Banner

Hoy Escriben - Darío Ibarra Zavala

Marx contra Maquiavelo

La ruptura entre Musk y Trump es también un conflicto entre economía y política. De un lado uno de los hombres más ricos del orbe, y de otro, el que probablemente es el hombre más poderoso del mundo contemporáneo: el presidente de los Estados Unidos. El primero encarna al capitalismo actual, el segundo al poder político y económico. Parte de la ruptura obedece a la posible reducción o eliminación de subsidios a la industria que encabeza Musk. Es decir, eliminar apoyo a universidades y al resto del mundo está bien, pero que no se metan con los subsidios, implícitos o explícitos, que recibe el sector privado.

Una postura enteramente liberal y anti estatista significa que el Estado no intervenga en la economía. No cobrar impuestos, pero tampoco entregar subsidios. El mercado sería la institución encargada de resolver los problemas económicos de qué, cómo, cuánto y para quién producir. Esto solo existe en los libros de texto. No es real. Ni siquiera los países que pueden considerarse como más pro libre mercado, como Estados Unidos o Inglaterra, lo hacen.

La eliminación de subsidios o diversos sectores, como el educativo o el sector externo, es parte de la política de liberalismo económico. Lo mismo aplica cuando se deja de apoyar al sector privado. Es parte de lo que está ocurriendo y que no le gustó a Musk. La ruptura era inminente.

En lo que lleva de este segundo mandato el actual presidente de Estados Unidos, ha traído caos a las economías del mundo. Incluso los empresarios que lo apoyaron han perdido y hoy están rompiendo con el gobierno de los EU. De seguir con esa tendencia, es altamente probable que la suma de inconformes sea tal que obligue a Trump a recular o a enfrentar juicio político.

El actual presidente tiene un cargo político, pero también es empresario, por lo que en realidad es la encarnación de ambos poderes. Marx sostendría que lo económico se impondrá sobre lo político; Maquiavelo tendría la postura opuesta. La controversia se dirimirá en los mercados. Cuando estos lleguen a cierto nivel de caos, lo económico se impondrá sobre lo político y veremos cómo se da marcha atrás en varios temas. Si no ocurre en este mandato, el próximo presidente se encargará de reconstruir lo que el actual ha destruido.

Por su parte, uno de los hombres más ricos del mundo ha descubierto que no es deseable un liberalismo económico extremo. Esto pavimentará el camino para el resurgimiento del sector público y una mayor presencia de éste en la economía, así sea en el próximo mandato que no cabe duda, será para el partido demócrata.

Esto también debería ser una lección para los hacedores de política económica en el resto del mundo, en particular en América Latina, donde numerosos economistas se han formado en universidades extranjeras, preferentemente en Estados Unidos, donde han aprendido modelos teóricos que han intentado aplicar en sus países de origen con resultados dudosos cuando no verdaderamente desastrosos. La evidencia y la Historia demuestran que la Economía retroalimenta a la política y recíprocamente, pero malos resultados económicos se pagan en las urnas. Un mal desempeño económico necesariamente implicará un reclamo a los políticos en turno.