El Instituto Nacional Electoral es resultado de numerosas reformas electorales que lo crearon, dotaron de atribuciones y de autonomía, ciudadanizaron y ampliaron su competencia.

Hoy es la institución mejor acabada de la democracia mexicana y piedra angular en la transición a un sistema democrático, teniendo como directrices el respeto al voto, la participación ciudadana, la capacitación electoral y la equidad en la contienda.

El INE ha hecho posible la transferencia pacífica, ordenada y democrática del poder público durante los últimos 30 años, asegurando la organización y el arbitraje de 10 procesos electorales, 5 de ellos, elecciones presidenciales.

Hoy el reto no es reinventar al INE ni refundarlo, sino consolidar nuestra democracia en la vida cotidiana de la sociedad y los gobiernos. Es un hecho que la democracia procesal, de la que se encarga el INE, ha sido alcanzada y se conserva gracias al apego a la norma constitucional y a los lineamientos establecidos, no sólo por el propio órgano autónomo, sino por el poder legislativo, partidos políticos e instancias jurisdiccionales.

En el curso de un siglo, el sistema político mexicano ha experimentado avances trascendentales en su sistema de representación, permitiendo el desarrollo de un sistema de partidos competitivo compuesto en la actualidad por 7 partidos nacionales; la creación de instituciones especializadas como tribunales electorales y fiscalía electoral; y una participación ciudadana que se ha incrementado de manera sostenida en elecciones presidenciales e intermedias a partir del 2003.

En este sentido, 2020 no puede, ni debe, quedar registrado en la historia como el año del retroceso mexicano en su vida electoral.

Ante el surgimiento de propuestas, que parecen más ocurrencias, pero no por ello dejan de representar un riesgo para la vida democrática del país, el Partido Revolucionario Institucional da un paso adelante y reitera que no estará de acuerdo ni apoyará reforma alguna que busque trastocar la vida institucional del INE, remover a sus autoridades legítimamente electas, ni menoscabar el federalismo desapareciendo a los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLEs).

Después de todo, no se podría hablar de un sistema de pesos y contrapesos que equilibre los poderes de la unión, del federalismo y de la conjunción entre sociedad y gobierno, si no contamos con legalidad y legitimidad en la integración de los órganos del Estado.

El PRI apuesta a seguir encabezando la consolidación democrática de México y en esa ruta no tiene lugar el debilitamiento del INE.

Las elecciones del 1 de julio de 2018 fueron ejemplares gracias a la labor del árbitro electoral con que contamos; debemos reconocer al Consejero Presidente, Consejeros Electorales y a toda la estructura del Instituto por ofrecer garantías y dar certeza a nuestros procesos electorales. Fundamental que no debilitemos al INE por querer mayoritear a la mala lo que debería refrendarse con el voto auténtico y legítimo de la ciudadanía.

Presidente del CEN del PRI.