Pan y circo, más de lo mismo; el sistema no cambia

Comprobado está, que aunque nuestros políticos y Partidos se han definido antes y al asumir la Presidencia de la República, como de “Centro-Izquierda” (PRI); “Derecha” (PAN), e “Izquierda” (MORENA), la coincidencia entre ellos es total, en el manejo de su discurso eminentemente populista.

Pese a promesas de campaña, los cambios comprometidos se han desvanecido al imponerse las reglas de un sistema eminentemente capitalista subordinado a Estados Unidos, que no ha permitido ni antes, ahora, ni tampoco después, que México se convierta en un país comunista.

Hoy, viene a mi mente la charla que en 1980 sostuve en La Habana, con el representante del Comité Central del Partido Comunista Cubano, cuyo nombre me reservo, después de la experiencia mexicana del gobierno del Presidente José López Portillo, de apoyo incondicional a la guerrilla marxista-leninista de Nicaragua.

Le preguntaba, cómo los altos mandos de la isla encabezados por el comandante Fidel Castro veían a México, en cuanto a la posibilidad de constituirse en el corto plazo, en un gobierno de doctrina contraria a la estadounidense definida como del capitalismo salvaje.

Me dirían: Mira Mario, para que México puede convertirse en un gobierno de Izquierda, primero tendrá que serlo antes Estados Unidos y eso, por supuesto que nunca ocurrirá, porque no estarán dispuestos a tener al enemigo a un lado de la casa. Lo que van a hacer, es que ustedes los mexicanos se vuelvan extremadamente dependientes, sometidos cada vez más a sus consignas.

El tiempo daría la razón al visionario miembro del Partido Comunista de Cuba, que durante el mes que estuve enviado por el periódico EXCELSIOR de la ciudad de México, cubriendo la información de la salida de los más de 200 mil isleños disidentes de la Revolución, conocidos como “marielitos”, rumbo a Florida, se reunía conmigo para darme los partes confidenciales del gobierno de Castro Ruz, en relación con la obstrucción provocada por miles de barcazas, a la operación “Escudo Sólido” de la Armada del “Tío Sam”, en el Golfo de México, que me permitieron estar profesionalmente por encima de mis colegas estadounidenses Jo Thomas de The New York Times y Marlise Simons, de The Washington Post.

Periodísticamente me convertí en la prioridad número uno de los cubanos, para un periodista mexicano que desde 1977, realizó tareas como corresponsal de guerra en la tierra del insigne poeta Rubén Darío, del desarrollo de la insurgencia, hasta julio de 1979, en que los guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), derrocaron el día 19, al dictador Anastasio Somoza Debayle.

Han pasado 40 años desde aquél pronóstico, que adquiriría mayor relevancia con el priísta Carlos Salinas de Gortari, al firmar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el cual subordinaría como cordón umbilical a México, de la potencia que hasta ahora no tiene a sus vecinos al sur del Río Bravo como sus socios, sino como sus empleados de traspatio.

Inicio de la traición a la Patria, con el priísta Ernesto Zedillo Ponce de León, para lo cual hubo de sacrificar sangrienta y cobardemente, al sonorense aspirante Presidencial, Luis Donaldo Colosio; continuada los abanderados del Partido Acción Nacional, con el fraude de la Alternancia de Vicente Fox Quesada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa; reforzada por el “tricolor” Enrique Peña Nieto y consumada por Andrés Manuel López Obrador, del Partido Movimiento de Regeneración Nacional, este julio de 2020, en Washington.

Entonces la pregunta obligada: ¿Dónde quedó la bolita del cambio que sexenalmente han prometido e incumplido al pueblo mexicano, los Presidentes de todos los rumbos ideológicos  discursivos, que como herencia han dejado tras de sí una situación económica peligrosamente compleja, en la que más de la mitad de los 130 millones de habitantes se mantienen en  niveles de miseria?

La corrupción cínica de toda la clase gobernante de las distintas siglas y colores, ha hecho una alianza y ha reformado la Constitución para ser prácticamente intocables e indestructibles, con una delincuencia organizada que lo mismo ha continuado sus operaciones de abastecimiento de drogas a la Unión Americana, combinado con un  fortalecimiento del mercado nacional, con una mezcla inaudita de violencia por el control de espacios en la república, que en las últimas dos décadas ha cobrado más de 150 mil víctimas mortales, la mayoría de gente inocente.

Explotación extrema de una clase trabajadora desmantelada progresivamente por la clase gobernante, en poderoso contubernios con políticos-empresarios, que han hecho de la modalidad de empresas Outsourcing, para lo cual se haría una adecuaciones que hacen posible  turbiedades nunca antes registrado en el país, al ser subcontratadas para proporcionar trabajadores, con quienes las Administraciones públicas e instancias privadas, no tendrán ningún compromiso de orden laboral y jurídico.

La mayoría de estos escandalosos negocios, incurren en situaciones ilícitas al no otorgar a los empleados, ninguno de los derechos que concede la Ley Federal de Trabajo, como el de las servicios médicos del Seguro Social, aportaciones para la vivienda o el seguro para el retiro, cancelando en automático el de la antigüedad, al obligarlos a firmar contratos y en paralelo la renuncia, sin fecha.

Ocurre también, que en los tres niveles de gobierno (Federal, Estatal y Municipal), la burocracia ha sido y sigue siendo obligada en la renovación de contratos de trabajo individuales de confianza, a firmar su “retiro voluntario”, para evitar pagos de indemnización y nulificar demandas laborales.

Triste historia de un país donde nada cambia, más que la suerte para estar peor, bajo la metralla letal del nuevo virus (COVID-19), ha enlutado a decenas de miles de familias y arrasado con las pocas reservas económicas de la gran mayoría que sobrevive por millones, en medio de la desesperación al no tener el sustento diario para sus hogares.

Carestía irrefrenable de los supermercados transnacionales y públicos, que hacen de la epidemia-pandemia un negocio de ganancias incuantificables e incalificables desde la perspectiva ética, que aniquila más la quebrada economía de los que menos tienen, mientras que desde la esfera oficial todo marcha bien y la inflación no representa problema.

Un México que no cambia para su población, pero sí a favor de las cofradías que ejercen el poder en los días que vivimos, en los que una simple evaluación de sus integrantes, nos lleva a la conclusión, de que son los mismos que tuvieron su origen y despegue en las filas del Partido Revolucionario Nacional, ese instituto político que el mismo Carlos Salinas de Gortari trató de destruir al implantar su modelo neoliberal y la Alternancia en la Presidencia, y no pudo, ni ha podido.

Un tricolor sobreviviente de 91 años de constituido, que en una primera etapa de 71, ha gobernado a México desde la Presidencia de la República de 1929 a 2000 (marzo 4 de 1929, como Partido Nacional Revolucionario –PNR-; Partido de la Revolución Mexicana –PRM-, y Revolucionario Institucional), y una segunda de seis, de 2012 a 2018.

En la actualidad, sin rumbo bajo la gerencia administrativa del intrascendente campechano Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”), que intentaría la enésima puntilla, siendo gobernador, al organizar por consigna de Enrique Peña Nieto, la “Asamblea Nacional”, que eliminaría los requisitos básicos de militancia priísta, para dar paso al abismo al que lo llevó el mercenario José Antonio Meade Kuribreña.

Segunda parte de la historia de “Alternancias”, que han demostrado que el sistema no ha sido vulnerado, sino mayormente polarizado, al continuar la entrega de la riqueza nacional al extranjero.

Capítulos de la vida nacional, en la que el Revolucionario Institucional, ha sido el forjador de los políticos que han alcanzado las cumbres del poder, desde alcaldías, diputaciones locales y federales, senadurías, secretarios de Estado y Presidentes de la República, prolongados hasta los días de julio de 2020, con López Obrador.

Andrés Manuel, que se estrenaría en las filas priístas en su natal Tabasco, en los días del gobernador Enrique González Pedrero (1982-1988), el respetado ideólogo del tricolor y ex director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, que le daría la oportunidad de ser líder partidista en la entidad, para posteriormente, saltar a las filas del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y ser jefe de Gobierno de la capital del país, hasta postularse en tres ocasiones por la Presidencia que ahora ocupa.

El “líder moral de MORENA, gobierna rodeado de antiguos compañeros del PRI, como el ex secretario de Gobernación, Educación,  gobernador de Puebla y senador, al que ha designado como director general de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlet Díaz, así como Esteban Moctezuma, secretario de Educación en su Gabinete.

Otro por demás sobresaliente y una de las mentes más brillantes de la política mexicana, está encaramado en el “carro completo” morenista, el diputado federal Porfirio Muñoz Ledo, con una trayectoria que lo ubica como ex titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, de Educación Pública, maestro de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, embajador de México ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, y máximo líder del PRI.  

Y como siempre ocurre desde el primer día de un sexenio, el surgimiento de la baraja con los nombres de los posibles sucesores, que esta vez, después de 19 meses de la Administración Federal, se mantienen firmes “rumbo a la Grande”, los igualmente ex tricolores, el secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard Casaoubon y el líder del Senado, Ricardo Monreal Avila, que nacería en 1975 de las filas

del tricolor, al que renuncia en 1998, para ser gobernador de Zacatecas, postulado por el PRD, desde ese año hasta 2004.

Un nuevo partido, el de López Obrador, que en mucho se asemeja por quienes han asumido los Poderes Ejecutivo y Legislativo, a un clon del Partido Revolucionario, que pese a Carlos Salinas de Gortari y a “Alito”, pareciera mantenerse en Terapia Intensiva, mientras el relevo pretendido hace de las suyas, con la marca de la Casa, con pequeños e intrascendentes asegunes, como el de la presencia de la panista de origen, la sinaloense Tatiana Clouthier, convertida a diputada federal morenista y aspirante destapada a la gubernatura de Nuevo León.

Es el sistema que ha dado y sigue dando cobijo al poder omnímodo del Presidente de la República, con las mismas marcas registradas camaleónicas de siglas y colores y de hombres y mujeres, que al aceptar participar en la contienda de las luchas fuera de toda ética, para lograr sus objetivos arribistas, dan la espalda a quienes creyeron en sus compromisos de campaña, para convertirse en serviles lacayos de quien ordena desde la principal cúpula de mando.

Transcurrir de un año siete meses de ejercicio gubernamental, en el que el juego principal desde arriba hasta abajo, es echarle la culpa al pasado, de todo lo negativo que sigue ocurriendo en un país donde se repite el estilo es también es el de dar pan y circo al pueblo, para distraerlo mediante el escándalo mediático, de los problemas que le aquejan.

Ahí está el ejemplo de Rosario Robles Berlanga, ex lideresa del Partido de la Revolución Democrática y mujer prominente en el sexenio de Enrique Peña Nieto, como secretaria de Desarrollo Social,  supuestamente llevó a cabo un fraude multimillonario, por lo que fue encarcelada el 18 de agosto de 2019, sin dictarle sentencia.

Y antes de terminar la semana, de nuevo la farsa al viejo estilo priísta, con Emilio Lozoya Austin, ex director de la paraestatal Petróleos Mexicanos, extraditado de España, acusado de corrupción por la “Inteligencia Financiera” de Hacienda federal. Una más de lo mismo.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y  Comunicadores por la Unidad A.C.