AMLO, en los tiempos de Trump

Obligado pragmatismo geopolítico

Escoger entre inconvenientes

Uruapan: otra masacre

Se estima que el próximo miércoles, por la tarde, se tomará la votación en el Senado de Estados Unidos para decidir la suerte de Donald Trump, el presidente sujeto a un proceso de juicio político que, sin embargo, todos los observadores calificados aseguran que será desechado por la mayoría republicana en esa cámara, aún cuando podría haber legisladores del partido del actual presidente estadunidense que podrían votar a favor de enjuiciarlo. Es decir, si se cumplen los pronósticos generalizados, habrá Trump triunfante rumbo a un segundo periodo en la Casa Blanca./

Ese resultado haría que el rudo multimillonario vaya a ser acompañante político del resto del sexenio obradorista, con los puntos a favor y en contra que ello entraña. De entrada, confirmaría que fue correcta la apuesta andresina a favor de Trump (como la de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray en su momento, pero durante esa administración priista con el poder mexicano muy disminuido, permisivo y susceptible de ser maltratado e insultado). Como candidato presidencial en tercera ocasión, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) manejó discurso y actitudes que parecían presagiar una etapa de vigorosas respuestas mexicanas ante los improperios verbales e institucionales del citado Trump./

Pero, llegado al poder, AMLO asumió la realidad geopolítica y pasó de ciertos destellos “rebeldes”, como la política de supuestos brazos abiertos a la migración proveniente de Centroamérica, al cumplimiento de exigencias gringas dolorosamente irrechazables (como en el caso, justamente, de la conversión de México en el muro migratorio en nuestra frontera sur y de la Guardia Nacional en la Migra 4T)./

No hay gran secreto en el acomodo del obradorismo a las presiones de la administración Trump: la viabilidad del proyecto denominado Cuarta Transformación depende de la conservación de condiciones de gobernabilidad y de estabilidad que pueden ser fácilmente trastocadas por el jefe del imperio vecino. El presidente López Obrador ha debido escoger entre inconvenientes, como él mismo cita para describir lo que es la política, y uno de ellos es el de aceptar que Trump sería el acompañante del arranque del gobierno emanado de Morena y que tenía todas las cartas para enfilarse a un segundo periodo en la Casa Oval./

No es poca cosa que, a pesar de amagar con aranceles, con declaratoria de cárteles mexicanos como organizaciones terroristas foráneas y otras artimañas, Trump no haya cruzado la raya de la falta de respeto al tabasqueño presidente vecino y que lo mencione en términos elogiosos que a la luz de la experiencia mexicana resultan más agrios que dulces. No fue así durante el tiempo que compartió el peñismo con Trump, cuando este fue desdeñoso y grosero con el exgobernador del Estado de México./

En otro tema: ocho personas, entre ellas dos menores de edad, fueron asesinados por disparos de arma de fuego en un negocio de videojuegos de Uruapan, Michoacán. A la hora de redactar esta columna no se daba por parte de las autoridades un móvil de los hechos más o menos fundado, aunque era identificable un patrón de conducta parecido al de las venganzas de grupos criminales contra establecimientos comerciales cuyos dueños se niegan a pagar “derecho de piso”./

Las noticias fúnebres relacionadas con violencia criminal se multiplican en el país, en una sucesión que pareciera no llegar a su tope. Ello incentiva la explicable desesperación de muchos mexicanos a quienes no reportan seguridad los planes oficiales contra el crimen organizado. Además, obviamente, ese déficit del obradorismo es aprovechado por sus opositores, con explicables intenciones electorales./

Y, mientras un grupo de habitantes del municipio de Buenavista, en Michoacán, hostigaban, hacían retroceder y lanzaban huevos contra elementos de la Guardia Nacional, ¡hasta mañana, con el vicecoordinador del minigrupo de senadores del Partido Revolucionario Institucional, Héctor Yunes Landa, advirtiendo que el avión presidencial que se pretende rifar no es propiedad del gobierno sino de la compañía Boeing y está aún en proceso de ser pagado.