La percepción del mensaje

Generó más preguntas que respuestas la propuesta de rescate económico, ofrecida la tarde del reciente domingo por el presidente, Andrés Manuel López Obrador.

México está más dividido que nunca. Unos están en contra, refunfuñan, protestan y critican. Otros, defienden y tratan de argumentar en favor.

Pero sólo pocos observadores se han dado cuenta de una cosa: los reaccionarios en contra critican en forma estridente y sus argumentos parecen más decisivos.

Los defensores lo hacen en voz baja y con argumentación débil, que no parece convencer. Tal vez sea el desgaste oficial.

No me atrevo a decir que la propuesta de López Obrador es mala o buena. No lo alcanzo a ver con exactitud.

Sin embargo, las reacciones en contra de la mayoría de los sectores sociales, empresariales y económicos nacionales –e incluso internacionales- me hacen pensar que algo anda mal.

Dos días antes, su secretario de Hacienda, Arturo Herrera, le quiso renunciar, porque todo parece indicar que el presidente está haciendo exactamente todo lo que criticaba de sus antecesores: no escucha a sus asesores y no quiere reaccionar de acuerdo con la realidad que tiene enfrente.

Los sectores sociales esperaban algo más fuerte y contundente de parte del presidente. Pero no hubo nada parecido a eso.

El Bank of América es una empresa estadounidense de tipo bancario y de servicios financieros multinacional, con sede central en Charlotte, Carolina del Norte. La revista Forbes clasificó en 2010 a Bank of America como la tercera empresa más grande del mundo.

Bueno, pues sus directivos autorizaron una opinión respecto de la propuesta del presidente mexicano.

Bank of America dijo que “Planea continuar haciendo más de lo mismo: programas sociales, inversión en la refinería (de Dos Bocas), otros proyectos de infraestructura y más austeridad”. Pero, por el otro lado no quiso hacer un “fuerte ajuste económico”.

En una nota publicada este lunes por el periódico La Jornada, dicho banco consideró que en el esperado anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador no hay una sola medida novedosa para enfrentar la crisis económica que trajo consigo la pandemia de Covid-19 en todo el mundo.

En el mismo sentido se pronunciaron otras instituciones, líderes opositores de alto nivel, analistas políticos y periodistas mexicanos.

Por eso y por muchas cosas más, la sociedad está, desde ayer lunes, desencajada y desconcertada.

Esperemos que las medidas anunciadas por el presidente López Obrador sean traducidas de una mejor manera por su aún titular de Hacienda, Arturo Herrera, a la hora de anunciar los detalles del programa. Ojalá que la realidad sea ayudar a millones de mexicanos que viven al día y para mantener, lo más posible, a la planta laboral del país.

Todos estaremos a la espera, también, de que se haga realidad su ofrecimiento de crear dos millones de nuevos empleos en los próximos nueve meses.

Esperemos que así sea, por el bien de todos quienes habitamos este país.

Cerraré el comentario con algo que debería inquietar a los asesores del presidente. El problema para ellos es que el anuncio del domingo vespertino dejó una mala sensación, dejó un mal sabor de boca y una percepción social altamente negativa al día siguiente.

La percepción social ha sido siempre que el gobierno federal no está reaccionando de manera adecuada frente a la contingencia sanitaria. La gente se ha quedado con esa idea.

Y, a partir del domingo, el mensaje presidencial dejó también la sensación de que no están actuando en forma adecuada tampoco en materia económica. Insisto, es una percepción social. Los políticos estudiosos saben muy bien lo que eso significa. ¡Aguas!

 La incertidumbre prevalecerá

Nadie sabe a ciencia cierta lo que va a pasar en el futuro inmediato, ni a mediano plazo. La lógica y las experiencias vividas a nivel internacional, en esta como en otras pandemias pasadas, nos permiten vislumbrar el porvenir a largo plazo: que todo volverá a la normalidad, la gente volverá a las calles, a sus centros de trabajo, a las escuelas, a los centros de diversión y volverán a viajar al extranjero. Eso, a largo plazo. No antes.

Pero en esta ocasión nada será igual. El famoso virus transformará al mundo en materia económica, en materia social y en materia humana.

Se avizoran grandes transformaciones.

China ya está de bajada. Ha ido controlando los contagios de una manera impresionante. Sólo hay un dato que no debemos olvidar. China empezó a sufrir desde el 28 de diciembre pasado. Hace exactamente tres meses y ocho días. En todo ese tiempo transcurrido, millones de chinos fueron sometidos por su gobierno a severas medidas sanitarias y de conducta social. Sufrieron el encierro.

España e Italia ahí la llevan también. Han sufrido mucho las recientes semanas. La pandemia ha dejado luto en miles de familias y cicatrices que tardarán en sanar, pero también secuelas emocionales que seguramente durarán toda la vida en la presente generación de afectados.

México apenas está iniciando la fase crítica. En un solo día –del domingo para el lunes, sumó 296 contagios y 31 muertos. Eso ya es de preocuparse, porque las cifras de contagios de semanas anteriores se contaban con tan solo dos dígitos.

Es predecible que los índices de enfermos irán aumentando en forma exponencial en las próximas dos o quizá tres semanas. Y, lo más lamentable, también ocurrirá lo mismo con el número de muertos.

En Chiapas los números oficiales de contagios iban aumentando en forma lenta hasta ayer. Pero ya registró su primer muerto en Comitán de alguien que, según la Secretaría de Salud, se negó a recibir asistencia de respiración artificial.

Lo único que nos queda es cuidarnos a nosotros mismos. Quedarse en casa el mayor tiempo posible. Salir a la calle sólo lo necesario. Así contribuiremos a que las cifras fatales se reduzcan.

alexmoguels@hotmail.com