Maniobras Militares
Cárteles Triunfantes
Curiosa la estrategia de AMLO: entregarles la realización y administración de las obras públicas al ejército –la armada ya reclama paridad-, a cambio de retirar a los efectivos de sus funciones, en concreto preservar la seguridad del Estado y por ende combatir al narcotráfico cuyas células principales se arrebatan territorios poniendo en jaque a gran parte de la población.
Por ejemplo, en Zapopán, Jalisco, convertido el municipio en una conurbación de Guadalajara, lo que menos contó fue la inseguridad de la ciudadanía a la hora de enfrentar a la hija de “El Mencho”, Jessica Johana Oseguera González, quien además se llevó a unos marinos a quienes mantuvo unos días en su poder hasta que fueron soltados, humillados y acaso adoctrinados, por el propio Cártel Jalisco Nueva Generación.
A la cabeza de “El Mencho”, Nemesio Oseguera Cervantes, le ha puesto la DEA precio: diez millones de dólares pos su captura; es considerado uno de los criminales más buscados y junto al verdadero capo del Cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada García –quien ya cuenta con 73 años-, siempre han podido eludir los múltiples operativos de la SEDENA y la SEMAR porque de la Guardia Nacional no podemos siquiera hablar en este tenor: es el reemplazo lópezobradorista para la inútil Gendarmería de Peña.
El hecho concreto es que alimentando las ambicione de los mandos castrenses han dejado el territorio mexicano convertido en una especie de campo de guerra entre los sicarios de distintas filiaciones mientras la población permanece indefensa a diferencia de la execrable postura con la cual AMLO justificó la liberación de Ovidio Guzmán López, “El Ratón” o “El Gato Negro”, hijo del conocido “El Chapo” encarcelado en los Estados Unidos en aislamiento total, el pasado 17 de octubre de 2019 cuando devastó al estado de derecho asumiendo que con ello se preservaba a las familias de Culiacán. ¿Y las de otras poblaciones, como las de Zapopan, están en otro nivel y no tienen el mismo derecho?
La farsa escala grados muy altos hasta el punto de que, como nunca antes, el general secretario, Luis Cresencio Sandoval, llamó a los miembros del ejército y a los mexicanos a integrarse “al proyecto político de Andrés Manuel López Obrador” en una actitud peligrosamente rastrera en la que confundió las lealtades primigenias de las fuerzas armadas: guardar lealtad, sí, pero al pueblo soberano y no al perentorio ocupante del Palacio Nacional sobre el cual gira le espada negra de Damocles sobre la revocación de su mandato.
Lo cierto es que, en los momentos más álgidos, los jefes uniformados tienden a tranquilizarse con mayores prebendas por parte del gobierno civil lo que ha puesto en una situación de incipiente rebeldía al sector de soldados y mandos patriotas, los hay, que no aceptan los niveles de corrupción vistos en la TTTT y en cuanto ha promocionado para maniatarlos.
No olvidemos que incluso el secretario de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganiz Díaz Leal, adujo que no era correcto trasladar la responsabilidad de las obras públicas a los militares porque su dependencia era la que debiera tener esta responsabilidad y hasta anunció que decirlo podría costarle el cargo como sucedió con su antecesor, Javier Jiménez Espiriú, quien corrió cuando fue enterado que se le investigaba a través del SAT y con el ex titular de esta persecutora, Santiago Nieto, como punta de lanza.
En este sentido, lo único cierto es que la división entre las fuerzas armadas es cada vez mayor... y el presidente está siendo obligado a bajar la presión con nuevas y ostentosas ganancias que nadie conoce a cuáles bolsillos van a parar.
La Anécdota
Es un hecho que los cárteles le están ganando el pulso a un gobierno amedrentado e incapaz de cumplir, siquiera, sus promesas sociales básicas. Ni se ha terminado con el huachicol ni se ha combatido la corrupción interna ni se ha procedido con sapiencia en el manejo de la pandemia; distribuye dinero, nada más.
Por supuesto, los cárteles Nueva Generación de Jalisco, el de Sinaloa –que se extiende a todo el litoral del Pacífico-, los Zetas y otros más parecen tener vías abiertas para proceder contra las escasas fuerzas de seguridad del gobierno, obviamente comprometido hasta el cuello con los primeros. Quizá por ello se recibe con tanto beneplácito a AMLO en los territorios abiertamente conquistados por los sicarios. Solo les falta declarar su autonomía.
Andrés se ha convertido en todo aquello que juró combatir. Lo repito una vez más: ya perdió la historia.
loretdemola.rafael@yahoo.com