Circo de Tres Pistas

Premio de Periodismo

El Palacio Nacional y sus prolongaciones –en donde está el presidente radica la sede del Ejecutivo federal-, se han convertido, a lo largo de estos veintinueve meses últimos en un enorme circo de tres pistas: el Ringling and Barnum & Amlo. Es muy taquillero y sirve para disimular las penas y los dolores de una sociedad manipulada y manipulable que además, en buena parte, es masoquista, esto es le encanta sufrir al revalidad el ejercicio de sus mayores torturadores, los domadores de seres humanos que creen en una libertad, del otro lado de las rejas en donde se encuentran las fieras opositoras resistentes ante los embates del látigo de la represión. Las funciones, además, son gratuitas como una aportación del “buen gobierno”.

Pues bien los eventos circenses, con animales en las gradas, inician muy tempranito con el show de los payasos-doctores que hacen de las mañaneras –así se llama el sketch-, un deleite para quienes gozan lastimando sus propias conciencias para caer en el garlito: “es un honor estar con Obrador”, es el grito que les sale del alma ante los ejercicios precisos del mayor malabarismo político de la historia.

Nunca hay culpa –ésta es solo del “pasado”-, ni arrepentimiento porque, no faltaba más, hasta la peor pandemia de la historia y el hecho de que México sea el país con mayor letalidad y muertes por covid en el mundo le van como “anillo al dedo” al gran histrión de Palacio. Tal sucede en la pista central, con el escudo nacional de fondo y una bandera tricolor delante de la cual hace guardia el dueño y anunciador del espectáculo.

En el círculo de la derecha, menos llamativo pero igualmente representativo, se encuentran los cuarteles nuevecitos, recién inaugurados por quien jamás habla de los narcotraficantes y solo se empeña en acusar a la “mafia del poder” sin definir quiénes la forman; quizá él mismo. Con ello hace crecer a las fuerzas armadas como el símbolo de fuerza bajo la cual se ampara la gran carpa de la farsa nacional con una masa mediáticamente aprehendida, encarcelada, por el hipnotismo de los colores, las referencias subliminales –Morena como la virgencita del Tepeyac-, y la palabrería obstinadamente perversa: la forma la altisonancia de los lugares comunes apretados en una suerte de irracionalidad sumisa.

En el ruedo de la izquierda observamos al mundo cibernético cargado de hackers, youtubers aduladores y robots que parecen humanos pero son, más bien, las momias del pasado. Ver a Manuel Bartlett es un arrojado intento por verificar cómo se filman las películas de terror. Además, contamos con los socorridos “ninis” –ni estudian ni trabajan-, a quienes se beneficia con bonos bimensuales mientras el adalid del presente, el famoso mesías de Macuspana, inaugura universidades del “bienestar”... sin alumnos ni maestros. Pura fachada como la escenografía patética de los “clowns” que queman estructuras de cartón para alimentar los escondidos y oscuros deseos de los incendiarios.

Volando entre las localidades, acaso buscando presas para devorar como carroña –la de quienes no quieren pensar en el porvenir-, se aprecian a los buitres que llevan sobre sus alas a los gatopardos de Andrés: gritan que todo cambia pero el circo no se modifica un ápice.

La Anécdota

Si hubiera justicia en México, todo el gremio de informadores debería proponer a Carlos Pozos, el imbatible e insustituible “Lord Molécula” para ser recipiendario de los premios nacionales de periodismo, a la medida de la 4T, por su perseverancia en el halago rastrero además de su fama bien ganada de socorrista de Jesús Ramírez Cuevas, vocero que se dice presidencial, quien le acomoda los scripts de cada mañanera.

El mandatario que fustiga al periodismo crítico –el único con validez ante los mercenarios y limosneros de la letra impresa-, no ha cesado en mostrar su gratitud al invaluable personaje que coloca al propio AMLO y a los seguidores del Lord de todas las mañaneras en el mismo nivel.

¡Loor para él! ¡Y gracias, señor presidente!

loretdemola.rafael@yahoo.com