San Diego, California. Hace algunos años me embarqué en temas de sustentabilidad, que pasan por la electrificación de la movilidad y el abandono de los motores de combustión interna. Luego de lecturas, entrevistas y viajes, es momento de hacer un corte de caja sobre qué necesitamos para reducir las emisiones de carbono.

Primero. El liderazgo político y de la sociedad civil deben reconocer sin titubeos la importancia estratégica de transitar hacia la reducción de emisiones, no como muestra de buena voluntad, sino como elemento indispensable para reducir el calentamiento global y atemperar los eventos climáticos extremos. Comenzar con reconocer el problema es el primer paso para ejecutar medidas que nos ayuden a navegar esta crisis.

Segundo. El liderazgo debe enfocarse en implementar políticas que cumplan con los compromisos internacionales para reducir emisiones. Reconocer un problema, no es resolverlo, hay que actuar con congruencia y avanzar hacia las soluciones.

Tercero. Las políticas para atenuar las emisiones invernadero no pueden ser impuestas en una sola medida a todo el mundo. Las naciones tienen diferentes circunstancias y culturas, elementos que deben ser considerados al diseñar las alternativas hacia la sustentabilidad. Lo cual no quiere decir que si alguien reclama “usos y costumbres contaminantes” pueda continuar con esas prácticas sin enfrentar el repudio y las sanciones internacionales.

Cuarto. Contar con formas de transportación limpias tomará tiempo, en parte porque hoy no existe la capacidad para producir autos, autobuses, camionetas, bicicletas y scooters eléctricos para todos. Los dilemas de las rupturas de las cadenas de producción y distribución a nivel mundial por la pandemia, y la relativamente poca producción de baterías son las causas. Sin embargo, las inversiones y las políticas públicas con sentido común ya aceleran el crecimiento de esta industria —con las múltiples oportunidades que esto conlleva.

Quinto. Se debe emprender un esfuerzo titánico de educación para que nuestros pueblos se informen de la necesidad impostergable de transitar hacia una vida no contaminante. Varios taxistas dicen no manejar un vehículo híbrido por lo costoso que es reemplazar las baterías. Esto es falso, pues estas baterías duran la vida útil del vehículo, por ello, es crítico combatir la desinformación.

En Europa me maravillaron Londres y Ámsterdam en la adopción de la electrificación de la transportación —que ya es un hecho y no ficción. Estos dos ejemplos pueden ofrecer una buena ruta crítica para México. La adopción de la micro transportación es ideal en las grandes ciudades donde la gente puede desplazarse distancias moderadas con bicicletas o scooters, eléctricos o tradicionales, para descongestionar el tráfico y los sistemas de transporte público. Reorientar el uso de las calles a la micro transportación es mucho más barato que no actuar, y más económico que proyectos faraónicos y fanfarrones.

Finalmente, lo más difícil. Con una mejor educación debemos entender el valor de la moderación. Si bien un súper auto eléctrico, increíblemente veloz, es una tentación, lo cierto es que no todo el mundo puede comprar un vehículo de tres millones de pesos. Para transitar a formas sustentables necesitamos vehículos más pequeños cuya construcción tenga un impacto ambiental menor, y cuyos precios sean accesibles a las masas. Todos debemos estar invitados a la fiesta de la electrificación, la tarea no es sencilla, pero nada que vale la pena en la vida lo es.