En ruinas obra militar, camino Tonalá-Villaflores

Corrían los siempre días soleados de 1991, en la ciudad de Tonalá, cuando en plan de vacaciones, arribaría a esa importante comunidad ganadera y pesquera de la Costa de Chiapas, uno de sus hijos más ilustres, el general Alfredo Ochoa Toledo, entonces subsecretario de la Defensa Nacional.

Había llegado, como lo hacía cada año, acompañado de su familia, para disfrutar de las hermosas playas y exuberante vegetación de la Región. Su presencia nunca pasaba desapercibida para sus amigos de la infancia, que le buscaban para reiterarle su admiración y afecto.

Uno de ellos era Don Jorge Tego Farro, que al frente de un grupo representativo de los tonaltecos, lo invitaría a desayunar en un popular restaurante ubicado en la cabecera municipal, en una de las esquinas, frente a la Plaza Central, al que habían bautizado como el “Sanborn´s de los turulos”.

 Desayuno del clásico jugo de naranja y la  fruta, sin faltar los frijoles refritos, el plátano macho freído con aceite, adornado con queso y crema, así como los huevos revueltos con camarón seco, el cual combinarían con las anécdotas de los alegres tiempos pasados, cuando de niños salían a la calle a bañarse bajo la lluvia.

Risas y carcajadas de los comensales y su distinguido invitado, al recordar las historias comunes de la infancia, en una reunión que se prolongaría más de tres horas. Casi al final del encuentro tan esperado, Don Jorge, el hombre de negocios local, haría uso de la palabra para patentizarle al importante militar, la satisfacción y orgullo de los amigos y en general del pueblo, por sus logros alcanzados, hasta llegar a formar parte de la cúpula de las Fuerzas Armadas en la capital nacional, con sede en Periférico Norte y Avenida del Conscripto, en Lomas de Sotelo.

El momento solemne llegaría, cuando el orador le haría saber el interés de la población por solicitar su ayuda, para que la Secretaría de la Defensa Nacional, hiciera realidad el ancestral sueño de construir una carretera de 77.5 kilómetros, que comunicara a las importantes ciudades de Tonalá y Villaflores.

Sabemos, mi general Ochoa Toledo, diría el representante del grupo, que usted goza de la absoluta confianza del señor secretario de la Defensa Nacional, el general Antonio Riviello Bazán, por lo que le pedimos, como sus paisanos y amigos, que interceda ante su jefe para que nos ayude para comunicar mejor a nuestros pueblos.

Tanto el general Ochoa Toledo como sus amigo, recordarían que el primer intento de hacer la un camino más formal por el que transitaran carretas y jinetes a bordo de sus caballos, había sido intentado en 1929, del lado de los tonaltecos, que lo más que llegaron a construir fue un muro de contención en la ribera del río Zacatenco, que aún protege a la ciudad, 80 años después de su edificación.

El subsecretario de la Defensa nacional se comprometería con la paisanada, para solicitar la ayuda del titular de la SEDENA, no sin antes ser informado que Patrocinio González Garrido, gobernador en turno, había recibido en Tuxtla Gutiérrez, al grupo de entusiastas promotores de esta ruta clave para el desarrollo de ambas zonas, a quienes después de escucharlos y convencerse de los beneficios de un intercambio comercial de sus productos agrícolas, de la ganadería y la pesca, además de turístico, el jefe del Ejecutivo chiapaneco ofrecería la participación de su Administración, si los interesados lograban la cooperación de los militares.

Una vez logrado el objetivo de sumar a la ambiciosa idea al general Ochoa Toledo, por la tarde de ese mismo día, se lograría el diálogo entre el mandatario estatal y el subsecretario de la Defensa Nacional, quien después de un diálogo vía telefónica con el gobernador, aceptaría la propuesta y haría la promesa de reunirse con el general Riviello Bazán, para trabajar de manera conjunta con la autoridad civil estatal, en la atención del justo reclamo social.

Don Alfredo retornaría a la ciudad de México y se reuniría con el general secretario de la Defensa Nacional, a quien le plantearía la solicitud de apoyo de sus paisanos, logrando una respuesta favorable, con la advertencia de que no se contaba con presupuesto ni maquinaría suficiente para sacar delante y de manera pronta la obra carretera.

Como gestor de los intereses de su terruño, Ochoa Toledo obtendría la autorización para el desplazamiento a Tonalá, de un grupo de ingenieros zapadores del Ejército y de una máquina D-3, que consistía en un pequeño tractor oruga con una cuchilla frontal, de la marca Caterpilar.

Un mañana de hace 29 años, el hijo de Don Jorge, el doctor Alfredo Tego Nasser, recibiría una llamada telefónica de la oficina del subsecretario de la Defensa, preguntando por su padre, que en esos momentos no se encontraba en la casa familiar. El asistente del general Ochoa Toledo le pediría que tomara nota de que tanto la máquina como el personal militar de ingenieros, arribaría en un par de días más a Tonalá, por lo que le encarga que se hicieran cargo de todo lo necesario para atender a los ingenieros y de bajar del vagón especial la máquina.

En cuestión de pocas horas, todo el pueblo estaba enterado de la noticia y por la noche festejarían la buena nueva que les daba su paisano y benefactor, por lo que el día de la llegada del tren, los habitantes brindaron una cálida bienvenida a los elementos del Ejército Mexicano, acompañados del alcalde y de Don Jorge Tego Farro.

Acostumbrados al trabajo rudo, los ingenieros zapadores del Ejército Mexicano, empezarían el trabajo que iba a implicar todo un gran reto, pues tendrían que construir una carretera que atravesaría la impresionante Sierra Madre de Chiapas, siguiendo el trazo original y adecuando el antiguo camino acorde a la tecnología de entonces.  

Paralelamente, en la contraparte del tramo por realizar a partir de Villaflores,    el gobernador Patrocinio González Garrido, cumplía también su palabra empeñada de enviar a los expertos de la Secretaría de Obras Públicas, que con mejor equipo empezarían a trabajar.

De lado de Tonalá, la participación entusiasta de la gente de apoyo para los especialistas castrenses, mientras el ayuntamiento municipal financiaba el pago del combustible diesel que utilizaba la máquina D-3, que se activaría con toda normalidad en los primeros 10 kilómetros en la parte de la planicie, antes de emprender la cuesta arriba de la Sierra, que en su punto más alto tiene una altura de 900 metros sobre el nivel del mar.

En la distancia del tiempo, Alfredo Tego Nasser, recuerda que su progenitor era el más entusiasmado con la construcción de la carretera, porque después de muchos años de lucha con el respaldo de los sectores productivos, por fin empezaba a cumplirse el propósito que representaría un avance muy importante para la economía de las dos Regiones, que como camino en la montaña tenía una longitud de 40 kilómetros.

Una distancia considerable (77.5 kilómetros), en la que se localizaban numerosos centros de población ejidal, en lo que también se llegaría a conocer como la vieja Ruta de la Herradura, al ser transitada por jinetes a caballo, y en algún momento carretas jaladas por bueyes, cargadas con mercancías.

Avance lento, que se complica del lado civil en enero de 1993, con la petición de licencia de Don Patrocinio al Congreso, que le permitiría dejar la gubernatura,  al ser invitado por el Presidente Carlos Salinas de Gortari, para ocupar la posición de secretario de Gobernación, en sustitución de Fernando Gutiérrez Barrios. La estafeta estatal quedaría como interinato, en manos del empresario cafetalero Elmar Setzer Marseille, quien sería retirado del mandato un año después, al ocurrir el levantamiento zapatista en la zona indígena, por lo que asumiría la responsabilidad para concluir el sexenio en diciembre de 1994, el prestigiado político Javier López Moreno.

Aunque con lentitud y con la pérdida de varias vidas, por lo riesgoso de la geografía, la construcción de la ruta Tonalá-Villaflores continuaría hasta tener que hacer un alto de actividades de varios meses, al surgir la sublevación de las etnias en la Región de Los Altos, que motivaría la salida con autorización del Poder Legislativo, del jefe del Ejecutivo constitucional, Eduardo Robledo Rincón, quien por presiones del Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, apenas duraría en la silla del poder, dos meses a partir de la primera semana de diciembre de 1993.

Por esos días, concluiría el período sexenal de Carlos Salinas de Gortari y con él, la encomienda del secretario de la Defensa Nacional Riviello Bazán y del subsecretario de origen tonalteco, el general Alfredo Ochoa Toledo, quien poco antes de retirarse del cargo pediría al nuevo titular de la SEDENA, su amigo el general Enrique Cervantes Aguirre, que diera continuidad a la construcción de la carretera Tonalá.Villaflores, lo cual le fue concedido.

El tapachulteco Julio César Ruiz Ferro sustituiría en el principal mando del poder chiapaneco, a Eduardo Robledo Rincón, en el que permanecería hasta enero de 1998, lo cual le daría oportunidad de dar prioridad a la terminación de la obra carretera que comunicaría en solo 40 minutos a villaflorenses con tonaltecos, para detonar una mejor etapa de vida común y Regional.

La importancia estratégica de la nueva travesía sería destacada por el propio Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, quien acompañado por el gobernador Ruiz Ferro y el general Enrique Cervantes Aguirre, secretario de la Defensa Nacional, además de los integrantes del Patronato liderado en Tonalá por Don Jorge Tego Ferro, inauguraría la carretera de terracería, con el compromiso de que el paso inmediato sería la de asfaltar los 77.5 kilómetros de su extensión, que la haría más atractiva y daría oportunidad a un mayor tránsito vehicular.

Alfredo Tego Nasser, recuerda el rostro pleno de felicidad

de su padre al ver consumado el esfuerzo de su pueblo, que permitió una gran afluencia de los villaflorenses y de gente de los municipios aledaños y hasta de Tuxtla Gutiérrez, al tener más cerca en tiempo, las playas de Puerto Arista y Paredón, y los buenos restaurantes y hoteles.

Pero poco duraría el gusto, porque al olvidarse los gobiernos federal y estatal, de la necesidad que el camino de la nueva ruta turística requería, por su uso masivo y las intensas lluvias de la temporada, empezaría su deterioro, haciéndolo cada vez más difícil, hasta quedar finalmente intransitable ante el abandono total.

Juego de poderosos intereses de por medio al más alto nivel en el final del sexenio en que se daría prioridad a la construcción de la autopista de paga Tuxtla Gutiérrez-Ocozocuautla-Arriaga, concesionada a una empresa de capital español, que en cuestión de dos horas lograría el desplazamiento de las personas, desde la capital hasta Tonalá-Puerto-Arista.

Al fallecer Don Jorge Pego Ferro, su hijo el doctor Alfredo Pego Nasser, abanderaría, hasta ahora, la causa del reclamo a los gobiernos estatal, para entonces en manos de Roberto Albores Guillén y del saliente Zedillo Ponce de León, sin que fuesen escuchados. Ocurriría lo mismo con el panista Vicente Fox Quesada y Pablo Salazar Mendiguchía, quienes desde un principio del sexenio 2000-2006, ignorarían a los tonaltecos y villaflorenses en su justa exigencia, concluyendo e inaugurando la  autopista de dos carriles, que cobran a los usuarios como si fuese de cuatro.

Alfredo Pego Nasser plantearía al propio Andrés Manuel López Obrador, en su gira proselitista de 2018, esta problemática que bien conoce. La promesa se daría. Pero la puntilla vendría en diciembre de 2019, cuando se anunciaría la realización del “Programa Conectividad Chiapas, de Infraestructura Carretera”, con una inversión de 60 mil millones de pesos, para crear la Ruta Palenque-San Cristóbal de las Casas-Tuxtla Gutiérrez-Villaflores-Pijijiapan, con lo cual se sepultará definitivamente el esfuerzo militar-civil, de una década.

Pero el consuelo que aún queda, es que en 2013, Enrique Peña Nieto anunció la construcción de la autopista Palenque-San Cristóbal de las Casas y nunca se avanzo ni siquiera un metro, por lo que seguramente la llama de la esperanza seguirá encendida y tal vez haga que Andrés Manuel López Obrador, se acuerde del compromiso olvidado y lo cumpla.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.