Existe una disyuntiva evidente respecto a las distintas formas con las que el gobierno del presidente López Obrador aborda los temas de género, por un lado, hay un mensaje estridente con el que presumen apoyos a la economía familiar comandada principalmente por mujeres y, al mismo tiempo, una evidente ceguera e inoperancia en torno a la necesaria protección que requieren las mexicanas en contra de la violencia.

Preocupantes y crecientes cifras sobre feminicidios, miles de carpetas de investigación sobre atentados en contra de mujeres, desapariciones al por mayor de hijas, madres y hermanas y, todo ello, ante los ojos omisos de las autoridades que han sido incapaces de garantizar paz y bienestar a sus ciudadanas.

El tema es relevante en la previa de la definición por la candidatura presidencial, toda vez que una de las punteras podría convertirse en la primera presidenta de la historia de México. El caso de Claudia Sheinbaum resulta sintomático pues llama la atención que, claramente, no exista en el centro de su agenda un eje de propuesta específico sobre el tema de género.

¿Acaso no sería una mujer la más indicada para hablar y defender a las propias mujeres? Paradójicamente, desde el oficialismo parece que la respuesta es: no. La todavía jefa de gobierno de la Ciudad de México habla de todo menos del grave fenómeno de violencia que viven sus congéneres, lo cual podría resultar ser un grave error en su campaña.

Las encuestas con las que se mide el reconocimiento que tienen los suspirantes del oficialismo no han entrado a detalle en temáticas tan importantes como el registro de apoyo por género que tienen los punteros. Valdría la pena poner lupa sobre este asunto porque en un país donde la mayoría de los habitantes son mujeres, los valiosos votos que ellas representan para las campañas políticas cuentan, y cuentan mucho.

Además, resulta curioso que en el hipotético escenario de que la candidatura de Morena sea encabezada por una mujer, sería casi obligatorio que la oposición postule también a otra mujer para intentar cerrar la brecha. Por lo anterior, es evidente que la escasa estratégica de género en el war room de Sheinbaum es un lastre que podría lamentar aquella que se autonombra la favorita del presidente.

¿Las mujeres mexicanas se sienten representadas por Claudia Sheinbaum? Es una pregunta simple pero poderosa, porque la química entre política y ciudadanía muchas veces es más sencilla que la que proveen rimbombantes espectaculares o slogans hechos por galardonados publicistas.

¿Votaría una mujer de Veracruz, Yucatán o Tijuana por Claudia Sheinbaum? ¿Apoyarían las ciudadanas de Sonora, Chiapas o Nuevo León a la mujer que en las noticias últimamente solo está ligada a escándalos e incidentes del Metro de la Ciudad de México? ¿Es Claudia la candidata ideal, más allá de filias, más allá de necedades? Solo el tiempo lo dirá.