El hombre y su circunstancia

Eduardo Ramírez Aguilar ha hecho honor a aquella frase de “el hombre y su circunstancia”. Es un parafraseo a lo escrito por el filósofo y ensayista José Ortega y Gasset quien, en su obra Meditaciones, dejó para la posteridad: “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”, cuya fundamentación tendría que hacerse con mayor esmero y con más detalle en otra ocasión. 

El caso que hoy nos ocupa es que Lalo Ramírez ha estado presente en el lugar y hora precisos en que han sucedido acontecimientos decisivos y oportunidades para su vida, que los ha sabido aprovechar muy bien.  

Recuerdo cuando era síndico del ayuntamiento de Comitán de Domínguez, su ciudad natal, a principios del 2000, y las circunstancias de aquella época lo hicieron posteriormente presidente municipal de ese mismo lugar; después fue delegado de Hacienda en la región 3 Fronteriza y secretario general de gobierno de Chiapas posteriormente. Diputado local y presidente de la mesa directiva de la sexagésima sexta legislatura de Chiapas, diputado federal y presidente de la Comisión de Asuntos Frontera Sur-Sureste de la sexagésima segunda legislatura federal. 

Fue secretario general y luego dirigente estatal del Partido Verde Ecologista de México y, posteriormente, aspirante a la gubernatura de su estado. 

En todos los anteriores cargos, Lalo Ramírez demostró suficientes habilidades para poder entenderse con las distintas organizaciones sociales y políticas con las que interactuaba en el ámbito estatal y nacional, lo cual le valió ser considerado como un aspirante legítimo a la gubernatura de Chiapas desde mucho antes siquiera que iniciara el proceso electoral para renovar la gubernatura de su entidad natal en el 2018. 

Las cosas no le favorecieron en aquella época para esos propósitos, pero sin embargo otras circunstancias distintas a su proyecto original se le presentaron enfrente y las aprovechó: salirse del PVEM, irse a Morena, participar como candidato a senador y, finalmente, ganar la elección.  

Esos nuevos aires lo llevaron a interactuar con otros actores políticos –con algunos de los cuales, por cierto, ya se conocía con anterioridad-, de inmiscuirse en otros proyectos nacionales y también los supo aprovechar en su favor. Todas las cosas públicas, sucedidas desde que inició como senador en 2018 han demostrado que ha hecho buen equipo con Ricardo Monreal Ávila, un político por demás astuto y sagaz.

Llegó el momento más importante de la vida de Eduardo Ramírez, hasta ahora, quizás: las fechas previas al relevo de la Mesa Directiva del Senado de la República en las que empezó a mencionarse su nombre para ocupar esa importantísima encomienda institucional y política. 

Su elección interna en la reunión plenaria de Morena primero y en el pleno del Senado, después, no fue gratuita. No surgió de la nada.  

Atrás hay un arduo y constante trabajo individual de él mismo. De su parte, tuvo que haber carisma, relación de entendimiento con sus pares legislativos, con los de arriba y con los de abajo incluso, para que fuera aceptado en las votaciones mayoritarias y para que surgieran aplausos espontáneos, entre sus colegas y el público presente, en el preciso momento en que fue dado a conocer el veredicto final de su elección como presidente del Senado de México, al medio día de este lunes 31 de agosto.  

Su sensibilidad política y su comportamiento solidario con los demás, seguramente fueron elementos decisivos para imponerse por encima de los demás aspirantes al mismo cargo. 

Pero nadie es monedita de oro, efectivamente. Y hay un grupo de radicales legisladores que no lo querían y que incluso no votaron por él. Son gajes del oficio. 

Ésta, hay que decirlo, es una mirada bastante superficial a su trayectoria política y su comportamiento público. Sin duda, todas las cosas que ocurrieron atrás de cámaras debieron ser muy difíciles y complejas. No era para menos. Es una posición política envidiable.  

A partir de ahora vendrán muchas cosas grandes para él, pero también muchos retos.  

La parte positiva es aquella que lo ha colocado ya enfrente de los principales reflectores nacionales e internacionales. Es una representación política importantísima en esos ámbitos. Ya ni se diga en el terreno de las entidades federativas, y más en su natal Chiapas. 

Eduardo Ramírez va a contar ahora con derecho de picaporte en Palacio Nacional. Sí, es cierto, son poderes políticos distintos, el legislativo y el ejecutivo, pero el presidente de México es la cabeza del proyecto de Morena, al que el chiapaneco pertenece, por tanto, tiene que haber constante comunicación y coordinación entre ambos, sin necesidad de quebrantar la división de poderes. No. No se trata de eso y todos los políticos los saben. Tiene que haber, necesariamente, una coordinación entre los poderes de la unión. De hecho, la hay, y muy frecuentemente.  

La capacidad política de Eduardo Ramírez sigue estando a prueba, y ahora con mayor razón. Está jugando en las grandes ligas. Y en esas grandes ligas está jugándose y seguirá jugándose el futuro de la Cuarta Transformación del presidente López Obrador.  

Pero ese es quizá el lado fantástico de la política. Todos los días siempre hay algo nuevo, todos los días hay uno o varios retos que enfrentar y que vencer. En ese caso, los obstáculos tendrán que enfrentarse con mucha astucia, con mucha inteligencia y sapiencia. 

Es casi seguro que esta nueva circunstancia también va a ser bien aprovechada por el comiteco para destacar y fortalecerse aún más para el futuro que le espera. 

Posdata: quiero agradecer infinitamente a la profesora María Morales y la licenciada Ana María de la Cruz la oportunidad que me dieron de escribir en las páginas del periódico Cuarto Poder durante casi nueve años consecutivos.  Este rotativo siempre será un referente en la vida social y política de Chiapas, y ha sido un gran honor para mí haber pertenecido a este gran equipo durante todo ese tiempo. 

alexmoguels@hotmail.com