La tristemente célebre decisión de la Suprema Corte de los Estados Unidos en el caso Dobbs v. Jackson anunciada hace unos días no trata de prohibir los abortos, no trata de defender la vida, no trata ni siquiera de proteger al producto de la concepción. Es una sentencia que tiene un único objetivo verdadero: tomar control sobre el cuerpo de las mujeres, para hacer que su capacidad reproductiva se convierta en una obligación y no en lo que realmente es: una maravillosa posibilidad que se debe ejercer de manera libre y responsable.
No es creíble que digan que la Corte de EU buscaba proteger la vida, cuando un día antes los mismos jueces conservadores se habían negado a aceptar una mínima regulación sobre el uso de las armas de fuego, que por su misma naturaleza tienen como razón de ser el privar de la vida a los seres humanos.
No es creíble que digan que la sentencia quiere acabar con los abortos, porque la historia de la represión penal de la sexualidad humana demuestra que ello no es posible. La consecuencia será solamente terminar con los abortos legales, pero miles de mujeres buscarán por cualquier medio (incluso en mercados totalmente ilegalizados y convertidos en clandestinos por efecto de la sentencia Dobbs), interrumpir su embarazo.
En casi la mitad de estados de la Unión Americana una mujer podrá ser obligada a tener a un hijo o hija que haya sido producto de una violación. Una niña violada por su padrastro, por su abuelo, por alguno de sus tíos o de sus profesores, será obligada a parir y tener que criar a una persona que de por vida le recordará una tragedia que la ley define como delito. Así de bárbara es la decisión tomada por la Suprema Corte de nuestWro país vecino.
Lo peor de la sentencia es que la amenaza no se limita al cuerpo de las mujeres. El voto concurrente del juez Clarence Thomas anuncia que se deben revisar otros precedentes, citando expresamente los temas del matrimonio igualitario, el derecho a utilizar anticonceptivos o el de sostener relaciones consensuales con otra persona adulta de tu mismo sexo.
Como siempre sucede en la historia de la humanidad, esto apenas comienza. Las mujeres no se van a quedar calladas. Ellas lucharán por recuperar sus cuerpos. Y ahí estaremos muchos, para ayudarles a lograrlo.