Navidad como brisa… respiremos sin Covid

La paz esta en ti, en cada susurro que ha marcado tu origen desde generaciones antiguas que quizás ni te han nombrado los cronistas de tu familia. Existe en ese árbol genealógico que nos cobija como ceiba en el recuento del silencio a través de la meditación que invoca la danza tenue de una vela.

Lo cierto es que la vasta semilla de la quietud emocional que nos hace expandir el tórax al unísono de lo que reconocemos como dulcemente volátil: el viento, los aromas, la brizna de lluvia de otoño, el sabor impecablemente renovador de la madrugada y la caricia balsámica de la vida cuando vas en bicicleta recorriendo el hilo dorado de una infancia invencible. Experiencia que tienes el poder de heredar vibrantemente a tus hijos, sujetarlos e invitarlos a explorar el dominio del cuerpo y de la bicicleta, herramientas de vida. Más hoy cuando es sumamente apremiante el acervo de un cuerpo resiliente a las enfermedades de complican las crisis respiratorias del mal de nuestra época: El Covid.

Respirar es hoy el bien más presionado, el no depender de respiradores artificiales es casi hoy equiparable – después de tantos caídos – a la sensación de estar en comunión con la frescura de los espíritus a quienes hemos confiado nuestros secretos esta en franca relación con el dulce vaivén de respirar, inhalar y exhalar. Y esa expansiva dicha se colude con la salud, si estamos fuertes, si no hemos vendido nuestra armadura orgánica a los fatuos dizque placeres que son excesos. Si no hemos sido vencidos por la liviandad de un tendencioso paladar que nos traiciona a desear más cuando sabemos ya hemos sido saciados.

En esta navidad más que vistosos regalos, hay numerosos sobrevivientes que solo desean poder respirar por ellos mismos, sin maquinas, sin el aislamiento absoluto que representa estar en un pabellón para enfermos con Covid.

Valoremos esa cualidad de inhalar al propio ritmo. Vamos a unir nuestro aliento a los aromas de pinos, de los recuerdos, de la suavidad de un deseo que no se cumple pero que es dulce. Navidad nos llegó con su oleada de absurdas tentaciones, no cedas a la presión de correr con toda tu familia a las plazas, no caigas en la falsa seguridad de congregarte con asintomáticos que no sabes a ciencia cierta si no tienen Covid. La ferocidad de este virus escoge sus víctimas entre los más confiados, los que se ciegan en el bullicio, el ruido, el tumulto que se arropa de imprudencia y deja la sana distancia con liviandad, que hace caso omiso de un cuadro febril y otros síntomas de enfermedades respiratorias y toma antipiréticos para cruzar los filtros con total egoísmo y desenfado, violentando el derecho a la salud y a la vida de todos sus prójimos.

En esta navidad la estrella de Belem yace en nuestra conciencia. Cuyos destellos proféticos son: quédate en casa, sana distancia, cubrebocas, lavado de manos…

Mi mayo deseo es que cada individuo pueda seguir poseyendo la brisa suave y cálida que nos fue dada como la mayor ofrenda vital.

Construyamos entre todos una navidad como brisa…. Sin COVID.

AMEN

tintaynovela@hotmail.es