Cervantes feminista y feria cancelada en Coyoacán

No hay duda que las ideas de Cervantes sobre las mujeres pasan por un abanico de personajes como Teresa Panza, la esposa de Sancho, Dorotea, Lucinda, la Duquesa o Dulcinea, la tabernera idealizada, entre otras. Pero destaco a la pastora Marcela, con su discurso libertario y emancipador, frente a la muerte de Grisóstomo que le reclama el amigo Anselmo en el tránsito fúnebre hacia la sepultura del muerto de amor. Marcela ha elegido vivir en los montes, libre, cuidando cabras, charlando con las zagalas de las aldeas. Su hermosura es elocuente y es arma de dos filos: los hombres caen prendados de ella. Grisóstomo no es la excepción, Anselmo le reclama la muerte de su amigo, a quien mató por no corresponder a su amor. Marcela, desde lo alto, enfrenta al séquito después de que Anselmo la llama fiero basilisco y explica que no es culpable de la muerte del pastor. ¿Por qué está obligada a corresponder? ¿Si fuera fea entonces sería ella la que reclamara por no ser sujeto del amor de otro? Sus palabras son elocuentes, tienen sentido cinco siglos después. Cervantes se adelanta con este personaje, que para poder ser fiel a sus deseos se refugia en la soledad de los montes: «A los que he enamorado con la vista he desengañado con palabras; y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo, ni a otro alguno (…) bien se puede decir que antes lo mató su porfía que mi crueldad». Marcela defiende la libertad de elegir, la no obligatoriedad de corresponder sumisa a los deseos del otro. Su hermosura no la obliga a ser de otro. Y «según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide y ha de ser voluntario y no forzoso”. Todos la miran perpleja cuando al final de su diatriba, hipnotizados por la belleza de sus ojos, ajenos a sus palabras la quieren seguir y Don Quijote sale en su defensa.

Ninguna persona, de cualquier estado y condición se atreva a seguir a la hermosa Marcela, so pena de caer en la furiosa indignación mía… Y exige el respeto para quien con tanta honestidad expresó “cuán ajena vive de condescender con los deseos de ninguno de sus amantes…”.

Marcela es el argumento precoz de cuerpos gobernados por la voluntad de ser fiel a lo que se quiere. Su cuerpo es su territorio, el alma y el deseo su voluntad. La hermosura, un don por el que no se esforzó. La libertad, en cambio, exige una postura, una convicción y su defensa.

Más admiro a Cervantes cada vez que leo el capítulo de la pastora Marcela en el Quijote. 1605, mucho nos da de qué pensar. Me hubiera gustado una sobremesa con el escritor. Y hablando de libros…

Arbitraria cancelación de la feria del libro de Coyoacán este fin de semana. El colectivo Cultura Lectora de la CANIEM, que ha organizado ferias del libro durante ocho años, iba a estrenar en el jardín Hidalgo, en el centro de Coyoacán, la Feria del Libro y las Artes, con la participación de 90 editoriales y varias presentaciones de libros, entre las que estaba incluida, del 12 al 22 de marzo. Mientras instalaban sus carpas el jueves 12, como consta en el video que tomaron los organizadores, y después de tener el permiso de la alcaldía —que revocó la autorización unilateralmente hace una semana, lo que provocó una demanda que ganaron los organizadores con la garantía del derecho al acceso de la cultura y en la que se otorgó la suspensión a la revocación y se ordenó a la alcaldía acatar la instrucción para que se llevara a cabo la feria— fue impedido el montaje de las carpas por una empleada de la alcaldía que dijo llamarse Anabel, pero no se identificó, con el apoyo de los policías. Esta manera artera de negar el espacio a los libros, de bloquear la convivencia entre autores y lectores es una demostración del desdén a la cultura y el diálogo que las autoridades en turno manifiestan. Como coyoacanense, como escritora y como ciudadana señalo el agravio y me sumo a la indignación de Daniel Nelson y el resto de los organizadores, editoriales y autores menospreciados.

Los políticos y sus cachanchanes parecen no haberse dado cuenta (no me extraña) que ellos son pasajeros, que su poder es un chispazo de grandeza o mezquindad: los libros y la palabra permanecerán. Son memoria. Si lo vieran, harían algo porque su nombre y su momento de gestión estuviera ligado al brillo del diálogo que la palabra impresa ofrece.