CFE: amago para negociar

Expresidentes y exdirectores

Contratos “legales”

Napoleón y su central obrera

Es la segunda batalla fuerte del obradorismo contra la corrupción sistemática e institucionalizada. Los números dados a conocer durante la conferencia mañanera son impactantes en sí mismos y más si se les entienden como una parte, apenas, del enorme entramado de conspiración contra el interés nacional desde oficinas públicas de primer nivel. No habría nación ni presupuesto público que soportaran tales niveles de saqueo de la riqueza colectiva: todo organizado para llevar a cuentas particulares lo que pertenece a la colectividad./

La Comisión Federal de Electricidad fue entregada durante décadas, a título de concesión para bucaneros, a grupos políticos y personajes relacionados con el poder presidencial en turno. El complemento de las operaciones delictivas fue el sindicalismo abyecto y corrupto que tuvo entre sus grandes ejemplos a los ahora difuntos Francisco Pérez Ríos y Leonardo Rodríguez Alcaine, controladores de manera férrea de la “paz” laboral y el sometimiento a las instrucciones de la parte patronal-gubernamental. En 1975 surgió uno de los movimientos que intentaron depurar y renovar la vida sindical, la Tendencia Democrática del sindicato electricista, encabezada por Rafael Galván. Este intento fue aplastado, como tantos otros, mediante acuerdos y acciones del sindicato charro y las autoridades en turno./

Lo planteado ayer por el presidente López Obrador, y su duro director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, significa una acometida contra altos funcionarios de administraciones federales anteriores y sus titulares del momento. En ese contexto, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón han sido puestos bajo la lupa al igual que varios de sus secretarios y directores, luego convertidos en consejeros, asesores o gestores de empresas relacionadas con los mismos asuntos que trataron como responsables estratégicos./

En el tramo encabezado por Enrique Peña Nieto tuvo como directores de la CFE, a Francisco Rojas, Enrique Ochoa Reza y Jaime Francisco Hernández Martínez. En particular, fueron de escándalo las liquidaciones laborales gestionadas para sí mismo por Ochoa Reza, luego dirigente del PRI. Ya advirtió AMLO que ese tema de las liquidaciones será analizado y que el no será tapadera de irregularidades. Por otra parte, la artillería declarativa de López Obrador y Bartlett fue respondida, a la defensiva, por las firmas empresariales involucradas, entre ellas Carso, del poderoso multimillonario Carlos Slim./

Ha de decirse que en el terreno estrictamente jurídico no se avizora responsabilidad imputable a los miembros de la lista negra difundida en la conferencia presidencial mañanera. La ley aplicable a todos los casos establece que debe pasar un año desde que alguien haya ocupado un cargo de esa índole, antes de contratarse con cualquier empresa privada. Por otra parte, es probable que resulte difícil demostrar en términos jurídicos que hubiera conductas punibles en los contratos ventajosos y leoninos que se hubieran firmado, si esto fue hecho por las autoridades que eran competentes en su momento./

Por ello es que la metralla retórica de AMLO y Bartlett conlleva zonas de aterrizaje para eventualidades negociadoras. Se buscará el diálogo con los presuntos infractores, para intentar que reparen los daños causados o cuando menos aprovechen la sabida política andresina del borrón y cuenta nueva. Si no aceptaran estas banderas blancas, la autoridad exploraría la posibilidad de entablar acciones judiciales./

En ese entorno ha aparecido Napoleón Gómez Urrutia, el peculiar dirigente sindical minero rehabilitado por obra y gracia del obradorismo, quien ha anunciado la creación de una Confederación Sindical Internacional Democrática de México (CSID), que desde ahora es presidida por el propio exdirector de la Casa de Moneda y heredero del negocio sindical que manejó su padre, Napoleón Gómez Urrutia. La nueva central sindical aspira a nutrirse de las escisiones y el vacío político que viven la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC). Todo ello a una semana de que se cumpla un año más de la tragedia de Pasta de Conchos, fantasma histórico que persigue al citado Napoleón de expansión sindicalista.-

No está de más recordar que los deudos de los mineros sepultados en aquellas tierras coahuilenses han enderezado constantes y fundadas acusaciones contra el sindicalismo napoleónico, acusándolo de haber practicado sistemáticamente los vicios clásicos de los líderes “charros”, negociando entre otras cosas los contratos de protección a las empresas mineras y recibiendo beneficios económicos de la contratación de trabajadores “libres” o no sindicalizados para tareas peligrosas y sin el debido equipo de prevención./

La tragedia de Pasta de Conchos condujo a Gómez Urrutia a un rompimiento con empresas apalancadas durante el foxismo y a una persecución por motivos de negocios truncos o incumplidos que llevó al dirigente a un exilio dorado en Canadá. Napoleón, quien nunca trabajó como minero, despachó desde el extranjero los asuntos de sus representados y pudo regresar a México, sin temor a ser detenido, gracias al fuero que implicó la candidatura plurinominal a senador que le extendió el obradorismo. Ahora, aspira a ser el constructor de una especie de CTM de la Cuarta Transformación./

Mientras en el Senado se cumple la rutina de “escuchar” opiniones de manera “abierta”, para luego desembocar en el procesamiento camaral con aritmética favorable a lo que decida Palacio Nacional, la representación en México de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos insiste en advertir los graves riesgos que representaría la aprobación de la Guardia Nacional en los términos que hasta ahora se pretenden. ¡Hasta mañana!