Trump no solo fue, en 2016, un candidato que energizó a las bases republicanas tradicionales. Trump levantó esperanzas entre la derecha radical que antes operaba desde las márgenes, y ahora, finalmente, sentía una conexión con su sistema político. Entonces, se desató un ciclo en el extremismo que Moghaddam llama “la escalera de la radicalización”. Más y más simpatizantes se sumaron a las causas de la derecha extrema, participaron en mítines políticos, en internet, y llevaron al centro de la discusión sus temas, esperando que la movilización política les diera réditos. No obstante, muchas de esas personas fueron perdiendo la confianza en los mecanismos tradicionales de participación. En esa escalera de radicalización hay quienes ascienden un peldaño más y brincan al uso de la violencia. Esta fotografía es retratada por dos recientes reportes al respecto.

Uno de ellos es un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) que muestra que el terrorismo de extrema derecha en EU sigue creciendo y ha rebasado desde hace tiempo, por mucho, al perpetrado por cualquier otra ideología en ese país, lo que incluye al extremismo de izquierda o al islámico. Solo en 2020, 90% de atentados o planes para cometerlos, pertenecen a esa categoría. Los ataques cometidos por extremistas de derecha del 2001 a la fecha, han ocasionado 15 veces más muertes que los ataques cometidos por extremistas de izquierda. Los crímenes de odio contra minorías en EU se ubican en su punto más alto en los últimos 16 años.

Segunda conclusión del CSIS: El terrorismo de extrema derecha probablemente seguirá creciendo a lo largo del siguiente año. Uno de los motores será la oportunidad percibida por personas radicalizadas a raíz de la polarización del entorno electoral. Esa tendencia podría estar influenciada por el resultado de la elección. Mientras más personas adherentes a estas ideologías se sientan decepcionadas por su sistema político, crecerán las probabilidades de que ello resulte en actos violentos.

Otro informe, publicado por el Southern Poverty Law Center (SPLC), muestra que del 2016 al 2018 hubo un considerable incremento en la movilización política por parte de grupos supremacistas blancos. Sin embargo, el número de estas movilizaciones políticas fue decayendo conforme estos grupos fueron perdiendo confianza en Trump y en su eficacia. Como resultado, muchos de esos adherentes se han ido retirando de la actividad pública y se han estado uniendo a células clandestinas más extremistas que consideran que “la democracia multirracial en EU está inevitablemente destinada al colapso” y, que, por tanto, el proceso necesita ser acelerado mediante la violencia. Así, una siguiente fase, la actual, está marcada por una mayor amenaza de ataques violentos como los cometidos en sinagogas, o como el ataque en un Walmart de El Paso en 2019.

La polarización que se puede fácilmente observar en internet y redes sociales, no se detiene ahí. Los polos se alimentan mutuamente y en ellos, hay personas que se mantienen escalando peldaños en sus procesos de radicalización. Esto ocurre tanto en la izquierda como en la derecha. No obstante, en países como EU, la violencia perpetrada por supremacistas o nacionalistas blancos es la que muestra mayor crecimiento y representa la mayor amenaza en la actualidad. El factor Trump desató un fenómeno que ahora resulta muy difícil de detener. Y, paradójicamente, una potencial derrota electoral del presidente podría, de hecho, acelerarlo.

@maurimm