COVID:¿Y la “catástrofe” de 60 mil? ¿Qué sigue?

La imagen de México en el mundo, es sin duda para sus estudiosos, la de un país que tiene un pueblo que le gusta ser engañado por sus políticos y gobierno, y así es feliz. O como decía Mario Vargas Llosa, vive la dictadura perfecta, porque en dos años del nuevo derrumbe de la “aplanadora política” PRI, y el arribo de la segunda alternancia denominada de Izquierda, pareciera que la realidad nacional se encuentra en el borde de lo superlativo, en el decir del escritor peruano, Premio Nobel de Literatura.

La epidemia-pandemia de COVID-19, que desde hace nueve meses   afecta severamente la economía nacional y a un elevado porcentaje de los 130 millones de habitantes, resulta ser la mejor evidencia en ese sentido, al ser recipiente de las mejores formas de simulación y manipulación oficial, en la que la voz cantante atribuida al subsecretario de Salud, Hugo López Gatell Ramírez, siempre apegado a la consigna Presidencial, ha ido de un error tras otro, en los datos de muertes y contagiados por el nuevo virus descubierto en Wuhan, China, a finales del año pasado.   

Una sociedad en estado de indefensión, al no existir ni tratamientos y menos vacunas, por lo que no ha creído la versión del epidemiólogo de Palacio, más aún cuando el 4 de junio último advirtió desde su pedestal, que México tendría “un escenario muy catastrófico, si se llegara a los 60 mil fallecimientos.

La cifra se alcanzó prontamente el 22 de agosto, sin que ocurriera, como bien lo dice el diccionario, “el cataclismo, la hecatombe y el apocalipsis”, entre otras interpretaciones de la palabra por demás sensacionalista y ajena a la ética que debe guardar un médico, simplemente porque había que dramatizar para distraer, sin que logrará el objetivo.

Ese sábado, el reporte gubernamental reconocería 60 mil 254 decesos por COVID-19 y 556 mil 216 casos de infectados, más 83 mil 146 sospechosos.

Y no ocurriría ninguna fatalidad como la vaticinada, no obstante que la tragedia continuaba bajo la denominación de la irresponsabilidad del mismo Presidente de la República, que seguía mostrándose indiferente ante las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de usar cubre boca y mantener la sana distancia, además de otras indicaciones útiles para evitar la contaminación de la letal enfermedad.

Una negativa que tendría como argumento principal de sustento, que únicamente se protegería de boca y nariz, cuando haya terminado con la corrupción en México, en un conteo sexenal que desde ahora se ve imposible, pues solamente le faltan cuatro años para cumplir su compromiso.

Ejemplo de Andrés Manuel López Obrador, que ha sido y es seguido por muchos a lo largo y ancho del territorio nacional, donde incluso se niega la existencia del Coronavirus, bajo la idea de que si existiera, el Primer Mandatario ya se hubiese enfermado.

Por ello, la gente se ha confiado y en muchas partes del país se dejaría a un lado de la protección, para retroceder al semáforo Rojo de extremo peligro, como en los estados de Chihuahua y Durango, mientras la ciudad de México ronda nuevamente en los últimos días, en esa misma posibilidad de situación de emergencia.          

Por un lado el descuido irresponsable de la población de creer incluso que el problema de salud ha dejado de existir y todo ha vuelto a la normalidad de antes. Una actitud que en mucho también ha contribuido la decisión del gobierno federal, de autorizar la reapertura de restaurantes, bares y demás centros de consumo de bebidas alcohólicas, donde en no se han respetado las medidas sanitarias, con el propósito de “reactivar gradualmente” la economía empresarial y de la clase trabajadora.

Reforzamiento del discurso Presidencial de no tener miedo al COVID-19, y lo último de esta semana, de que la “curva” de la epidemia-pandemia, “ha sido aplanada”.

Otra vez la versión sin respaldo científico de quien manda en el país, que choca radicalmente en sus datos personales, con los del “catastrofista” subsecretario López Gatell Ramírez, que este jueves 26 de noviembre, volvería desaparecer de escena, para ser relevado por el director general de Epidemiología de la Secretaría de Salud (SSA), José Luis Alomía, quien ha informado que las defunciones suman 104 mil 242 y los contagiados un millón 78 mil.

Y la pregunta que todo mexicano consciente se hace hoy: Si ya pasamos del “escenario catastrófico”, ¿ahora en qué otro, si es que lo hay, nos encontramos?

Hora es, de que el epidemiólogo de Palacio explique el valor de sus palabras y de la grave crisis que ni se aplana, ni se asusta y menos se raja, en su ruta acelerada donde compite por un nefasto liderazgo mundial con Estados Unidos (263 mil, 417); Brasil (170 mil 769), y la India (135 mil 223), al ocupar el cuarto lugar por muertes y 11 en infectados, después de Estados Unidos, India, Brasil, Francia, Rusia, España, Reino Unido, Italia, Argentina y Colombia.

Triste historia de una tragedia mundial que continúa en la incertidumbre, al reportar los investigadores médicos de la Universidad Johns Hopkins de la Unión Americana, en base a los datos proporcionados por los gobiernos del mundo, un millón 430 mil 389 muertos 60 millones 868 mil 965 contagiados en los cinco continentes, hasta este jueves 26 de noviembre.

Coyuntura en la que el Ministerio de Salud de Brasil, apunta a México para anunciar que éste ha superado al país sudamericano en número de decesos (826 contra 818), por cada millón de habitantes, según la última contabilidad, que lo poner por encima de Bolivia (809) y Ecuador (781).

Descalificaciones en las que se suma la agencia de noticias Blomberg, que ubica a nuestro país como el peor que ha manejado la pandemia del COVID-19, a diferencia de otros que han demostrado mayor responsabilidad como Japón y Taiwan, citando a Nueva Zelanda como el mejor posicionado.

Una realidad, que pese al intento de seguir ocultándola, como infructuosamente lo ha intentado en la capital nacional, la jefa de Gobierno, Claudia Sheimbaun, no es posible taparla con un dedo, al rebasado el discurso desgastado, en el que aflora con demasiada preocupación, la posibilidad de que la gran ciudad de México vuelva a Semáforo Rojo, ante el aumento de hospitalizaciones por la temible enfermedad.

Un temor que tiene su justificación principal en el riesgo de ocurrir, afectaría más la economía de la urbe más importante de la nación, al registrarse “una saturación en algunos hospitales, de los más de 60 públicos y privados que atienden a personas con Covid en la Zona Metropolitana del Valle de México, que enferman gravemente”.

El reporte pudiera considerarse alarmante, desde el momento en que ya se registran tres mil 553 pacientes, entre camas generales y de intubación, por lo que la funcionaría haría un llamado a la población para que sepa que está creciendo el número de hospitalizaciones y por lo mismo, continúe acatando las medidas preventivas recomendadas por las autoridades sanitarias, pues se corre el riesgo de retornar a la aplicación de grandes restricciones, como las aplicadas en abril y mayo últimos.

Versión de Sheimbaun, que contradice el Portal Covid-19,  del Sector Salud federal, al revelar que al 24 de noviembre se registraron 3 mil 177 hospitalizaciones en la Ciudad de México, de las cuales 2 mil 312 son generales y 865 se encuentran en terapia intensiva. Ante el incremento, en 19 de los 44 nosocomios destinados a su atención, están por 80 por ciento de su capacidad, entre ellos el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER-SSA); el Hospital Central Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y el de Especialidades Doctor Belisario Domínguez, en Iztapalapa, del Gobierno capitalino.

La situación que vive en la actualidad la ciudad de México, es equiparable a la de finales de abril y principios de mayo, cuando se declaró la Fase III de la Emergencia Sanitaria, en que el 29 de abril se reportaron tres mil internamientos y el 1 de mayo, tres mil 150.

Además del Belisario Domínguez, los centros de atención clasificados en rojo o saturados que son responsabilidad del gobierno de Caludia Sheimbaun, son el General Ajusco Medio y el Rubén Leñero. Pertenecientes a la SSA en la capital federal, están el Hospital Juárez de México; Eduardo Liceaga: Manuel Gea González; el del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán; del INER, el Ismael Cosío y del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez.

Con la misma calificación de saturados, se encuentran dentro de la jurisdicción del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), el Hospital General Tacuba; Hospital Regional 1 de Octubre, Fernando Quiroz Gutiérrez; Centro Médicos 20 de Noviembre y Adolfo López Mateos; Ignacio Zaragoza; José María Morelos y Pavón y Darío Fernández Fierro.

Además, de acuerdo al Portal Covid-19, están en igualdad de circunstancia adversa, el Centro Médico Naval, de la Secretaría de Marina, y el Hospital Central Militar, de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Un panorama de la epidemia-pandemia, que echa abajo toda intención de ocultamiento con fines políticos de pretender hacer creer que “estamos muy cerca de ver el final del túnel”, al afirmar la Secretaría de Salud que el problema se complica al contabilizarse más de 10 mil contagios por segundo día consecutivo (martes y miércoles).

Voces en contrapeso, como las del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaoubon, habilitado al igual que el subsecretario Hugo López Gatell Ramírez, como titular de la SSA, para anunciar que la empresa farmaceútica Pfizer, ha pedido autorización sanitaria al gobierno mexicano, para que sea autorizada la aplicación de su vacuna contra el COVID-19, que tiene ya lista para su venta, no obstante que su rango de efectiva apenas llega al 90 por ciento, mientras

que la de fabricación rusa, alcanza el 95 por ciento.

Inicio de la disputa del mercado nacional, en la que están interesados otras firmas del Reino Unido, China, Estados Unidos y Alemania, principalmente, que finalmente resulta positivo, desde el ángulo que le quiera observar, en beneficio de la salud de la población nacional, aunque habrá que recordar que en el presupuesto federal de 2021, en ningún rubro se consideró partida alguna para su adquisición.

Fin del penúltimo mes de 2020, con esperanzas que se vuelven muy alentadoras, aunque ello no implique que la utilización de los antídotos se hagan llegar de inmediato a todo el país, porque ni hay dinero como tampoco producción suficiente por parte de los laboratorios extranjeros.

Es la continuidad del México surrealista que pareciera no tener fin, en el segundo decenio del siglo XXI que también termina.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.