“¿Qué es esto? ¿Por qué me traicionan así? ¿No les da vergüenza?”. El marido se indignó bastante cuando sorprendió a su esposa en refocilación adulterina con su mejor amigo. “Ay, Astasio -le reprochó la mujer-. No seas tan preguntón”. El novio de Glafira, la hija de don Poseidón, fue a pedir la mano de la muchacha. “¿La mano? -respondió con desdén el genitor-. Bueno, si con eso se conforma.”. La voz sonó angustiada en el teléfono de la policía: “¡Un ladrón entró en la casa de la señorita Himenia Camafría! ¡Acudan pronto, por favor!”. Preguntó el oficial de guardia: “¿Quíén habla?”. Respondió la voz: “¡El ladrón!”. En la puerta del manicomio había un letrero: “Prohibido entrar con perros”. Un tipo de aspecto estrafalario llegó arrastrando un cepillo con una cuerda. El portero lo detuvo: “¿Qué no ve el letrero? No puede entrar con su perro”. Replicó el sujeto: “¿Está usted loco? Éste no es un perro. Es un cepillo”. El portero, desconcertado, lo dejó pasar. Apenas traspuso la puerta el individuo tomó en sus brazos el cepillo y le dijo en voz baja: “¡Lo engañamos, Firuláis!”. Afrodisio Pitongo, avieso galán, le pidió con vehemencia a Dulciflor, muchacha ingenua: “¡Hazme el hombre más feliz del mundo!”. Ella se emocionó: “¿Me estás pidiendo que me case contigo?”. “No -precisó el lúbrico sujeto-. Te estoy pidiendo que me hagas el hombre más feliz del mundo por una media hora”. El padre Arsilio reprendió a Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo: “Te vi entrar a la cantina, hijo”. “¡Uh, padrecito! -farfulló el beodo-. ¡Y si me hubiera visto salir!“. Doña Tebaida Tridua, censora de la pública moral (y también de la privada) le exigió con acento perentorio al encargado de la librería: “Inmediatamente retire usted del escaparate ese libro”. “¿Cuál?” -se azaró el librero. Precisó ella: “El que se llama ‘Las 100 mejores posiciones’. Es un libro pornográfico”.”Señora -aclaró el hombre-. Ese libro trata de ajedrez”. “Retírelo de cualquier modo -insistió doña Tebaida-. El título es pornográfico”. Meñico Maldotado, infeliz joven con quien natura se mostró avarienta en la parte correspondiente a la entrepierna, casó con Pirulina, muchacha sabidora. La noche de las bodas ella se tendió en la cama en voluptuosa actitud de Cleopatra, cubierta sólo por un sugestivo negligé que nada dejaba a la imaginación. Meñico, por su parte, se colocó ante el lecho y dejó caer la bata de franela verde que para el efecto le había confeccionada su mamá. Comentó Pirulina, que por primera vez lo veía al natural: “Tres años de noviazgo. Petición formal de mano. Despedidas de soltera. Matrimonio civil. Boda religiosa. Fiesta nupcial con cena y baile. Avión. Hotel. Todo para... ¿eso?”... Un amigo le contó a Babalucas: “Desde hace dos días traigo un hipo que con nada se me quita”. Le sugirió el badulaque: “Ponte a contar ovejas”. “¿Ovejas? -se sorprendió el otro-. Eso de contar ovejas no es para quitar el hipo: es para conciliar el sueño”. “Anda -replicó Babalucas-. Las ovejas qué van a saber”. En la taberna del pueblo relató Venancio: “Los sábados en la noche mi esposa Pilarica y yo hacemos el amor de carretilla”. Preguntó uno, curioso: “¿Cómo es de carretilla?”. Describió Venancio: “La Pilarica se pone a gatas en el suelo. Yo le levanto las piernas y hago lo que tengo que hacer. Así dispuestos, yo de pie y ella con las manos en el piso como si fuera carretilla, corremos de la sala a la cocina, de la cocina a la sala.”. Otro de los presentes se extrañó: “¿Y eso les da placer?”. Respondió Venancio: “Placer, lo que se llama placer, no. ¡Pero cómo se divierten los chicos!”. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

Historias de la creación del mundo.

El Señor hizo a las cigarras para que cantaran y a las hormigas para que trabajaran.

Tal era su designio.

Sin embargo yo conocí a una hormiga que cantaba y a una cigarra que trabajaba.

La hormiga era feliz cantando. La cigarra, trabajando, era feliz.

Al Señor eso no le molesta.

Él lo que quiere es que sus criaturas sean felices, aunque sean distintas.

La hormiga es feliz cuando canta.

Cuando trabaja la cigarra es feliz.

A nadie le hacen daño.

Todos deberíamos ser felices, aunque seamos tan distintos como la cigarra que trabaja y la hormiga que canta.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

Por AFA.

“Cesan a un embajador por haberle hecho una propuesta indecorosa a una secretaria”.

La información mencionada

-señala un observador-

muestra que el embajador

la quería embajada.