AMLO: reiteración y atrincheramiento

Empresarios lo critican

Un día antes, con Blackrock

Gabinete sin cambios

Se atrincheró en sí mismo el presidente López Obrador. Sostuvo en lo alto su propio programa económico, con el que ganó las elecciones, y no cedió a las pretensiones empresariales de que cambiara de rumbo. Lo hizo mediante un discurso ideológico, político y casi electoral: en primer lugar, “el bienestar del pueblo y después lo mismo, el bienestar del pueblo”./

A las peticiones en diversos tonos y por diversas vías de que haya ayudas a los empresarios, respondió que ya se “rompió” el molde de las aparentes soluciones neoliberales del pasado, que terminaban beneficiando a las élites. Aseguró que nada hará a México regresar al pasado, que “nunca jamás los privilegios, la corrupción, el saqueo y la impunidad”./

Además, el político tabasqueño envió a su audiencia un mensaje de aliento, al señalar que los actuales no son tiempos para la depresión y que llegará el momento de volver a salir y dar abrazos en las plazas públicas.  Ello, a pesar de que en cierto momento recordó la estampa del Libertador Simón Bolivar, quien en situación desolada y casi derrotada respondió “¡triunfar, triunfar¡” a quien le preguntaba qué es lo que pensaba hacer en esas circunstancias desastrosas./

Para previsible enojo de sus adversarios políticos y en especial de la élite empresarial, López Obrador aseguró que a pesar de la actual situación derivada del COVID-19 no se detendrá la transformación de México que él intenta. Afirmó que se cuenta con recursos suficientes y por ello se mantienen los proyectos estratégicos del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, trinidad en construcción que centra el encono de grupos cupulares que han centrado su presión política y mediática en tratar de forzar a AMLO a que cancele o posponga tales obras./

Se produjeron de inmediato las declaraciones críticas contra el discurso de López Obrador ayer en Palacio Nacional, por parte, de muy identificados adversarios partidistas de Morena y el presidente de la República, pero también de los empleados de los grandes capitales que fungen como directivos o presidentes de cámaras y organizaciones patronales, empresariales, industriales y de comercio./

Más allá de lo que se ve en el escenario explícito, será importante conocer el parecer discursivo y negociante de los verdaderos capitales decisorios y no solo de sus voceros temporales. La presión mediática de esos empleados de los magnates podrá continuar, mientras los jefes reales buscan vías de arreglo y ganancias con el ocupante en turno del poder ejecutivo federal./

Justamente un día antes de que se produjera el informe trimestral de gobierno de AMLO y la definición económica ante la crisis causada por el coronavirus, el habitante de Palacio Nacional tuvo una videoconferencia con Laurence Fink, el presidente de Blackrock, el portafolio de inversión de activos más importante del mundo, un verdadero suprapoder mundial, con capacidad de deformar al extremo la faz económica de una nación con unos cuantos movimientos de teclado de computadora./

En el caso mexicano, Blackrock adquirió el control de más de la mitad de las cuentas de pensiones. López Obrador ha dialogado en otras ocasiones y en términos muy amables con el citado Fink. Este sábado, además, en la videoconferencia con el directivo mundial estuvo a un lado de AMLO la presidenta para México, Samantha Ricciardi. No estuvieron presentes ni el secretario de hacienda, Arturo Herrera, ni la secretaria de economía, Graciela Márquez, solo el multisecretario y virtual jefe de gabinete, Ebrard./

Por cierto, tampoco se cumplieron las amplias expectativas incentivadas de que habría cambios en el gabinete presidencial. Mucho se habló de Ebrard en Gobernación y Olga Sánchez Cordero en Relaciones Exteriores y, en particular, de la salida de Herrera, a quien relevaría en Hacienda Raquel Buenrostro, actualmente máxima directiva del Sistema de Administración Tributaria. Nada de ello se produjo ayer. ¡Hasta mañana!