está a poco más de mil kilómetros de la ciudad china de Wuhan, el epicentro de la pandemia, y fue el cuarto país con mayor cantidad de casos. Sin embargo, murió menos del 1% de los pacientes.
La hipótesis hasta ahora es que el gobierno de Corea del Sur aplicó una puntual estrategia de contención.
Desplegó un amplio y veloz dispositivo de detección temprana, distribuyendo en clínicas y hospitales de todo el país las herramientas para hacer pruebas gratuitas en personas con síntomas o con una simple prescripción médica.
Hasta dispuso de cabinas especiales, que permiten a los conductores realizarse pruebas sin bajarse del auto. Realizaba hasta 15 mil pruebas por día.
También ayudaron otros factores:
1.- Aprendió de la lección del Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS, por sus siglas en inglés) en 2015. En aquel entonces, Corea hizo lo contrario. Se negó a hacer pruebas y ocultó información.
2.- Hubo una respuesta rápida y abundancia de pruebas de laboratorio gratuitas.
3.- Un sistema de salud universal y eficiente.
4.- Confianza en las autoridades.
Haber hecho pruebas a todos los pacientes que manifestaran los menores síntomas de la enfermedad y haber actuado a tiempo, salvó miles de vidas humanas.
Cuando la pandemia termine, el gobierno coreano tal vez deba erigirse como un héroe, en materia de salud, frente a sus conciudadanos y frente al mundo.
alexmoguels@hotmail.com