“¿Le eres fiel a tu marido?”. “Sí. Muchas veces”... “Viejo: ¿te gustaría una segunda luna de miel?”. “¡Desde luego! ¿Con quién?”. “Va usted manejando por en medio de la carretera. ¿No sabe para qué es la raya blanca?”. “¿Para las bicicletas?”... “Vengo a donar sangre”. “¿Cuál es su tipo?”. “Alto, moreno, de ojos verdes, con bigotito”... “¿Por qué camina así, joven Babalucas? ¿Le sucede algo?”. “No me pasa nada. Pero en la puerta hay un letrero que dice: ‘Pase usted - Abierto’”. “Perdí mi empleo. Fui desplazado por una computadora”. “No te apenes. Millones de personas en el mundo, tanto en las oficinas como en las fabricas, han sido desplazadas por una de esas modernísimas computadoras”. “Sí, pero a mí me desplazó una calculadora de bolsillo de un dólar”... “Quiero conocerte mejor, Gerineldo. Háblame de tus sueños, de tus ideales, de tus esperanzas, de tu sueldo...”... “Somos del censo, señor”. “¿Qué es eso?”. “Queremos saber cuántos habitantes tiene el país”. “¡Uh! ¡Si ustedes no lo saben menos lo voy a saber yo!“... „Señor presidente del Congreso: me acabo de topar con el diputado Roñona, y de buenas a primeras me dijo: ‚Vaya usted a tiznar a su madre‘“. „Estimado compañero: revisaré cuidadosamente el reglamento de la Cámara, pero de momento no recuerdo ningún artículo que lo obligue a ir”... Estamos en presencia de una de aquellas famosas espirales de Vico según las cuales la Historia parece repetirse. (El que no conoce la Historia está condenado a ser guía de turistas). En efecto, uno de los lemas del porfiriato fue: “Poca política; mucha administración”. Ahora en México estamos al revés: se ve demasiada política -politiquería, más bien- y no se advierte administración por ningún lado. Una voluntad única se ha apoderado del país. Los partidos que deberían presentar una vigorosa oposición lo único que hacen es gravitar onerosamente sobre la economía nacional. Si a eso le sumamos 500 diputados -¿para qué tantos?, preguntamos- ya se entenderá que el día menos pensado la plataforma continental de la República se hundirá en el océano, con todo y zócalo submarino, bajo el peso de los acontecimientos. Mientras tanto el país va cuesta abajo. No quiero abrir las puertas a la desesperanza. Lejos de mí tan temeraria idea. La última vez que abrí las puertas a la desesperanza se produjo un chiflón que me pegó en el lomo y me causó un enfriamiento que ni el té de gordolobo me podía quitar. Y es que aire por detrás nomás el que sale es bueno. Lo que quiero decir es que ya va siendo tiempo de hablar con la verdad, sobre todo si lo único que se hace por parte del gobierno-aparte de elefantes blancos- es hablar... Recordemos ahora el desastrado cauce del explorador que con su esposa fue a Nepal en busca del Abominable Hombre de las Nieves. En un valle nevado lo encontró: ahí estaba el Yeti, un gigante descomunal de horrible traza. Vio el monstruo a la mujer, se abalanzó sobre ella y la tomó en sus membrudos brazos. “¿Qué hago?” -le gritó con desesperación la mujer a su marido. Le sugirió el explorador: “Dile lo que siempre me dices a mí: que te duele la cabeza”... Hurgando en los cajones el travieso Pepito dio con un traje de Santoclós. Fue con su padre y le dijo: “Lo sé todo”. El señor se alarmó. Le dio un billete de 100 pesos y le pidió en voz baja: “No le digas nada a tu mamá”. El niño fue con su madre y le dijo lo mismo: “Lo sé todo”. “¡No le vayas a decir nada a tu papá!” -se asustó la señora. Y le entregó al chiquillo un billete de 200 pesos. Pepito, entonces, fue con el vecino: “Lo sé todo”. Exclamó el vecino, emocionado. “¡Ven a mis brazos, hijo mío!”. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

¿Quién fue el anónimo filósofo, teólogo eminente, conocedor profundo de la naturaleza humana -y la divina- y además artesano de gran mérito, que hizo esta figurilla de barro que está en mi Nacimiento?

La figura representa al ermitaño en su cueva. Arriba, de pie sobre una roca, el ángel canta su “Gloria a Dios en las alturas...”. Abajo una pastora de abundoso seno lava su ropa en un pequeño arroyo de papel plateado. El ermitaño tiene un ojo puesto en el ángel y el otro en las mórbidas redondeces de la lavandera.

De barro estamos hechos los humanos, igual que el ermitaño. Vivimos con un ojo puesto en el sinuoso gato de las terrenas tentaciones y el otro en el complicado garabato de lo eterno. Por eso amo y comprendo a mi ermitaño -amar es comprender-, y lo coloco en un sitio destacado del mínimo paisaje navideño.

De esa manera pongo en el Nacimiento algo de mi autobiografía.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

Por AFA.

“... A pesar del tiempo transcurrido Mónica Lewinsky sigue haciendo declaraciones...”.

Cuando se escriba la crónica

de este caso desastrado

sabremos lo que ha pasado:

se le va la lengua a Mónica.