Hoy es difícil saber cuáles son las prioridades para los mexicanos, ya que los distintos partidos insisten, una y otra vez, en auto diagnosticar los males del país más por conveniencia electoral que por un afán legítimo de bienestar social.

Para Morena todo es retórica, un cuento sobre la lucha interminable por rescatar, según ellos, a México de los bandidos y saqueadores. Es esa una narrativa tejida con odios de todos colores, revanchas amargas y egos mal curados, que describen a un país de contrastes y luchas intestinas, en donde avanza la apuesta por imponerse y doblegar al contrario.

Desde esa óptica todo está permitido, incluso violar la ley. Porque la trama morenista aprueba cobrarse a lo chino, a tomar lo que por destino piensan y creen merecer. Dicho enfoque denosta todo intento de diálogo y menosprecia la suma de otras visiones, ahí vive el cuento que legitima toda acción y moraliza en exceso a la realidad.

Por su parte, el PRI vive tiempos de una introspección cuasi infantil. A los ojos del dinosaurio los problemas actuales lucen ajenos a pesar de haber sido ellos mismos los ideólogos de la política más rancia que ha visto la geografía nacional. El tricolor patalea su artrítico espíritu, el cual hoy no tiene asideros ideológicos y navega sin proyectos de alto calado, tan solo el sueño de regresar como sea al poder.

No sorprenden los comerciales oportunistas de los priistas en los que disparan metralla a todo y nada, con mensajes en donde imploran desarrollo y bienestar sin mediar en los cómos, solo gastando saliva tal como lo hicieron hasta el cansancio por más de setenta años. Vemos a un PRI perdido que da tumbos y que resulta más peligroso que chivo en cristalería.

A la par, el PAN luce amodorrado y con sus postulados diluidos. La famosa derecha mexicana se difumina, no hay tal, no en este México. El color azul dejó de ser bandera de opciones, cambio y de logros. Ni para argumentar con fuerza frente al gobierno han servido, las cuotas de grupo ganaron y los caciques blanquiazules se reparten el pequeño botín que aún les queda.

Hay quienes piensan que a los panistas les quedó grande la palabra oposición, que no supieron o no quisieron tomar esa responsabilidad. Mientras tanto, se acerca el fin de sexenio y no existe en el horizonte alguna luz que provenga del PAN, a diferencia de otros héroes con el mismo linaje a estos nuevos gorriones solo les gusta cantar desafinado.

También están los invisibles y lastimeros grupúsculos que aún constituyen a partidos como el PRD y su nula presencia nacional. En el sol azteca no hay nada que ofrecer pues Morena les dejó solo el cascajo para que lo vendan por kilo. Prerrogativas tiradas a la basura en partidos que ya no valen ni sirven para dar soluciones a los ciudadanos de hoy, es la triste realidad, es lo que hay.