El mal ejemplo

La Torre Trump

¡Al fin, en medio de los escándalos y la división, se va Trump! Su ejemplo, por desgracia, queda: el de un mandatario soez y soberbio incapaz de creer en su derrota y pretender, sin el menor documento ni testimonio alguno, derrumbar las elecciones en su país con su cuestionable democracia mientras lo que caía estrepitosamente era su autoridad moral... si algo le quedaba.

Para vergüenza de los mexicanos, las ofensas, injurias, descalificaciones y, sobre todo, el muro de la ignominia que visitó para refrendar su odio y su ceguera contra los millones de llamados “indocumentados” cuya mano de obra permite una mayor competitividad comercial de los productos estadounidenses, quedaron en el aire porque el presidente de nuestra gran nación bajó la cabeza de manera ignominiosa el 8 de julio del año de la pandemia y elogió a su colega –nunca mejor el término-, ¡por respetar nuestra soberanía! No será posible olvidarlo salvo por los amnésicos que aplauden como focas irracionales todo cuanto pueden.

La farsa ha llegado al peldaño más alto. El miserable Donald, cuyo mandato expira esta noche, azuzó a sus simpatizantes a tomar el Capitolio el miércoles 6 pasado y luego siguió en su irracional conducta para prolongar los amagos y las manifestaciones –armadas-, por todo el país en un intento baladí de ejecutar un golpe de Estado a la medida de su burda política xenófoba, racista y rebosante de intolerancia hacia cuantos opinaron distinto de su gestión de barbarie indisimulada. Si a este sujeto no se le condena, aunque arrastre 73 millones de votos fanáticos, la justicia habrá perdido una batalla de la mayor importancia para el mundo.

Lo mismo podría decirse de México en donde el “ejemplar” comportamiento de AMLO y su testaferro Hugo López-Gatell, un vividor de la epidemia, mostraron tal incongruencia que optaron por hacer lo contrario de lo solicitado a la ciudadanía: andar sin cubrebocas, lanzarse a la playa y a los restaurantes en el caso del segundo mientras el primero se limitaba a guardar hipócritas minutos de silencio por las muertes por Covid mientras retrasa la vacunación indispensable para fines electorales. ¡Y qué me caigan encima los esbirros que ya perdieron la historia! Veremos cómo quedan al final de este macabro periodo.

Y entre los rastreros de la 4T –tragedia-, coloca su nombre en la cúspide el veterano pandillero Gerardo Fernández Noroña que llegó al extremo de negarse a ponerse cubrebocas ¡en Venezuela!, donde es obligación portarlo en la Asamblea a donde estaba invitado y no fue por esta soberbia inaudita invalidando la sentencia del Benemérito: “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Más ahora que nunca es válido el apotegma porque no se trata de preservar la libertad individual, como han pregonado los mesiánicos amlistas –no me gusta el término amlovers porque nos rebaja a quienes los hemos tolerado sino éste que se acerca mucho al de animalistas-, sino que por encima de ésta debe situarse la de la colectividad, el derecho ajeno a ser respetados sobre todo por la malhadada clase dirigente. Siquiera eso.

Qué no se encarcele a Trump. Existe un magnífico zoológico en Nueva York y otra en San Diego en donde podría reposar, de por vida, tras los cristales a prueba de todo, en el espacio de los gorilas más conocidos del universo. ¡Hay tantos! Allí podría caber el espécimen para salvar del desprestigio a la cadena de mando estadounidense.

Y hasta esta noche semejante sujeto tiene el control nuclear. A ver si no se le ocurre una última locura. Por desgracia no todos tenemos disposición de búnkers, legados de Calderón a la cobardía presidencial.

La Anécdota

Cuentan las malas lenguas que el miserable anaranjado de los 73 millones de votos, se construye una réplica de la oficina oval en su célebre torre neoyorquina con todo y los remates dorados de los que dotó a la original durante los últimos cuatro años.

Verdad o mentira, el caso es que los mandatarios mexicanos sí que han hecho suya la idea. Vicente Fox, por ejemplo, construyó en su paraíso de San Cristóbal, en Guanajuato, una réplica exacta del despacho presidencial de Los Pinos. Ya no existe ni el original ni el sucedáneo; luego de una irrupción en 2019 de un comando armado a su propiedad decidió alejarse del país y despidió a sus empleados llevándose la mayor parte de sus enseres que no son pocos.

Las coincidencias entre los mandatarios no son casualidades sino afinidades escondidas entre quienes usufructúan el futuro de sus naciones con la mayor ligereza.

loretdemola.rafael@yahoo.com