Partidos (cuando menos) a la mitad

¿Para qué tantos?

Membretes y prerrogativas

Menos dinero y cargos

Tal vez la pregunta clave sea: ¿necesita México tantos partidos, con tanto dinero y prerrogativas cada uno de ellos? Y, como cuestiones derivadas: ¿se necesitan tantas campañas y tanto derroche en ellas?, ¿se necesitan, por ejemplo, tantos miembros de los congresos legislativos en los niveles federal y estatales?/

Sobre la mesa de discusión se ha puesto, para bien, el tema del presupuesto para la operación cotidiana de los partidos políticos en 2020. El presidente de la República ha sugerido (con la fuerza que una sugestión suya puede tener) a los dirigentes de esas organizaciones a que renuncien cuando menos al cincuenta por ciento del dinero que tendrán a su disposición. El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, ha dicho a su vez que tal devolución sí es posible, aunque advirtió que cerrar la llave del dinero público podría abrir la del dinero privado, incluso el de orígenes oscuros o francamente ilícitos./

La pretensión de reducir sensiblemente las cantidades de dinero asignadas a las operaciones partidistas goza de una gran aceptación popular. Los partidos políticos son entidades públicas que se han ganado a pulso un gran rechazo ciudadano. Pero reducir la corrupción y la inmoralidad en dichos partidos no pasa necesaria o solamente por la aplicación de una merma importante de recursos: hoy, en México, hay más partidos de los que se necesitan, y hay otros grupos (Felipe Calderón y Margarita Zavala, con su México Libre; Elba Esther Gordillo y grupos de maestros, con las Redes Sociales Progresistas) que se alistan en busca de obtener su registro y disfrutar de dinero y canonjías./ 

Aún cuando México está polarizado en cuanto a sus expresiones y preferencias políticas (un México dividido en chairos y fifís, en conservadores y cuatroteístas, en obradoristas y antiobradoristas), el abanico partidista pareciera el de una sociedad múltiple y diversa. En realidad, el partido dominante es Morena, con aliados rémoras y sin una verdadera oposición enfrente. Para conseguir mayorías camarales, Morena ha hecho pactos muy beneficiosos con minorías que no tienen razón verdadera de ser. Los nuevos partidos satélite son eldel Trabajo, fundado durante el salinismo y acompañante lo mismo del Partido Revolucionario Institucional que del obradorismo con el Partido de la Revolución Democrática y Morena, no tiene base social ni un acento ideológico real que lo vuelva imprescindible; el de Encuentro Social, plenamente derechista, que perdió su registro nacional, pero no sus bancadas legislativas de privilegio y que busca reconstituirse como “Encuentro Solidario” y, en el colmo del oportunismo (y del pragmatismo extremo de Morena), el Verde Ecologista de México, antes apoyador del foxismo panista y del priismo peñista, ahora hermanado con el morenismo-obradorista. ¿Realmente son necesarios PT, PES y el PVEM?

La oposición está en condiciones de deshaucio en dos casos claros: el Revolucionario Institucional está reducido a dimensiones impensables hasta hace pocos años, soñando con “refundaciones” y el de la Revolución Democrática es una suerte de fideicomiso de liquidación, en busca de enjaretar su registro a algún proyecto de supervivencia. Análisis aparte requiere Acción Nacional, que deshilachado y con un débil liderazgo formal (Marko Cortés) mantiene las mejores tendencias electorales de esta franja derrotada en julio del año pasado./

En los congresos, realmente trabaja en la verdadera faena legislativa una franja reducida de quienes consumen grandes cantidades de recursos a título de diputados y senadores. Así pues, no basta reducir el gasto de los partidos a la mitad (lo cual es positivo, pero no suficiente): es necesario rediseñar el sistema de partidos, la forma de adquirir registros y, con ellos, financiamiento y privilegios.

Un ejemplo de lo que implica la dominancia aplastante de un partido se está viviendo en la cámara de diputados, donde Morena maniobra para evitar el cumplimiento de un acuerdo que otorgaría a los dos principales partidos de oposición, PRI y PAN, cada cual en un turno anual, la presidencia de la mesa directiva de San Lázaro durante los dos años que le restan a la actual legislatura./

La diputada Dolores Padierna, operadora implacable de órdenes superiores, presentó ayer una iniciativa de reforma a las normas del poder legislativo para que no haya necesidad de alternar esas presidencias de la directiva de la cámara cuando haya un partido con una fuerte mayoría. La propuesta rompe estilos de convivencia partidista en las cámaras y ayer mismo la bancada panista advertía que hoy tomará la tribuna de San Lázaro para impedir que se procese el punto planteado por Padierna. Pero, a fin de cuentas, la realidad política es tajante: Morena tiene el pleno control de la cámara de diputados y solo por cortesía política u obediencia a reglas no escritas de urbanidad camaral tendría que aceptar que sus muy reducidos rivales, PRI y PAN, presidan la citada mesa directiva./

Respecto al partido hegemónico, Morena, habrá de verse si el tema de la reducción de presupuesto a los partidos topa con la lucha interna que libran Mario Delgado, quien ya se declaró puesto para aprobar tal disminución en San Lázaro; Yeidckol Polvensky, a quien militantes destacados de Morena acusan de haber usado el presupuesto de este año (casi mil millones de pesos) para fines distintos a los aprobados en un congreso nacional morenista que ordenaba entregar la mitad de esos recursos a las tareas de formación política./

Y, mientras Trump recibía en Ohio y en Texas parte del rechazo social que se merece, por más que haya cambiado hipócritamente su discurso, ¡hasta mañana!