La pobreza de los pueblos indígenas es secular. La incidencia de la pobreza de la población indígena es la más alta de todos los grupos de población que reporta Coneval: 73%. Por eso vale la pena conocer las empresas creadas por comunidades indígenas y campesinas.

La pobreza acumulada de los pueblos indígenas se ha “normalizado”, pero es un escándalo. Especialmente si consideramos que son comunidades productivas y sus productos como el café tienen una gran demanda. Y más grave aún cuando muchas comunidades viven en zonas de gran riqueza natural. En los territorios de las áreas naturales protegidas donde se concentra gran parte de la biodiversidad.

Resulta esperanzador conocer las empresas sociales creadas por indígenas. Son unidades económicas formales y estables que, siguiendo el modelo cooperativo, los dueños y quienes trabajan son las mismas personas. Adoptan diversas figuras legales como “Sociedad de Solidaridad Social” (SSS), “Asociación Rural de Interés Colectivo” (ARIC), o “Unión de Comunidades Indígenas” (UCI), entre otras.

Estas empresas son parte del sector social de la economía y surgen como alternativa para mejorar las condiciones de vida de pequeños productores. Sus empresas les permiten comercializar y diversificar sus productos, agregarles valor y producir de manera sustentable. También contribuyen al rescate cultural y el bienestar social de sus comunidades.

Las empresas sociales inician casi siempre con un impulso por romper la dependencia económica forzada por “coyotes” e intermediarios que fijan precios unilateralmente. El primer esfuerzo empresarial es constituir una comercializadora común que les permite acceder a mercados, para mejorar el precio al productor. En muchos casos, son parte del modelo de “comercio justo” y acceden al sello distintivo que garantiza trato justo al productor.

La organización colectiva les permite mejorar sus técnicas. En muchos casos, optan por transitar a la producción orgánica y otras formas agroecológicas y sustentables, eliminando el uso de fertilizantes y pesticidas químicos.

Representan entonces una vía productiva frente a la pobreza, con impactos ambientales y sociales. Producen café, miel, aceite de ajonjolí, jamaica, chile pasilla, amaranto, chicle. Hay empresas de textiles y artesanías e incluso hoteles y servicios de turismo.

El sector social de la economía aporta más de 1 punto del PIB (1.2%) y crea 1 millón 300 mil empleos al año. En algunas ramas representan un tercio del PIB como en la agricultura y la pesca. Producen el 40% del PIB forestal, el 15% en la cría y explotación de animales. Y producen el 8% en el sector de intermediación crediticia, a través de las cooperativas de ahorro (datos de Inegi).

El potencial económico de las empresas sociales es mucho mayor. Por desgracia la ley vigente crea múltiples obstáculos para su crecimiento y no hay una política pública de fomento adecuada, pese al mandato de la Ley de la Economía Social y Solidaria vigente desde 2012.

Puedes conocer algunos ejemplos de estas empresas en el YouTube de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, este jueves 14, donde participan empresas de Chiapas, Oaxaca y Puebla como Yomol A’Tel, Agroemex, Arteova, Qualli. Apoyarlas es una buena manera de celebrar el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.