Debajo del Cinturón

Necedad como Norma

En el boxeo se considera que los golpes debajo del cinturón son faltas que restan puntos al combatiente abusivo; por desgracia, esa “sana” costumbre no se extiende a la política en cuyo seno lo habitual es la tarea sucia, el forcejeo, la agreste violencia que demerita la lucha y sus propósitos elementales y se vuelve vigorosa cuando los acuerdos soterrados, con grupos de condición diversa e incluso patológica adheridos al verdadero poder, el de las mafias que son superiores a cualquier otro poder, invulnerables diríamos, por lo cual podrían reclamar para ellos la soberanía pactada en lugar de la popular que no vale el pale en donde está inscrita.

Hablamos no hace mucho de que no hay posibilidad alguna de acceder al poder, en México y otras naciones como Estados Unidos la falsamente impoluta que se desmorona, sin relaciones profundas con quienes detentan el verdadero mando territorial, en cada plaza, y se vuelven intocables aunque se dé la parodia de las capturas escandalosas que no trascienden a la cúpula. Por ejemplo esta fue la razón para determinar el circo montado en Culiacán, el 17 de octubre de 2029, cuando el gobierno mexicano cedió ante las amenazas de Ovidio Guzmán quien quedó libre por miedo de la contraparte oficial y con el visto bueno de un presidente tan medroso que debió proponer un nuevo estatus para los sicarios: “también son seres humanos y partes del pueblo”.

No así los periodistas ni los empresarios ni los profesionales –todos ellos dentro del desdeñoso término “fifí” que aceleró a la sociedad, de la clase media baja hacia arriba-, vistos como garantes del conservadurismo. Parece ignorar Andrés, sometido a su incultura y dirigido por su mujer quien ya cometió no pocas pifias desalentadoras-, que los grandes movimientos sociales, las revoluciones y los estallidos siempre se dan desde adentro de la burguesía o con la dirección de ésta sin excluir al movimiento bolchevique que acabó con el zarismo en Rusia en unas cuantas horas y con un puñado de militantes.

De allí lo peligroso de iniciar una redada por supuestas conjuras contra la estabilidad del país, es decir enfrentando a quienes se considera planeadores de un hipotético golpe de Estado -circunstancia que desnuda el miedo en las alturas por la pérdida notable de controles por parte de la Presidencia de las falacias y los engaños-, por el solo hecho de manifestarse en contra de un mandatario rebasado, bloqueado por su formato opositor interior y sin idea real de cómo gobernar. Lo peor es que el desgaste por tantos años de presidentes inescrupulosos y asesinos mueve al rencor y al cansancio que ahora se vuelca contra Andrés y su gatopardo. Hagan cuentas.

Si ya se habla de golpe de Estado, a casi veintiocho meses de su finiquito, es porque el país no ha sido solamente víctima de la pandemia maldita sino de otro virus letal: el perverso presidencialismo autoritario con maridaje con una partidocracia en donde la mayoría de legisladores pueden hacer cuanto les venga en gana con el aval superior, claro.

La trampa es tan evidente que no me pidan “pruebas” sobre los hechos.

La Anécdota

La mariguanada mayor de quienes integran el gabinete presidencial es obra del demagogo y farsante Hugo López-Gatell, el mago del ocultamiento de las cifras del Covid-19: “El presidente es un factor moral, no de contagio”

La ineficacia así como el actuar rastrero son también un factor de corrupción, podría agregarse. Pero, por lo visto, acusar de corrupción a un miembro del “team” es más grave que el número de muertos por la pandemia y la superior cifra de asesinatos acumulados. Fíjense en la Secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, y en el consorte de ésta, John Ackerman –sumiso y falso investigador- para corroborar lo que, de verdad, significa la 4T –más trampa que transformación-.

loretdemola.rafael@yahoo.com