Se denomina alcoholemia a la cantidad de etanol en sangre, registrada por la fórmula g/L, que se refiere al total de alcohol en gramos por litro de sangre. En los equipos que con frecuencia utilizan las autoridades de tránsito en el país, se mide la concentración de licor por el aire exhalado a través de aparatos específicos, la información se registra en miligramos por litro de aire, que se convierten en los mismos g/L.

Noruega fue el primer país que en 1936 estableció el primer límite máximo de 0.5 g/L. En México el alcoholímetro preventivo se implementó en 2003.

En el territorio nacional está prohibido conducir vehículos automotores cuando se tenga una cifra superior a 0.8 g/L, sin embargo, de 0.4 a 0.6 g/L ocasiona -entre otras alteraciones- disminución de las funciones cerebrales, que explica la dificultad de un conductor para responder adecuadamente ante una situación inesperada. En países como Rusia y Japón, el límite máximo permitido es de 0.3 g/L.

Si se comparan las anteriores cifras con la cantidad de víctimas fatales por cada 100.000 habitantes, no siempre se observan los datos esperados. Así por ejemplo en Brasil, cuyo límite es de 0.2 g/L el promedio de fallecimientos es de 14 y en Canadá, con 0.8 de límite son 9.1 personas las que mueren; es decir, no existe una correlación entre límites de alcoholemia y tasas de víctimas fatales. De México el suscrito no encontró información actualizada sobre estos porcentajes.

Los niveles máximos de concentración de alcohol en sangre ocurren tras media hora del consumo, aunque puede variar según el tipo y dosis de la bebida, tasa de vaciado gástrico o género, entre otros motivos.

Un automovilista ebrio puede asumir riesgos como quedarse dormido mientras conduce, manejar a gran velocidad, no respetar los semáforos en rojo o no usar el cinturón de seguridad, entre otros actos peligrosos.

En todo el orbe, la mayoría de los accidentes de tránsito con víctimas fatales ocurre los fines de semana entre las 9 de la noche y 3 de la mañana, sobre todo en hombres jóvenes económicamente activos. Estos accidentes son la décima causa general de mortalidad, que ocasiona 1.2 millones de muertes al año y de 20 a 50 millones de heridos. Se espera que estas cifras sigan creciendo, sobre todo en los países en desarrollo como el nuestro, a pesar de la implementación del alcoholímetro preventivo, cinturón de seguridad, control de límites de velocidad, vehículos más seguros y mejoría en las calles y carreteras.

Para reducir los accidentes en la conducción de autos bajo los efectos del alcohol deben establecerse diversas medidas, cuya ejecución presenta diferentes niveles de complejidad. A continuación se citan algunas de ellas.

Alcoholímetro preventivo. Es una efectiva estrategia. En algunos casos, de encontrarse un automovilista con aliento alcohólico, se le ofrece la posibilidad de designar a un conductor responsable, llamar a un familiar o un taxi. Los accidentes de tránsito han disminuido considerablemente gracias a esos operativos. Se estima que esta medida, conocida en la literatura especializada como puestos de control de sobriedad, reduce en un 20% las colisiones asociadas al licor y un 30% la cifra de víctimas fatales.

Leyes sobre conducción bajo efectos del alcohol. Investigaciones llevadas a cabo en otros países coinciden en demostrar que un incremento de penalidad con encarcelamiento o multa, no presenta efectos en la reducción de los incidentes de tránsito; quizá no ocurra lo mismo en México, son una forma de incrementar los ingresos que recaudan las autoridades correspondientes y puede generar conciencia de riesgo en el infraccionado.

Disponibilidad de alcohol. Promover restricciones en la disponibilidad de esas bebidas por medio de controles en los horarios, días de venta y ubicación de los puntos donde puede adquirirse. La prohibición en situaciones concretas, como eventos deportivos, también muestra una disminución en los accidentes relacionados con el alcohol. Sobre esto último, falta mucho por reglamentar en Chiapas y otras entidades del país.

Avisos en los envases. Los mensajes de alerta sobre los riesgos de conducir u operar máquinas pesadas tras el consumo de bebidas alcohólicas, así como sugerencias de beber con moderación, surten efectos favorables en la población. Las autoridades federales podrían promover advertencias similares a las que se difunden en las cajetillas de cigarros.

Precios. Se estima que un incremento del diez por ciento en el precio de las bebidas alcohólicas acarrea una reducción del siete al ocho por ciento en la cifra de conductores alcoholizados.