Rescatando el factor del equilibrio social

En este espacio hemos recordado en varias ocasiones aquella frase de Don Arsenio Farell Cubillas, cuando siendo director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (1976-1982), no dudó en afirmar que hasta ese momento el IMSS había sido el principal factor de equilibrio social en México, por su sistema tripartita patronal-trabajadores-gobierno, por lo que más valía cuidarla para evitar conflictos desestabilizadores futuros.

Mexicano visionario, que para reforzar la estrategia encaminada a lograr tal objetivo, de manera complementaria crearía en 1979 el programa IMSS-Coplamar, para extender los servicios de la seguridad social a las poblaciones marginadas y sin capacidad contributiva, que permitiría la realización de campañas de vacunación y la aplicación de tareas de fomento a la salud, consultas en las unidades médicas y medicinas gratuitas, disminución de la desnutrición y complicaciones de embarazo, comunes en las poblaciones rural e indígena del país.

A 40 años de su fundación, ya con el nombre de IMSS-Bienestar, así establecido por la nueva Administración Federal, este brazo operativo atiende en 19 estados, bajo el esquema original que incluyen médicos, enfermeras, paramédicos y administrativos, a 12 millones 300 mil mexicanos, apoyado en cuatro mil 86 unidades de servicio, de las cuales 80 son hospitales rurales de segundo nivel; tres mil 618 Unidades Médicas Rurales; 15 Unidades Médicas Urbanas; 143 Unidades Médicas Móviles; 46 Centros de Atención Rural Obstétrica y 184 Brigadas de salud. Además, 70 albergues comunitarios en donde se alojan a familiares de pacientes de escasos recursos.

Todo bien en cuanto a la solidaridad social, pero en una evaluación general, a 76 años de su creación, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se encuentra inmerso en una grave crisis, resultado de la corrupción, sobrecarga de una demanda de servicios que lo mantiene en un nivel de saturación extrema, que en principio se refleja en un maltrato a usuarios, aunado a la insuficiente infraestructura humana y física, al no haber crecido en paralelo el número de médicos, enfermeras, administrativos e instalaciones, para la atención de 58 millones 900 mil derechohabientes, en el año que concluye.

Todo un reto, en el que se suman los del Programa IMSS-Bienestar, para sumar 71 millones 200 mil personas beneficiadas, que no obstante su compleja situación financiera hacen de la institución, el factor más importante de la paz social en México.

De ahí, la buena nueva anunciada en la 110 Asamblea General del Seguro Social, el 31 de octubre, por su titular Zoé Robledo Aburto, de que en 2020 el Instituto tendrá el mayor presupuesto en infraestructura de su historia, con más de 13 mil millones de pesos, que permitirán crear 10 mil 794 nuevas plazas, de las cuales cinco mil 196 son para esta nueva estrategia de hospitales de tiempo completo

Reconocimiento del funcionario, de que “tenemos quirófanos y consultorios de alta especialidad que no se ocupan en tardes o fines de semana por falta de personal; para corregir esto empezaremos en 36 unidades de medicina familiar que darán consulta todos los días de la semana y en 37 hospitales para cirugía. La meta es que el próximo año pasemos de las 19 mil cirugías que se hacen en fin de semana a 64 mil; y de 521 mil consultas a 898 mil en unidades de medicina familiar”.

Dato relevante en el desarrollo de la reunión, proporcionado a los representantes de los sectores patronal y laboral, de que en las instalaciones del IMSS en el territorio nacional, nacen diariamente más de mil nuevos mexicanos. Ahí estaría como testigo de honor el Presidente Andrés Manuel López Obrador, para escuchar las acciones que sobre la marcha se están implementando para dar respuestas precisas a la problemática compleja actual.

Robledo Aburto consideraría como la más profunda, la relativa al cambio de delegados de oficinas de representación, todo ello bajo un riguroso examen, en el que solamente podrán participar médicos, enfermeras, jubilados y en activo, hombres y mujeres, con experiencia en el IMSS.   

Una evaluación en la que el responsable del Instituto haría también la autocrítica, al aceptar que  “durante muchos años se habló del IMSS a partir de una premisa: su deterioro financiero, luego de su recuperación e incluso en esta asamblea se le dio de alta y se anunció su estabilidad hasta el año 2030. Con toda responsabilidad y seriedad, quiero decirles que eso no es completamente cierto. El instituto sigue en una situación delicada. Si bien hubo indicadores que parecían mejorar, esto nunca fue sostenible, pues se hizo a costa de la precarización de los servicios”.

Citaría por ejemplo, que 2018 fue el año con menos camas por derechohabiente y consecuentemente fue el período en que más egresos hospitalarios por defunción, se registraron en el Instituto. “Los esfuerzos se concentraron en indicadores financieros, pero en cambio también se dejó de cuidar la salud y el bienestar; pasamos de tener una cama por cada mil derechohabientes en 1980 a tener hoy 0.67”.

En el pasado reciente, comentaría, se tuvo una visión financierista en la que privó seguir en el cuidado de los pesos y centavos en detrimento de la garantía de los derechos. Hoy, la tendencia es invertir donde más se necesita para crecer y sanear al IMSS, y que las personas tengan acceso pleno y efectivo al ejercicio de sus derechos. Hay que corregir el rumbo y se tienen las condiciones para hacerlo.

Si bien es cierto que se está en la antesala de una nueva época de reestructuración de la instancia más importante en la atención médica y de seguridad social del país, el columnista observa a la distancia, los poderosos intereses intocables, mezcla de contubernios realizados por décadas, de funcionarios con empresarios privados, hoy constituyen la principal amenaza de privatización de la institución, mediante la continuidad de un perfeccionado sistema de subrogaciones de servicios, que la hacen peligrosamente dependientes, luego de que éstos se habían otorgado en sus propias instalaciones.

Grandes negocios de grupo o personales, han estado y siguen presentes, que han incluido hasta la compra directa de medicamentos con los laboratorios de manera excepcional para algunos delegados estatales, autorizados por la dirección general en turno, pasando por encima de la normatividad obligada, como fácilmente puede corroborarse en los expedientes correspondientes de oficinas centrales.

Ganancias escandalosas en “moches” con la industria farmacéutica y de otros rubros como el de contratación de servicios a laboratorios particulares o de renta de ambulancias y demás planta vehicular, con costos que no corresponden a la calidad del servicio prestado, predominando, como sigue ocurriendo la utilización de unidades chatarra que frecuentemente usan llantas en malas condiciones o fallas mecánicas frecuentes, que no se sustituyen, en perjuicio de los derechohabientes locales y de traslado a los grandes centros hospitalarios de la ciudad de México.

El abandono generalizado y a propósito por orden superior, de la adquisición de equipos de uso frecuente que sustituyan a los obsoletos, para dar paso a la contratación de los servicios equivalentes con valores superlativos, con empresas del sector privado, cuyos costos han ido mucho más allá de las compras que hubiesen hecho innecesarias las subrogaciones.

Aumento de la demanda de atención de enfermos con problemas de riñón, que en lugar de hacer crecer el espacio y número de máquinas para la realización de diálisis y hemodiálisis, ha hecho posible el desplazamiento de la capital del país a la provincia, de empresas especializadas, como ocurre en la Frontera Sur, donde amplias áreas de edificios son ocupadas para recibir a pacientes del Seguro Social y otras instituciones de salud oficiales.

Otros de los males que aquejan a nivel nacional al Instituto Mexicano del Seguro Social, ha sido y sigue siendo, el mal trato de las recepcionistas del personal médico de medicina familiar o administrativo, hacia los derechohabientes, quienes por lo general reciben no la atención de un derechohabiente que también participa con sus cuotas en el pago de los servicios y son vistos como personas a las que se les hace un favor por recibirlos.

Doctores deshumanizados, que los ven como un expediente más, al que brindan pocos minutos de consulta, pues el número de pacientes es tal, que apenas si alcanzará a atenderlos en su horario matutino o vespertino.

Demanda desbordada desde años atrás, que se mantiene, generando una imagen nada grata de la institución, en la que al no tener suficientes médicos de primer nivel, la situación empeora al tratar de canalizar a sus pacientes al segundo, de especialidades, convirtiendo el trámite en una eternidad de varios meses para que ocurra la consulta.

Frecuencia mayor de pacientes de enfermedades incurables como el cáncer, que se quedan en el intento, dada la tardanza y mentalidad burocrática del médico o también de la insuficiencia de personal para brindar la atención que igualmente se vuelve agonía cuando el padecimiento es demasiado agresivo y la respuesta del Hospital de Oncología de Centro Médico Nacional Siglo XXI, puede prolongarse más allá de la urgencia, dada la gran demanda nacional de este cada vez más grave problema de salud, que afecta a todas las edades y clases sociales.

Otro de los problemas torales del IMSS que subsiste, es el desabasto de medicinas, que al no tenerse en inventario de las farmacias de los hospitales, los familiares del enfermo o el mismo paciente, se ven en la necesidad de adquirirlas por su cuenta para poder cumplir con el tratamiento ordenado, aunque dada la carestía predominante, aguardan hasta varios días a que se llegan a tener en existencia.

Vuelta al origen del Instituto Mexicano del Seguro

Social, en 1935, por decreto de ley del Presidente Lázaro Cárdenas del Río, como sistema tripartita, que consumaría el Presidente Manuel Avila Camacho, al promulgar la Ley que a partir de entonces crearía la institución de seguridad social más importante de América Latina, que en su vigésimo aniversario llegaría a otorgar 20 millones de consultas y que actualmente son más de 90 millones, sólo en medicina familiar, aún en su condición compleja por la gran demanda.

Un dato aportado que llamaría la atención acerca de la situación de estancamiento y retroceso del IMSS, sería el de que en 2010, el número de enfermeras por cada mil derechohabientes era de 2.55, índice que descendió a 2.22 en 2018, ocurriendo algo similar con el personal médico, mientras que el número de camas disponible, disminuiría un 25 por ciento.

Nuevos vientos en el IMSS, que sin duda redundarán en el corto plazo, en beneficio de sus 71.2 millones de derechohabientes, que representan más de la mitad de la población de México. Un rescate, que sin duda dará certeza al equilibrio social del país.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.