¿Qué desear en tiempos del Covid?, ¡ No cambies la pizza por la vida!
Cuando la premura de los pensamientos que se pisan uno al otro, cuando el dolor se asemeja terriblemente al gozo, ¿cómo podríamos encontrar la tesitura ideal para exhalar un deseo justo que nos refleje?
En el cielo entre los escuetos destellos de fuegos artificiales y una luna que nos mueve de fe y temor al son de un baile estremecedor, se dibuja la gran pregunta ¿Qué desear en tiempo del Covid?, cuando las garantías de la seguridad y felicidad se resquebrajaron, cuando el vaivén de las horas cobro un valor inusitado ante el tic tac de los monitores de signos vitales, cuando la gente cambió los anillos y las manicures por los oxímetros.
Se vendieron y venden como pan caliente al igual que lo tanques de oxígeno, como un sinónimo de oasis vital o barcaza para llegar al objetivo que es la vida, nunca la oxigenación se había vuelto una obsesión, los hay quienes revisan más su oxímetro que sus mensajes de texto en un celular
Desear el deseo ideal. Desear la vocación del origen de la infancia mágica, lúcida y plena de un vasto paisaje que todo contiene.
Vi trozos de papel desfilar y cambios de plumas de colores y otros tantos hechos bolas amorfas volar y basureros, en esta víspera atípica. En donde no faltó quien sacará su maleta a dar la vuelta a su vecindario y mientras se mordían los labios pensar si aun seria posible el acariciado viaje a Europa, cuando la Europa y sus otrora apetecibles países que son hoy por hoy destinos de hálitos que tristemente se extinguen.
¿Qué desear?, cuando muchos dejaron atrás más que sus motivaciones y los iconos de inspiración. Este año que empieza con finales y ciclos que llevan a la reflexión colectiva merece el giro de ciento ochenta grados, de apaciguar el ego de la confianza y la soberbia, y reconocer a conciencia la vulnerabilidad que nos cobija.
Estamos todos fusionados en la misión de una lucha por la vida, entonces quizás el mayor aprendizaje recae en la necesidad de entendernos como un ente que respira y se conmueve, en aras de la vida que aun queremos consolidar, esa graduación de la preparatoria, esa entrega de reconocimientos por logros académicos, ese baile de aniversario que se ha planeado con nietos y sobrinos, el bello momento de las bodas anheladas… y ahora que llega el día de Reyes, no cedamos a la obsesiva compulsión de amontonarnos y exponernos en insana distancia en torno a tiendas de juguetes y pizzerías.
El deseo aparentemente inocente de complacer el placer del paladar infantil, que goza y exige con su carita de ángel ese pedazo de cielo con pepperoni, piña y quesos derretidos, debe ser en este momento contenido.
El virus no respeta la dulce justificación de una fecha festiva infantil, no te despidas de tu familia y de tus hijos arriesgándolo todo por una pizza. Asume como buen cruzado por tu estirpe conductas responsables, ¡Claro que puedes ser tu el próximo infectado!, no cedas a la tentación de ser parte de un conglomerado que finge no saber el costo de vida y muerte que representa el no cuidar la sana distancia.
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