El México de hoy no es igual al del 2018. Estamos viendo el surgimiento de un “México encabronado”; un país de gente que ya no responde a los argumentos y hasta desconfía de las evidencias si estas no responden a sus deseos, creencias y expectativas. Un México donde el ciudadano que antes era pacífico hoy se hace justicia por su propia mano y hasta arma sus propias autodefensas para protegerse, decepcionado por la inacción gubernamental frente a la delincuencia organizada.

Ante este contexto estamos llegando a la que podríamos calificar como la más importante de las elecciones intermedias de las últimas décadas. Estamos divididos entre una clase media estigmatizada, pero cada vez más consciente y exigente de sus derechos ciudadanos y políticos y un sector popular lastimado por el olvido de muchos años, que hoy es azuzado en contra de los anteriores gobiernos.

Sin embargo, no debe sorprendernos que aún con los peores resultados de gobierno de los últimos años, el presidente tenga altos niveles de aprobación y posiblemente Morena no mantenga la mayoría absoluta en el Congreso, pero sí la relativa.

En otro país del nivel del nuestro, las palabras no cuentan: sólo los resultados. En esos países, durante las elecciones los resultados definen el destino del voto. Cuando se apela a los rencores, se recurre a la “lucha de clases”, que en todo el mundo desarrollado ha perdido vigencia, incluso en Rusia y China que aún tienen gobiernos comunistas.

Es necesario conectar con los sentimientos de este México encabronado y ofrecerle soluciones inmediatas a sus problemas de hoy, comprometiendo garantías creíbles de cumplimiento. El futuro es la preocupación de quienes tienen resueltas sus necesidades básicas del día de hoy. Una actitud sincera y comprometida por parte de los partidos de oposición puede abrir una puerta de empatía con el sector de población que ha sido vulnerado por las decisiones irresponsables y las omisiones de este gobierno.

Es evidente que la oportunidad que tiene la oposición de ganar votos está en su capacidad de actuar a nivel local, en el centro de las comunidades, donde se resuelven problemáticas cotidianas de violencia y salud, por mencionar dos de los más sensibles de hoy. Las comunidades conocen perfectamente quién es quién y seguramente en el trabajo local, comunitario, la actividad de la sociedad civil para generar opinión pública a favor de un voto razonado puede ser fundamental. ¿A usted qué le parece?

Twitter: @homsricardo