Erase que se era… los peros para nunca una mujer

¿Hasta dónde habría que remontar nuestra memoria para ubicar la persecución de mujeres por ser excesivamente diferentes a lo esperado ¿Hasta el año 1184? O quizás una época más reciente.

Tradicionalmente la Inquisición era quien se atribuía ese derecho, y era el dicho, el dedo acusador y prácticas terribles de tortura las que obraban sobre el cuerpo de las muchas veces, en aquel entonces, curanderas, pioneras de la herbolaria y farmacopea, a quienes se asociaba el don con posesión diabólica ineludiblemente. Pues, ¿cómo era posible que un ser inferior como una mujer pudiese tener el intelecto y el divino don de curar más que un hombre. ¡Imposible!

Y en este 2020 el nuevo disfraz de la Inquisición es tan variable como asombroso, va desde un hermano, un esposo, quizás un jefe, una compañera de trabajo, la suegra, y hasta los propios padres por citar ejemplos. Que ante las exhaustivas labores demandantes en donde se exige igual frialdad y certeza quirúrgica para gerenciar como para implementar acciones en los espacios rurales plagados de interculturalidad y usos y costumbres; levanta la ceja, y se convierte en un instante en el juez más adusto e implacable.

Señalando con una posición más que apocalíptica las consecuencias de haber accedido al mismo derecho que cualquier ser masculino, pero con graves implicaciones solo porque se posee una matriz, gesta por nueve meses y tiene un hijo. Por que entonces es un ser desalmado, sin principios que lo abandona y mejor aún debe renunciar mas que inmediatamente -ya que algo debe de remorderle- o si no los jefes se encargarán que le remuerda ese tiempo “perdido” reconstruyendo un ejido, municipio, estado o país.

Ahora no se llama a los clérigos de la madre patria para juzgarlas, ni torturarlas hasta la muerte mismas para obligarlas a auto condenarse y así ser decapitadas y quemadas. Ahora se les acosa sutil y descaradamente con baños de culpa a través de quienes están subordinadas en el campo laboral, y con la mano en la cintura se les llama “malas madres”, ahora se les vitupera en las cloacas masculinas sin la oportunidad de una carta como la que hizo Sor Juana Inés de la Cruz ampliamente conocida como “Carta a sor Juana Inés de la Cruz” en donde la inteligencia florece.

Ante los feminicidios que cobran fuerza en las noticias no queda mas que repensar el verdadero posicionamiento de lo femenino en contextos de competitividad en que el útero no amedrenta ni inhibe el poder de los pensamientos, la creatividad y la palabra. El visibilizar el poder de lo femenino enloquece a los hombres sin educación en el tema de derechos humanos, y sale a flote el enfermo que puede llegar a ser un suicida feminicida como se está persiguiendo de oficio actualmente en el Salvador a quienes someten a tal grado de amenazas psicológicas y torturas a sus parejas que optan por el suicidio.

Así pues dicho lo anterior la multinombrada “alerta de género”, empieza con el decir “renuncia por que tienes que cuidar a tus hijos”, “no te contrato porque estas embarazada”…. ¿Y usted tiene claro qué es la alerta de género en su trinchera? Eternos “peros” para truncar sueños, obstaculizar la paz y que los caminos sean simplemente iguales para ambos géneros.

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