Llegamos a esta Navidad en medio de mucho dolor que era evitable, quizás es lo que más nos duele. Compartimos con nuestro país los momentos de oscuridad que estamos viviendo: un México con crisis de salud, con crisis económica, con una ausencia de Estado de Derecho, y no será muy distinto el próximo año.

Llegamos a esta Navidad entre reclamos al INE y al Tribunal Electoral, que, personalmente, no voy a parar porque todos los días les debemos recordar que en sus manos está la elección y que no pueden comportarse como cómplices de un fraude electoral.

La diferencia la tenemos que hacer los ciudadanos. Debemos rescatar a nuestra Patria y darle una luz de esperanza.

Ha sido un año difícil y no puede pasar desapercibido para nosotros: la Navidad y estos últimos días del año que compartimos también con quienes, no celebrándola, nos unimos a los momentos familiares y de reflexión a través de otras expresiones religiosas y para quienes estos días serán siempre especiales por el cierre del año.

Son momentos para recordar cuando poníamos el nacimiento con nuestros papás y que hoy lo ponemos con nuestros hijos, o vemos a nuestros hijos poner su propio nacimiento. Y recordamos lo que nos enseña este gran acontecimiento para quienes sabemos que el deber nos obliga a mirar y ayudar a los otros.

Son momentos para recordar a quienes se fueron, a los más de cien mil mexicanos que murieron en esta pandemia manejada tan cruelmente por el gobierno, entre ellos, más de una centena de mujeres y hombres de México Libre que fallecieron.

Son momentos para recordar a todo el personal de salud que nos demuestran la capacidad inmensa que tenemos los seres humanos para servir y entregarnos a los demás. Y a quienes tuvieron que cerrar una pequeña empresa porque desde el poder no lo miraron ni al empresario, ni a sus empleados, ni a las fuentes indirectas de trabajo.

Son momentos para recordar a los miles de ciudadanos que acompañé en una acción decidida que debimos haber hecho todos los mexicanos: construir la Patria para reforzar los valores que fortalecen a una nación y a un país.

Pienso también en el padre de familia que contaba emocionado que había asistido a la Asamblea de México Libre y que estaba decidido a participar; pienso en las muchas mujeres que por primera vez entraron a la política y que dejaron con la boca abierta a sus conocidos por su capacidad de actuar en la vida política de México; les pido que no se salgan de la política porque nuestro país nos necesita.

Pienso en los muchos jóvenes que creyeron en México y en sus leyes y aunque fueron traicionados por las autoridades, a todos les pido que no se rindan en la búsqueda de la libertad, en su convicción por el diálogo y en la fuerza que tienen para impulsar cambios profundos y pacíficos para un país que tiene en riesgo su democracia y que lo queremos convertir en un México justo, valiente, libre y alegre.

Pienso en nuestra Patria, y dentro del torbellino de intereses y traiciones, de sentimientos, de dolores, de división y polarización en los que estamos sometidos, sigo pensando fundamentalmente en la posibilidad de la política, que a veces es ingrata, pero estoy convencida que es la mejor forma de servir y amar al prójimo.

Les deseo que en estos días nos llenemos de razones, de sentimientos, de la espiritualidad suficiente para que nos den valor para seguir en la tarea de construcción de México.

Feliz Navidad, felices fiestas, cuidémonos todos.