Testículos se nombran, pero pueden ser llamados también testes, dídimos o compañones. Perdió los suyos en combate el soldado Ahuir, y el médico del hospital de sangre le puso en su lugar, a manera de prótesis o implante, lo único que tuvo a mano: un par de cebollitas botaneras, conocidas igualmente como de Cambray. Pasado el tiempo Ahuir visitó al facultativo y le pidió que le dijera por favor qué es lo que le había puesto en vez de lo perdido. El doctor le dijo la verdad: “Te puse un par de cebollitas botaneras, conocidas igualmente como de Cambray”. Profirió el exmílite una frase sacada de las comedias españolas: “¡Ahora lo comprendo todo!”. Preguntó el galeno: “¿Qué es lo que comprendes?”. Respondió Ahuir. “Por qué mi mujer llora cada vez que le pido sexo oral”. Conocemos muy bien a don Chinguetas: es un marido casquivano. Cierto día doña Macalota, su esposa, le mostró con orgullo a su vecina un anillo de brillantes que don Chinguetas le acababa de obsequiar. Le dijo: “Me lo regaló por hacer el amor”. “¿Por hacer el amor contigo?” -le preguntó la vecina con admiración y envidia, pues en todos los años que llevaba de hacer el amor con su marido éste no le había regalado ni una desgraciada charamusca. “No -aclaró doña Macalota-. Me lo regaló porque lo pesqué haciendo el amor con su secretaria”. (Nota: no hay marido más complaciente que uno con segundo frente). Lord Feebledick regresó a su finca rural después de la cacería de la zorra. Venía mohíno y destemplado: su perro Jerko, en vez de ir tras la zorra, corrió tras una perrilla campesina en celo, cosa que levantó la risa de los participantes en la cacería. El enfadado lord se dirigió a su estudio a fin de diluir su enojo en un whisky con agua, pero al pasar por la alcoba conyugal oyó ciertos sonidos difíciles de expresar gráficamente, pero que más o menos se escuchaban así: “Arrgh, orrgh, ffzzz, aaay, urrffff”. Abrió la puerta, y lo que vio lo hizo olvidar el ridículo del perro. He aquí que su esposa, lady Loosebloomers, estaba en la cama con Wellh Ung, el pelirrojo mancebo encargado de la cría de los faisanes, haciendo lo que en alemán se nombra “ficken”, o sea copular, vocablo del que quizá proviene el “fuck” tan usado por los americanos. Lleno de iracundia lord Feebledick le enrostró a su mujer palabras que de seguro la reina Victoria habría desaprobado. Entre otras cosas le dijo harlot, cyprian, bawd, streetwalker y tart. Se puso en pie lady Loosebloomers sobre el lecho, enredada en la sábana, con lo cual cobró un aspecto estatuario como el de Margaret Dumont cuando sufría las arremetidas verbales de Groucho Marx. “No me rebajaré -le dijo muy digna a Feebledick- discutiendo contigo delante de la servidumbre”. Eso hay que decir en abono de lady Loosebloomers: a pesar de las prédicas disolventes de Mister Shaw nunca olvida que todavía hay clases sociales. El líder sindical les dijo a sus representados: “A partir de hoy vamos a trabajar solamente un día a la semana: los miércoles”. De la asamblea se levantó una airada protesta: “¿Todos los miércoles?”. Doña Pasita se preocupó al oír que los recién casados que ocupaban el departamento de al lado discutían airadamente. Ella gritaba: “¡Con eme!”. Gritaba él: “Con ge”. A cada momento los gritos se oían más fuertes. Ella: “¡Te digo que con eme!”. Y él: “¡No! ¡Con ge!”. Inquieta, la buena señora llamó a la puerta de los tórtolos. Abrieron ellos y les preguntó doña Pasita: “¿Qué sucede, muchachos? ¿Por qué pelean así?”. El recién casado se adelantó a contestar: “Acabo de regresar de un viaje que duró 10 días y ella primero quiere comer”. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE

Historias de la creación del mundo.

El Señor hizo al sapo.

¡Qué feo le salió el sapo!

El Señor se apenó mucho.

El Señor hizo a la hiena.

¡Qué fea le salió la hiena!

El Señor se apenó mucho.

El Señor hizo al cocodrilo.

¡Qué feo le salió el cocodrilo!

El Señor se apenó mucho.

Pero llegó la hembra del sapo y le dijo: “¡Qué hermoso eres!”.

Llegó la hembra de la hiena macho y le dijo: “¡Qué hermoso eres!”.

Llegó la hembra del cocodrilo y le dijo: “¡Qué hermoso eres!”.

Entonces el Señor supo que todo estaba bien, y ya no se apenó.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

Por AFA

“.‘Vivo de lo que tengo depositado en el banco’, declaró una guapa mujer.”.

Dijo eso con voz pausada,

nos dejó a todos en blanco,

y se levantó del banco

en el que estaba sentada.