Inicia en EU la era Biden, con una nación dividida

En cuatro años, Donald Trump logró como Presidente, no únicamente dividir a los estadounidenses al fomentar odios raciales, sino también gobernar a una nación de más de 330 millones de habitantes, con la mentira permanente en el discurso y la manipulación y menosprecio de una realidad que hoy le llevara por siempre al ostracismo.

Día de fiesta este miércoles en la Unión Americana, después de la intentona fallida de reelección del magnate inmobiliario habilitado de político y jefe de la Casa Blanca, al arribar al mando del país todavía más poderoso del planeta, el demócrata Joe Biden, segundo mandatario católico en la historia de los Estados Unidos, después de John Fitzgeral Kennedy.

Mañana de 20 de enero, de festejos en todo el territorio del país de la bandera de las barras y las estrellas, por la toma de posesión y protesta del nuevo todopoderoso de Washington, que a las 10 horas con 30 minutos, hora de México, jurará como el Presidente Constitucional número 46, durante una solemne ceremonia tradicional, que se desarrollará en la parte exterior de la sede de El Capitolio, sede del Poder Legislativo.

Se convertirá en el político de más edad (78 años cumplidos en noviembre), en ocupar la Oficina Oval, en contraste con Theodore Roosevelt, quien ascendiera al poder a los 42, manteniendo el record del mandatario más joven en la Unión Americana.

Algo que por supuesto no preocupa ni acongoja al exvicepresidente en la administración de Barack Obama, quien ha manifestado a los periodistas que le han interrogado sobre circunstancia en el tiempo: “Espero poder demostrar que no solo con la edad llega la sabiduría y la experiencia que pueden hacer que las cosas sean mucho mejores y ayudará a nutrir al nuevo talento demócrata”.

Manejo del mensaje subliminal que da la puntilla a Donald Trump, al encabezar este martes 19 de enero, en la capital nacional, acompañado de la vicepresidenta electa, Kamala Harris, un homenaje a los más de 400 mil estadounidenses fallecidos por la pandemia de Covid-19, en medio de  un dispositivo de seguridad extremo, que constituyeron un factor determinante en la derrota del republicano, que menospreciaría la letalidad del virus.

Junto con sus respectivas parejas Jill Biden y Doug Emhoff, el gobernante electo expresaría en clara referencia a su excontrincante, frente al monumento a Abraham Lincoln, en El Capitolio: “Para sanar tenemos que recordar, y es difícil a veces recordar, pero así es como sanamos, Es importante hacer eso como país”.

Un evento por demás sorprendente, cuando en punto de las 17:30 horas, se dejaría escuchar la voz de Joe Biden, para pedir a sus compatriotas hacer brillar la luz sobre la oscuridad. En ese momento, vendría el encendido de 400 luminarias, una por cada mil decesos, el entorno del estanque de la parte frontal del monumento, mientras se guardaba silencio para escuchar la canción “Aleluya”, de Leonard Cohen, a la que se sumaría otra, “Amazing Grace”, interpretada por Lori Key, una enfermera de Detroit, que se haría famosa por usarla para levantar el ánimo a sus compañeros de hospital que desde esa trinchera atendían a enfermos de Coronavirus.

De acuerdo con lo programado, a la misma hora (18:30 horas de México), en cientos de ciudades de la Unión Americana, se repetiría el ceremonial del recuerdo a las víctimas, iluminando los monumentos más importantes, como ocurriría en Nueva York con el Empire State o el Space Needle, en Seattle, mientras se hacían sonar las campanas de los templos de todas las religiones.

Horas previas a la transmisión del poder omnímodo de los Estados, en la que no estará presente el caprichoso y veleidoso Donald Trump y su esposa la eslovena Melania Trump, que rompe con la costumbre del ceremonial de sucesión, que deja como herencia una economía clasificada como de desastre, aunado a un manejo irresponsable de la pandemia que no solamente tiene repercusiones en este rubro, sino en la salud de los estadounidenses en un período que los expertos consideran no será breve.

Consideraciones de los especialistas, de que después de años de bonanza observados en la Unión Americana, el desplome obedece a la fallida respuesta a la atención del letal virus, hoy reflejada en el hecho de que mientras en Asia recuperaron su producción en 2020, una vez aplicadas pruebas masivas y medidas preventivas para el contagio, Estados Unidos reaccionaría tarde, y con ello afectando su fortaleza económica de antes de la crisis.

Datos del Bank of America, estiman que solamente se han podido recuperar dos tercios de su Producto Interno Bruto (PIB), y el 56 por ciento de los empleos perdidos a partir de la afectación masiva del Covid-19, adelantando su certeza de que con la nueva Administración el punto de equilibrio se obtendrá hasta el tercer trimestre de 2021, aunque desde ahora se advierte una segunda caída.   

Quedará para la Unión Americana, según las cifras del Departamento de Trabajo, el precedente de Trump de ser el primer mandatario en la historia, de concluir su gestión con menos empleos de los que había cuando inició, lo cual quedaría registrado el 14 enero, en que un millón 150 mil trabajadores se encontraban cesados.

Heredó del presidente demócrata Barack Obama y del vicepresidente Joe Biden, una buena economía y la deja hecha un desastre. Cuando en 2017 asumió la Presidencia, el desempleo iba a la baja y el PIB al alza, después de una intensa lucha de reactivación de nueve año, en que ocurriera la crisis financiera que afectaría no únicamente a la Unión Americana, sino a México, su principal socio comercial y a otras naciones del mundo.

Demasiada falsedad en el discurso de campaña en 2016 de “volver a hacer grande a Estados Unidos”, para lo cual dio comienzo en 2018 una guerra comercial desde contra China, Corea del Sur, México y Alemania, lo que provocaría recesión en 2019, en los rubros de la manufactura, agricultura y transporte, por lo que al darse cuenta que afectaría sus afanes reeleccionistas, solicitaría a China un acuerdo que evitaría mayor debilitamiento en el Producto Interno Bruto, que desde 1945, con el Presidente Harry Truman, no ocurría, creando mucha incertidumbre por las interrupciones en la cadena de suministro.

Fin de la oportunidad de gobernar de un Donald Trump que deja un legado demasiado turbio para el futuro inmediato de la nación y sus habitantes, por lo que desde el jueves 14 de enero, anunciaría desde su bunker de Transición, en Wilmington (Delaware), que dentro de las primeras medidas de su gobierno, estarán las de aplicar un plan de 1,9 billones de dólares para combatir la actual crisis, que incluye la promesa de entregar un cheque equivalente de mil 400 dólares para reforzar la economía de las familias y los trabajadores.

Todo, como parte de un paquete de estímulos para combatir la emergencia sanitaria y alejar el riesgo de una recesión que a nadie conviene y menos al vecino país del sur donde la efervescencia de campañas políticas por los comicios del primer domingo de junio, podrían resultar por demás negativas para el partido en el poder.

Un plan ante la contingencia dual, por demás transparente de la nueva Administración demócrata, que establece partidas de 400 mil millones de dólares, para atacar la pandemia, con acciones dirigidas al aceleramiento de la distribución de la vacuna y reapertura de escuelas en los primeros 100 días de gobierno, período en el que se espera vacunar a 100 millones de habitantes.

Destinos claros en la disposición de 350 mil millones de dólares, que se entregarán a los gobiernos estatales y locales, para dar respuesta a los déficits presupuestales, en tanto que los subsidios de desempleo (mil 400 dólares), más 100 dólares a la semana, con ampliación en septiembre, que consideran apoyos más amplios para cuidar a los hijos.

Beneficios programados por el nuevo presidente Joe Biden, a favor de las pequeñas y medianas empresas y comunidades afectadas por la pandemia, con un monto de 440 mil millones de dólares.

Mensaje que no ha dejado dudas a demócratas y republicanos, que ha sido bien recibido, más aún cuando el presidente electo afirmaría la semana anterior, que “no es difícil ver que nos hallamos en medio de una crisis económica como las que solo afectan a una entre muchas generaciones, con una crisis de salud pública en paralelo. No nos podemos permitir seguir de brazos cruzados ante el fracaso en la distribución de la vacuna y la economía del país”.

Un nuevo amanecer para los estadounidenses, que se muestra optimistas con las nuevas estrategias de recuperación, mediante la solución de los  problemas torales, ya no con discursos plagados de mentiras y promesas incumplidas, sino de opciones realistas, apoyadas en un gabinete novedoso equilibrado por la mayor participación de la mujer, desde la misma Vicepresidencia con la afroamericana Kamala Harris, por lo que ha sido definido como el más diverso en la historia de los Estados Unidos, en el que participarán también latinos y de otros grupos descendiente de inmigrantes.

Días previos de gran tensión, posteriores al fallido intento de toma de El Capitolio, por parte de los fanáticos seguidores a los que Donald Trump manipularía en su discurso del 6 de enero, para que tomaran por asalto la sede del Congreso.

Espacio amurallado y extremadamente vigilado a varias cuadras a la redonda, donde se ha instalado el templete donde Joe Biden jurará ante una Biblia familiar, como Presidente Constitucional, para luego asumir desde la Casa Blanca el control de la poderosa nación puesta en vilo por un Donald Trump, que prácticamente huye para evitar los abucheos por el fracaso de la tiranía que encabezó.

Nuevas perspectivas hacia el exterior, especialmente para el principal vecino y socio, México, donde su homólogo Andrés Manuel López Obrador, estará obligado a dar un giro

radical en su conducta, que hasta ahora ha menospreciado el triunfo de Joe Biden en las elecciones presidencial del pasado 3 de noviembre.

Humo blanco en la Casa Blanca, para dar paso a una administración del Partido Demócrata, que tiene todo para, ahora sí, hacer más grande a la Unión Americana, al contar con un mejor mandatario y sobre todo, la mayoría en las Cámaras de Senadores y Diputados, que garantizarán el éxito de su gobierno.

Ojalá y en Palacio nacional se entienda.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.