Frontera Sur, con hambre, sed de justicia y éxodo

En reiteradas ocasiones, durante su estadía en la Frontera Sur como obispo de la Diócesis de Tapachula, el ahora arzobispo de Acapulco y jefe de la Iglesia Católica en el estado de Guerrero, Don Leopoldo González González, me plantearía su preocupación por la migración de los jóvenes de la montaña y de las partes bajas de la Región Soconusco, que gradualmente han convertido a los pueblos de origen en espacios desolados donde quedan solamente sus esposas con sus hijos y los abuelos.

Indefensión total ante la adversidad motivada por la desesperación de quienes, ante el abandono federal traducido en la cancelación de apoyos económicos –créditos a la palabra-, para producir sus tierras, han optado y lamentablemente continúan haciéndolo, por salir hacia otras latitudes para superar la pobreza extrema que deriva en hambre, desnutrición, enfermedades al carecer de servicios de salud, educación, vivienda digna y trabajo productivo.

De 2005 a 2017, tuve la oportunidad de estar en permanente comunicación con Don Leopoldo y tener la oportunidad de ser invitado para acompañarlo en su labor pastoral por los pueblos de la Sierra Madre (El Porvenir, La Grandeza, Motozintla), donde pude constatar junto con él los graves problemas de insuficiencia alimentaria y marginación de los orgullosos descendientes de la etnia Mam, que se comparte con Guatemala.

En su homilía, siempre les recordaba que para enfrentar la crisis alimentaria, deberían volver a sus costumbres ancestrales de las huertas familiares, sembrar hortalizas para el autoconsumo en los patios de sus casas, volver a la crianza de gallinas, a la siembra de maíz y frijol, lo cual les evitaría pasar hambre.

Chiapanecos adultos y niños de la montaña, de baja estatura y pálidos, como signos de la desnutrición en muchos casos de tercer grado y por lo mismo víctimas fáciles de males comunes y simples, por las bajas defensas en su organismo.

Penetración sin medida de las empresas de bebidas de cola o alcohólicas y alimentos chatarra, que conforman un panorama todavía mayormente complejo, al ser más fácil encontrar en el lugar más apartado de la montaña estos productos que afectan su salud, que un litro de leche.

Es el mundo de los olvidados de siempre, cuyos descendientes se han convertido también en parte de las caravanas de chiapanecos de la Costa-Soconusco y Sierra, que han emigrado en la búsqueda de un futuro mejor para sus familias, a las que se han sumado de otros municipios empobrecidos de la entidad, como La Trinitaria, en la Región Selva.

Masa de seres humanos en desgracia, que en los años recientes se ha acrecentado, para conformar los nuevos nómadas laborales, que en 2018, según el Banco de México, generaron divisas a Chiapas, del orden de los 800 millones de dólares, representando un aumento de 30 por ciento, con respecto a 2017, como efecto de las amenazas de deportaciones masivas de indocumentados, anunciadas por el Presidente Donald Trump.

Un recurso que es transferido vía bancos a familiares, quienes lo utilizan fundamentalmente para comer y vestirse, y en lo posible mejorar sus viviendas para hacerlas más seguras, así como adquirir los insumos para sembrar y mejorar su alimentación e ingreso.

Desde hace poco más de dos décadas, el flujo hacia los Estados Unidos, de campesinos e indígenas chiapanecos, se ha incrementado significativamente, una vez firmado por el entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con Canadá y Estados Unidos, que estableció como obligatoriedad para el gobierno de México, la cancelación de subsidios a la producción en el campo, bajo el argumento que continuarla implicaría una competencia desleal con los empresarios agrícolas de la Unión Americana.

A partir del sexenio de Salinas de Gortari, se cumpliría hasta la fecha, con la consigna dictada por Estados Unidos, para hacer de México un país dependiente de su agricultura, dejando muy atrás los años 80 en que el país no únicamente era autosuficiente en materia alimentaria, sino importante exportador de excedentes.

Cumplimiento del TLC pactado en medio de la ignorancia y desinformación de la gran mayoría de la población nacional, que daría margen amplio de maniobra a Salinas de Gortari de someter a toda una nación a los intereses ajenos, donde los distintos regímenes republicanos-demócratas, no solamente no dejarían de apoyar con todo a sus productores agrícolas, sino a incrementar todo tipo de ayudas, para convertirlos en uno de los principales proveedores alimentarios del planeta.

Después de ser Chiapas a principios de la década de los 80, uno de los graneros del país, la entidad se vería en la necesidad de importar frijol de Africa, durante el sexenio de Juan Sabines Guerrero y de Vicente Calderón Hinojosa, que se caracterizaron por la indiferencia del campo y el despilfarro de recursos en proyectos que nunca se concretaron, como el de la producción de biodiesel, a partir del piñón, iniciando con la construcción una planta con un costo de varias decenas de millones de dólares, en cooperación con Colombia, que nunca generó un litro del combustible, porque los sudamericanos carecían de la mínima experiencia en este rubro.

Hoy, el abandono e indiferencia de los gobiernos federal y estatal, continúa hacia los hombres y mujeres del medio rural de la entidad que han convertido en permanente su peregrinar, en búsqueda de una vida mejor, exponiendo sus vidas al incursionar en el desierto estadounidense o ser víctimas de bandas de rancheros homofóbicos que llegan al extremo del asesinato impune, en contubernio con autoridades federales fronterizas.

La corrupción cínica e impune, que ha estado siempre presente en el quehacer gubernamental de Chiapas, ha sido factor determinante en la desviación de recursos federales y estatales, que han favorecido el fortalecimiento de la marginación ancestral de una mayoría poblacional, destacando preponderantemente las etnias que superan más de una tercera parte del conglomerado social.

Situación que ha desembocado en condiciones vergonzosas para un estado rico por naturaleza, al ocupar junto con Oaxaca y Guerrero, los primeros lugares de pobreza extrema y desnutrición por insuficiencia de alimentos, por lo que en 2013 el Presidente Enrique Peña Nieto decretara el arranque de la Cruzada Nacional contra el Hambre, en la Región indígena de Los Altos, en el Altiplano.

Un éxodo que desarticula y desestabiliza las familias, que no se ha estudiado a fondo en los lugares de origen de esta tragedia humana, pero que las estadísticas que se dan como rebote del problema, nos refieren a situaciones que dan idea de su magnitud, de acuerdo con información de la Secretaría de Gobernación, que precisa que en 2018, Estados Unidos deportó a 11 mil 528 chiapanecos, subrayando que representaban un aumento de 45 por ciento en relación con 2017, llegando a ocupar el quinto lugar general de los mexicanos devueltos por las autoridades de Inmigración.       

Hoy la importancia de las divisas enviadas al estado por paisanos emigrados a la Unión Americana, se refleja en la mayoría de los 122 municipios, sobresaliendo en el beneficio San Cristóbal de las Casas, Comitán de Domínguez y Tapachula. La capital Tuxtla Gutiérrez no destaca, debido principalmente a que se trata de una jurisdicción laboral eminentemente dependiente de los gobiernos estatal y municipal, así como de la actividad de servicios, por ser una ciudad de alta concentración de todos los rumbos de la entidad.

Sin embargo, esta característica de los tuxtlecos en edad productiva ha empezado a cambiar a partir del cambio de gobierno local, ahora dominado por el Partido Movimiento de Renovación Nacional, bajo la titularidad de Carlos Morales Vázquez, que ha realizado recortes presupuestales importantes que han repercutido en la cancelación de plazas de trabajo de manera indiscriminada.

Mayor desempleo a partir del 1 de diciembre de 2018, en los ámbitos federal y estatal, al decretar el Gobierno de la República la “austeridad republicana”, que en Chiapas mantiene en la desesperación a miles de familias, al carecer de los ingresos económicos seguros.

Situación de despidos que daría comienzo en el final del sexenio de Enrique Peña Nieto, que adquiriría mayor trascendencia y daño a la economía familiar en todo el país y especialmente en Chiapas, donde siempre el problema toral es la falta de nuevas fuentes laborales, al no ser una entidad industrial, sino simplemente generadora de insumos cada vez más insuficientes.

Predominio general en el territorio chiapaneco, de generaciones de egresados de centros de educación, en buen número fraudulentos, por su insuficiencia en la calidad de la enseñanza, que ofertan licenciaturas de dos años de “estudios”, además de que proliferan la desvinculación con la realidad, al impartir carreras sin mercado laboral.

Incremento de un problema de desempleo grave, sobre todo en una Frontera Sur, que en los últimos nueve meses se ha afectado todavía más, al surgir las avalanchas migratorias provenientes de Honduras, conformadas por salvadoreños, nicaragüenses, guatemaltecos, venezolanos, haitianos, cubanos y africanos, que han invadido sin ningún control migratorio o de salud, en principio los municipios colindantes con Centroamérica, impactando los niveles de violencia y actividades del crimen organizado en forma de narcomenudeo, prostitución y tráfico de seres humanos.

Justo enojo de los chiapanecos sin trabajo, cuando en Tuxtla Gutiérrez, en su gira de agradecimiento como Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador anunciaría que a partir del 1 de diciembre, otorgaría en la entidad, trabajo a 80 mil migrantes extranjeros.

Lo más indignante para la situación económica trágica de los más de cinco millones y medio de habitantes, sería cuando el Jefe del Ejecutivo

Federal, informara durante la visita del Presidente salvadoreño a Tapachula, el jueves 20 de junio, que su gobierno aportaría 100 millones de dólares a Honduras, Guatemala y El Salvador, para crear fuentes de trabajo que eviten la migración hacia la Unión Americana.

Extensión del Programa Sembrando Vida hacia las tres naciones del “Triángulo Norte” de Centroamérica, que en Tapachula se ha empezado a desarrollar con carácter de emergencia para cumplir con los compromisos con la Casa Blanca, de poner un alto al tránsito extranjero indocumentado hacia Estados Unidos, al otorgar empleo a más de 25 mil migrantes en 25 municipios de las Regiones Soconusco y Sierra de la entidad.

Los extranjeros recibirán salarios del orden de cuatro mil 600 pesos a seis mil 200 pesos, al mes, con el detalle de que las 584 hectáreas adquiridas por el Gobierno de la República en el anterior sexenio, para la creación de la Zona Económica Especial, se ha cancelado para dar paso a su utilización como área de viveros para la el cultivo de los árboles que permitirán reforestar áreas afectadas por la mano del hombre.

Y mientras las economías de los chiapanecos y de la Frontera Sur se agravan por el desempleo, el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, da prioridad al inmigrante.

Chiapas y Soconusco, como símbolos de la Frontera Sur de México, no merecen este menosprecio.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.