AMLO contagiado; hacia el tercer lugar mundial
Estamos a un mes de cumplir un año de la detección en México, del primer caso de la epidemia-pandemia del letal Coronavirus, con efectos cada vez más devastadores, han convertido al territorio nacional en un gran cementerio debido fundamentalmente al manejo federal, de un discurso y toma de decisiones para combatirlo, con más sentido político-manipulador, que de riguroso apego al conocimiento científico y académico.
Domingo 24 de enero, con el acento ascendente que marca la gravedad del problema de salud que aqueja a nuestro país y al mundo, de un impacto mayor que llega al Presidente Andrés Manuel López Obrador, que a las seis de la tarde con treinta minutos, anuncia en su cuenta de Twitter, estar contagiado de Covid-19, precisando que presenta síntomas leves, y que ya está en tratamiento médico. Como siempre, asegura, soy optimista. Saldremos adelante todos.
El Primer Mandatario se incorpora oficialmente al reporte de un millón 763 mil 220 casos de infectados, que se complementa con el de decesos que suman 149 mil 614, dado inexplicablemente en esta ocasión tan importante, no por su vocero oficial Hugo López Gatell Ramírez, subsecretario de Salud, sino por el director de Epidemiología de la SSA, José Luis Alomía, quien precisaría que el Jefe del Ejecutivo Federal se encuentra resguardado en su domicilio ubicado en la habitación principal de Palacio Nacional, atendido por un equipo de médicos encabezado por el jefe del Sector Salud, Jorge Alcocer Varela.
Cae el tercer Jefe de Estado, víctima de la enfermedad que desde su aparición ha minimizado junto con sus colegas Jair Bolsonaro, de Brasil, que calificaría como “gripa miserable” al letal virus que sería también menospreciado desde su aparición, por el ahora ex Presidente Donald Trump, que además coincidirían en el no uso de cubrebocas, manteniéndose en esta circunstancia, hasta ahora, López Obrador, quien empezaría a usarla obligatoriamente solamente al abordar un avión para viajar a Washington, para reunirse con su colega estadounidense o aquí al utilizar aeronaves para sus giras en la provincia.
Días cada vez más abrumadores para el personal médico y de apoyo de los hospitales del país, cercanos al colapso por el mayor número de casos de infectados y fallecidos por una enfermedad que en ningún momento ha dejado de ser ascendente en su afectación, pese a los pronósticos siempre fuera de la realidad de las autoridades, que por supuesto pocos creen, porque son más frecuentes en las familias del país las tragedias por la afectación a seres queridos que han desparecido de la faz de la tierra.
Versiones no confirmadas documentalmente de un Andrés Manuel, de que en 2013 hubiese tenido problemas cardíacos, además de padecer hipertensión, que se contradicen, por el supuesto alto riesgo que corre, al mantener una dinámica de giras en el interior de la república, combinadas con actividades en la ciudad de México.
De lo que no hay duda, es de que frente al Covid-19, López Obrador está considerado como parte del grupo vulnerable de la tercera edad, al haber cumplido 67 años el 13 de noviembre pasado.
Se desconoce que laboratorio realizaría la prueba, como el documento que certifica que haya dado positivo y en qué día se ubica del proceso de desarrollo del Coronavirus, además de los obligados estudios de radiografías de los pulmones, para determinar si hay daños, aunado al tratamiento que se le está aplicando para vencer a este peligroso padecimiento.
Muchas dudas en el ánimo de la mayoría de los habitantes del país, que esta vez no pudieron encontrar la explicación de la nueva situación de salud del Jefe de la Nación, que durante 11 meses, por instrucciones suyas, ha relegado a segundo término a su jefe el titular de la Secretaría de Salud, Alcocer Varela, para ubicarse como el principal funcionario en la atención de la epidemia-pandemia, seguramente por ser un médico general con especialidad en Epidemiología por la Escuela de Salud Pública Bloomberg, de la afamada mundialmente universidad estadounidense de Johns Hopkins.
No estaría López Gatell Ramírez, en un momento tan crucial, al lado de su elogiador número uno, que pese a ello, está por llegar al climax de las incoherencias sobre la realidad dramática del Covid-19, que vendría a ser la repetición de su fracaso estrepitoso como responsable de ser en 2009, durante el sexenio de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, para enfrentar la epidemia de influenza A-H1N1, siendo entonces relegado del cargo por su incapacidad profesional, apoyada en discursos demagógicos, hasta ser rescatado de nuevo por la actual Administración Federal.
La mejor definición que actualmente se hace del subsecretario de Salud, es que a pesar de haber tenido la ventaja para salid bien librados por este grave padecimiento, por tener a su favor el tiempo suficiente y conocimientos previos en otros países afectados, además de apoyarse en los manuales de epidemiología básica, no ha sido capaz de crear toda una estrategia para controlar la expansión de los contagios.
Fue tal la soberbia de López Gatell Ramírez, que le llevarían a México, a nunca considerar el aprovechamiento de las experiencias de aquellas naciones como Italia, España, Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania y Dinamarca, que en la primera fase de la pandemia se encontrarían en estado de indefensión ante los embates incontrolables del Coronavirus, que tendría su punto de origen en Wuhan, China, en diciembre de 2019.
Tampoco se tomaría en cuenta la experiencia positiva de aquellos países que desde un principio del problema, establecerían exitosamente desde un principio, los controles adecuados, entre ellos China, Australia, Nueva Zelanda, Taiwan, Singapur, Corea del Sur y Vietnam, que aún prevalecen como los ejemplos más importantes.
Hoy, tenemos una sola realidad en el inicio de 2021: La epidemia-pandemia de Coronavirus, arrasa con la población de todas las edades, sexos y clases socioeconómicas en México. Aún maquillados, los datos que manipula Hugo López Gatell Ramírez, son cada vez más preocupantes para la población, más no para quienes engolosinados desde la esfera del poder, se congratulan en anunciar cada vez con más frecuencia, a manera de festejo, nuevos records de fallecimientos y contagios.
Nuevo capítulo de esta historia cada vez más aterradora para la mayoría de los mexicanos que sufren las consecuencias de una minoría irresponsable, que no acaba de entender la necesidad de someterse a las recomendaciones dictadas por la Organización Mundial de la Salud, de utilizar cubrebocas, sana distancia, lavado frecuente de manos y confinamiento en casa.
Cercano nuevamente México de ocupar la nada honrosa tercera posición mundial en el registro oficial de muertes, después de Estados Unidos (419 mil 204); Brasil (217 mil 037), e India (153 mil 339).
Momentos en que los datos que revela el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el sentido de que las actuales estadísticas de muertes por Covid en México, en 11 meses (149 mil 614), superan los correspondientes fallecimientos por violencia –asesinatos-, de los sexenios de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa (120 mil 935), de 2006 a 2012, y de Enrique Peña Nieto (137 mil 872).
Una cifra oficial de las víctimas mortales del Coronavirus, que incluso del lado gubernamental y de especialistas médicos, se estima que podría superar los 300 mil casos y hasta más.
Incapacidad oficial, manifestada en la existencia de un médico epidemiólogo, Hugo López Gatell Ramírez, que bien haría el Presidente de la República, en acercarle un asesor que le permita hacer sumas, restas y multiplicaciones para no incurrir en el ridículo de las cifras totalmente fuera de lugar, por fantasiosas, como es el caso de las vacunas por aplicar a la mayoría de los 130 millones de habitantes.
Terrible ignorancia cuando con toda pompa ha anunciado frente al mismo primer mandatario, que el gobierno federal aplicará entre siete y nueve mil vacunas diarias, primero a personal de las instituciones del Sector Salud, luego a los de la tercera edad, y demás personas de riesgo, que, haga usted sus cuentas, tardaría demasiados años para concluir la inmunización, que se divide en dos aplicaciones del antídoto.
Manejo mediático oficial magnificado, no por el obligado en esta responsabilidad, el secretario de Salud Jorge Alcocer Varela, sino por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaoubon, a partir de la primera recepción de algunas miles de dosis del laboratorio Pfizer, en la tercera semana de diciembre pasado, que a la fecha no han sumado ni siquiera un millón, las cuales se han diluido en algunas partes de la república para dar idea de una campaña general de inmunización, cuando en la realidad existen entidades que no han recibido ni siquiera una vacuna.
Suspensión de envíos de la farmacéutica extranjera en las próximas tres semana, que frena los ánimos triunfalistas, pero que no cancela la orquestación de la estrategia federal de proteger a sus huestes denominados “siervos de la nación”, haciendo referencia a la denominación de José María Morelos y Pavón, con los “excedentes de las vacunas recibidas”, cuando no forman parte del equipo especializado de hospitales.
Secreto a voces, de que en el terreno de los hechos operan a favor de los programas asistenciales federales manejados de manera proselitista, desde la Secretaría de Bienestar, a favor de la causa del partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), y de sus candidatos a diputados federales de todo el país, así como de legislaturas locales, alcaldías y gobernadores en 15 entidades de la República, en los comicios del próximo primer domingo de junio.
Una maniobra demasiado evidente, a la que se ha dado marcha atrás, una vez que también se había anunciado que para la vacunación contra el Coronavirus, se utilizarían
10 mil puntos estratégicos con los cuenta la Secretaría de Bienestar, controlados por los “siervos de la nación”, que realizarían una tarea exclusiva del personal médico civil y militar.
La frivolidad con que el subsecretario de Salud ha manifestado en el tratamiento de esta compleja problemática, ha sido reiterativa, hasta hacer de la irresponsabilidad de su discurso una verdad propia que ha convencido a una minoría de los mexicanos que ha creado el desorden al salir a las calles masivamente, sin la protección preventiva recomendada primero no y luego sí por el epidemiólogo de Palacio Nacional, que para rematar ha llegado a la contradicción y burla, al irse a un fin de semana romántico a las playas de Oaxaca, sin ninguna protección, dando la espalda a sus peticiones a la población de mantenerse en casa.
Esa minoría de los 130 millones de mexicanos, que está provocando una mayor situación que está a punto de desbordar la endeble capacidad instalada de las instituciones federales de Salud, ha empezado a tener un efecto de rebote hacia sí mismos, al empezar a observar y vivir en sus familias, el dolor por el fallecimiento de un padre o madre, de un hermano, de la abuela, del sobrino o de un amigo.
Lamentable, que el propio Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sea víctima de sus propios errores, como el de no haber puesto el ejemplo con el uso de cubrebocas, sana distancia y confinamiento, que ahora le hace formar parte de ese gran conglomerado de enfermos que a nadie alegra, y menos aún tratándose del rector de los destinos de México.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.