Episcopado: México sometido a imposición de EU

Para donde se quiera hacer, la decisión del Presidente Andrés Manuel López Obrador, de atender el problema migratorio extranjero, acatando la consigna de Washington, sigue recibiendo críticas severas que reprueban la marcha atrás de la tradición humanitaria y solidaria de la Política Exterior de México, con los migrantes y perseguido políticos del mundo.

A tono con los gustos beisbolero del nuevo liderazgo en el poder, representado por la 4ª Transformación del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), toca el turno en el bateo, para colocar una bola de humo imparable, a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que agrupa al alto Clero Católico del país, que acusa al gobierno de la República, de haber sometido a México a los criterios e imposiciones de Washington, aceptando la incoherencia de unir negocios con el derecho y la necesidad de migrar, buscando la oportunidad de una vida mejor.

Nueva voz de alarma en un desierto donde no se escucha y se impone por la voluntad de quien decide en nombre de casi 130 millones de habitantes, al advertir los 95 obispos de la Iglesia Católica nacional, que la dignidad de los mexicanos está siendo vulnerada al ser cambiada por un plato de lentejas, al carecer la actual Administración Federal, de una política migratoria efectiva.  

Y mientras el vecino presidente Donald Trump se vanagloria de la cooperación  anti migratoria de su colega López Obrador, al mantener 21 mil efectivos militares de la Guardia Nacional custodiando su Frontera con Estados Unidos y Centroamérica, además de continuar la construcción del muro que dificultará todavía más el acceso a territorio estadounidense, de miles extranjeros indocumentados, la Conferencia del Episcopado Mexicano crítica al Gobierno de la República:

“Los muros no solo se construyen con piedras y ladrillos sino también con actitudes negativas, como el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional en nuestras fronteras, como una solución fallida para frenar la migración; un muro no atiende a la raíz y a las verdaderas causas del fenómeno migratorio”.

Y ante la marcha atrás del Primer Mandatario de su ofrecimiento de empleo en México, a todos los migrantes que no puedan pasar la línea fronteriza norte y decidan quedarse en México, así como de la cancelación de todos los apoyos concedidos en el inicio de su Gobierno, como el de los otorgamientos de los salvoconductos para trasladarse al norte del territorio mexicano, así como su desplazamiento gratuito y con vigilancia federal y apoyo médico, en cómodos autobuses con  aire acondicionado, pantallas de televisión y baños a bordo, los mandos principales de la Iglesia Católica mexicana, denuncian:

“El combate a la pobreza y a la desigualdad en México y en Centroamérica pareciera quedar sustituido por el temor ante el otro, que es nuestro hermano. 

“La dignidad y la soberanía de nuestra nación, así como la dignidad y los derechos humanos de los migrantes están muy por encima de cualquier negociación, la Iglesia y la sociedad civil han defendido siempre la “no criminalización de las personas migrantes y de los defensores de derechos humanos” que luchan a favor de la dignidad, a contracorriente y con riesgos importantes para su propia seguridad e incluso su vida”.

Enjuiciamiento severo al Jefe del Ejecutivo Federal, sin dejar de reconocer “estar conscientes de la legitimidad y necesidad de tomar decisiones valientes para evitar la imposición de aranceles a los productos mexicanos que se comercian con los Estados Unidos”, pero también plantean que ello no debe ser en detrimento de la soberanía nacional, la dignidad y el respeto a los derechos humanos de los migrantes, la solidaridad entre los pueblos y el trabajo por el bien común de los países necesitados de apoyo y desarrollo digno.

Análisis de los obispos mexicanos en cuanto a la problemática migratoria, que no es exclusiva de centroamericanos y de seres humanos de aproximadamente 55 países que desde antes de la actual crisis han transitado por la geografía nacional sin enfrentar los graves problemas actuales, en el que incluyen a los campesinos e indígenas nuestros, que siguen abandonando sus lugares de origen por factores comunes que enumeran:

“La migración interna y externa tiene como principio el hambre, la pobreza, la violencia, y la falta de oportunidades que reclama la creación de fuentes de empleo y reconstrucción del tejido social. La Iglesia está convencida de que es necesaria y urgente una justa política migratoria que, por un lado, garantice un ordenado, responsable y regulado libre tránsito de personas, y que vele por los intereses legítimos de nuestra nación”.

Conocimiento pleno de los embates manipuladores del Presidente Donald Trump, en tiempos de campaña proselitista en búsqueda de un segundo período de gobierno al frente de la Casa Blanca, que conlleva una denuncia por los abusos impunes y la complicidad del gobierno morenista:

“Miles de migrantes están esperando cruzar a los Estados Unidos huyendo de la violencia y la miseria en sus países de origen. Otros tantos son detenidos y son deportados a México, ahora en base al programa unilateral americano ‘Quédate en México’, bajo el cual miles de centroamericanos, esperaran una resolución de su situación migratoria, colocándoles un brazalete electrónico y restringiéndoles su movimiento a un lugar especifico”.

Documento en que subraya la Conferencia del Episcopado Mexicano: “Hemos externado nuestra preocupación por la falta de acogida verdaderamente humanitaria a nuestros hermanos migrantes, que refleje nuestras convicciones en materia de reconocimiento y protección de los derechos de todos los seres humanos por igual. Esto es una realidad que no podemos evadir.

“Los migrantes están expuestos a graves riesgos en las ciudades fronterizas impidiendo su pleno y libre acceso a la asistencia legal. Como miembros de la familia humana no podemos ser indiferentes al dolor que muchos de ellos viven y que reclama nuestra ayuda humanitaria y el respeto irrestricto a sus derechos humanos”.

El factor denuncia en forma de reiteración  sobre los abusos y hostigamiento que en México se han cometido y continúan ocurriendo en contra de las  Casas, Centros de Derechos Humanos y personas laicas, a las que de igual forma se les ha criminalizado y obstaculizado en las labores de asistencia, protección y defensa de adultos y niños de procedencia extranjera irregular.

Precisión al citar “los casos más recientes ocurridos en el Centro de Atención al Migrante Exodus, en Agua Prieta, Sonora, con la Guardia Nacional; Casa del Migrante de Saltillo, con la Policía Federal; DHIA     y Uno de Siete Migrando, en Ciudad Juárez y Chihuahua, respectivamente, con la Fiscalía General del Estado de Chihuahua”.

Sin embargo, los obispos del país, omiten los acontecimientos arbitrarios cometidos en Tapachula, la ciudad más importante de la Frontera Sur, donde la Guardia Nacional ha subordinado a los agentes del Instituto Nacional de Migración, como en su momento daría la orden la delegada en la entidad, Yadira de los Santos Robledo, lo cual provocaría la cacería de cubanos, hondureños, africanos, haitianos, salvadoreños y de muchas otras nacionalidades, que sin ninguna orden jurídica, irrumpirían en hoteles y casas de huéspedes, para llevárselos detenidos.

Tampoco, la violación permanente a sus derechos humanos, al mantenerlos hacinados en el Centro de Atención Migratoria Siglo XXI, de Tapachula, con capacidad para 500 personas aseguradas, y que ha llegado a los extremos de ser recluidas hasta tres mil 500, en condiciones insalubres y con problemas de alimentación y de salud.

Voz de la Jerarquía Mayor de la Iglesia Católica de México, que en apoyo a los migrantes extranjeros, manifiesta su “actual preocupación en torno al cambio en la política migratoria del gobierno de México, pasando de una actitud de bienvenida, a otra de contención y deportación. 

“La defensa de la dignidad y de los derechos humanos de todos los migrantes. Las redadas en EU con masivas detenciones de migrantes, su trato inhumano, con el grave peligro de la separación de las familias. La amenaza de las deportaciones masivas a México desde diversas ciudades de los Estados Unidos y la política de terror psicológico en la que viven migrantes en ese país”.

Revelación de la persecución y acoso que existe en México contra la Iglesia Católica, por parte de diferentes dependencias de la Administración de Andrés Manuel López Obrador, como la Policía Federal Preventiva, el Instituto Nacional de Migración y la Secretaría de Gobernación, solicitando información que los albergues manejan de manera interna, para salvaguardar la vida de las personas en tránsito.

Extrañamiento de esta situación, ya que el pasado lunes 17 de junio, al reunirse con el Primer Mandatario en Palacio Nacional, la Conferencia del Episcopado Mexicano, encabezada por el arzobispo de Nuevo León, Rogelio Cabrera López, le informaría que para coadyuvar en la respuesta a la emergencia migratoria que enfrenta el país, la Iglesia Católica realiza una importante misión de ayuda humanitaria y defensa de los derechos humanos en el territorio nacional, con la participación decidida y permanente de su 95 Diócesis, 10 mil parroquias, más de 130 albergues y miles de agentes pastorales.

Un encuentro con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, luego de sus deslices y preferencias, junto con correligionarios importantes de MORENA, con líderes de Iglesias Evangélicas, soslayando la importancia del Alto Clero del catolicismo mexicano, como mayoría religiosa en México.

Visita de cortesía de los obispos al Jefe de la Nación, en la que le subrayaron la necesidad de establecer mayor diálogo y colaboración con las diferentes instancias de gobierno para unir fuerzas, coordinarse y garantizar la seguridad

la seguridad de los migrantes y los agentes de pastoral, expresando su preocupación por la criminalización y estigmatización de los extranjeros indocumentados y de los defensores de los derechos humanos.

Perseverancia por el bien binacional, pese a las medidas adversas a los intereses de los mexicanos, al convocar a los Presidentes Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump, a que tomen las decisiones más sabias, dignas coherentes y auténticamente benéficas para México y Estados Unidos, así como velar por la soberanía de nuestra nación, anteponiendo el bien común del hombre como signo de desarrollo humano, madurez e inteligencia.

Buenos deseos y mejores intenciones, que chocan con una realidad en la que el Gobierno Federal mantiene a México en un callejón sin salida, al aceptar el sometimiento y las imposiciones del imperio estadounidense, incurriendo la incoherencia de mezclar los negocios con el Derecho Internacional que protege a los migrantes en el mundo. Una historia sin fin, pese a los muros de contención de acero y de seguridad en la Frontera estadounidense y de una Guardia Nacional Militar al vapor, que seguirá lidiando con avalanchas humanas imparables en el Sur y en el Norte, como ya lo advertiría este domingo 29 de julio, Jaime Calderón Calderón, el obispo de la Diócesis de Tapachula, al reafirmar la voluntad inquebrantable del Clero e Iglesia Católica, de continuar ayudando a aquellos migrantes que por nuestro territorio pasan, buscando llegar a territorio de la Unión Americana.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.