En la vieja obra “El tesoro de la juventud” figuraba una sección aleccionadora para los niños de ayer, que podría ser útil para los hombres de hoy: El libro de los porqués. Era una fuente para la cultura infantil. Ojalá pudiera enviarle las preguntas que formulo en seguida. Millones de mexicanos aguardamos las respuestas.

¿Por qué sembramos divisiones y enfrentamientos, cuando requerimos concordia? Estamos impidiendo el desarrollo y generando heridas profundas.

¿Por qué se derrumbó la economía, mucho antes de que llegara el coronavirus? Sólo arrojamos salvavidas a los desvalidos, como sucede en los naufragios o en las elecciones.

¿Por qué se regateó el apoyo a las fuentes de trabajo? No digo a los tiburones que reposan en el mar profundo, sino a empresas y trabajadores atrapados por la emergencia.

¿Por qué invertimos en obras faraónicas los recursos indispensables para la subsistencia y la salud de los mexicanos? Dos Bocas puede esperar; el hambre, no.

¿Por qué pasamos del optimismo al desastre sanitario? Somos punteros de la desgracia. Ni la domamos ni la moderamos.

¿Por qué no formamos un solo frente para contener la pandemia? Es obvio que no lo hemos conseguido. Abundan las dudas y los recelos. ¿Por qué somos el país con el mayor número de contagios entre los servidores de la salud? Han proliferado los requerimientos y las protestas.

¿Por qué se quebranta el federalismo? El foro de los consensos se ha convertido en palenque.

¿Por qué ha crecido la criminalidad, tomando territorios y facultades del Estado? Abundaron las promesas; los resultados están a la vista. Las olas se levantaron en el pasado; en el presente son un tsunami.

¿Por qué debilitamos instituciones valiosas? Hoy padecen la indigencia impuesta por el ahorro “institucida”, que pasa a cuchillo por igual al trigo y a la cizaña.

¿Por qué se militarizan funciones públicas que no competen a las Fuerzas Armadas? Emprendimos una militarización cuyo destino es incierto.

¿Por qué desalentamos el desarrollo de la cultura, la ciencia y la tecnología, de las que dependen nuestra identidad y soberanía?

¿Por qué retiramos apoyo a las mujeres en atención básica a niños vulnerables y refugios contra la violencia? El Estado no encabezó la insurgencia femenina; la ha desacreditado.

¿Por qué nos distraemos con banalidades? La comedia del avión presidencial, que aterrizó de nuevo, es un buen ejemplo de estas distracciones.

¿Por qué se ha convertido el púlpito de la República en un heraldo de la persecución penal? Las proclamas vindicativas no competen a la Jefatura del Estado.

Hay más preguntas en la mente de todos. Para resolverlas existe una fuente de certeza, que sustituyó al Libro de los por qués. Es una nueva forja de cultura, catecismo del pueblo con el que amanecemos cada mañana. En este sucedáneo de la ciencia se asegura que todos los males son atribuibles a los adversarios (neoliberales, conservadores, intelectuales et al.) de una transformación que efectivamente nos está transformando. ¿Será? Ahí está el detalle.