Esta semana se dio a conocer el despido de 30% del personal del Hospital de la Niñez Oaxaqueña, el único hospital público del estado que brindaba atención especializada a niños con cáncer. Estos despidos por falta de presupuesto ponen en mayor riesgo el tratamiento de los niños con cáncer que se atienden en este hospital. Y es que además de enfrentar desabasto de medicamentos, los pacientes con enfermedades crónicas y sin seguridad social tendrán que enfrentar la falta de personal, insumos y tratamientos para sus enfermedades debido al uso del remanente del Fondo de Salud para el Bienestar (Fonsabi) en el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2022.

El Fondo de Gastos Castastróficos, ahora Fonsabi, se generó para costear el tratamiento de enfermedades de alta especialidad de la población adscrita al Seguro Popular. Este fondo se generó para evitar que las familias sin seguridad social incurrieran en gastos catastróficos para el tratamiento de enfermedades que, por la naturaleza de su tratamiento, implican costos elevados: VIH, distintos tipos de cáncer (cáncer de mama, cáncer de próstata, leucemia) y otras enfermedades. En 2018, este Fondo consideraba la atención de 66 enfermedades de alta especialidad. Sin embargo, desde 2019 se ha gastado gran parte de este Fondo para financiar la creación del Insabi y la compra de vacunas contra el Covid (a la fecha no hay transparencia sobre la manera en que realmente se ejercieron estos recursos). Lo que quedaba del Fonsabi, 66 mil mdp de acuerdo al propio presupuesto de 2022, será destinado para la compra de vacunas y para el funcionamiento del sistema de salud.

Esto implica que el trágico caso del Hospital de la Niñez Oaxaqueña se empezará a ver en otros hospitales adscritos al Insabi que no están recibiendo los recursos que antes recibían del Fondo de Gastos Catastróficos para su operación. Estos hospitales ya enfrentaban una situación crítica, pues desde la creación del Insabi se dejaron de pagar muchos de los tratamientos. El gran problema nuevamente es una falta de planeación, presupuestación y de implementación gradual de políticas públicas. Suena muy bien la idea de un programa de atención universal de salud, pero si no se destinan mayores recursos y se malgastan los que se tienen, esto sólo acaba afectando principalmente a los que menos tienen: a todos los pacientes que ya llevaban un tratamiento en alguno de los hospitales del Seguro Popular, los cuales además tienen que enfrentar el problema de desabasto de medicamentos.

De acuerdo al presupuesto del 2022, este fondo se utilizará para la compra de vacunas y para la atención de la población más desprotegida. Sin embargo, lo que van a lograr es justo lo contrario. Las personas que dependían de la atención de sus enfermedades crónicas en hospitales adscritos al Insabi verán estos servicios y tratamientos suspendidos debido a la falta de presupuesto federal del que muchos de estos hospitales dependen. Los estados que logren subsanar esta falta de presupuesto con recursos propios podrán hacer frente a esta tragedia, sin embargo, en 2022 tendremos el grave problema de ya no tener este fondo y de tener más pacientes con enfermedades crónicas que no tienen medicamentos, ni doctores ni hospitales para atenderse. Después de la pandemia quedó clara la urgencia de gastar más en el sector salud, sin embargo, el punto es destinar más recursos, no gastar y desperdiciar los que ya existían para otros fines, en políticas mal planeadas y poco transparentes.