¡Ay, Morena!

Apenas lleva unos cuantos años de haber sido fundado y el gobernante de Morena, entrampado en su propio laberinto, ni siquiera sabe cómo elegir a su nueva dirigencia nacional sin caer -o inclusive superar- en los vicios de los otros partidos.

Lo que se está viendo en el proceso para renovar la dirigencia no es nada esperanzador, pues se están imponiendo los intereses de muchos políticos que piensan más en las elecciones intermedias de 2021 y las presidenciales de 2024 que en bien del propio partido.

No podía ser de otro modo, ya que la mayoría de los dirigentes -y ahora la base de Morena- pertenecieron al ya casi difunto Partido de la Revolución Democrática (PRD), y han trasladado sus mañas al nuevo partido.

Al paso que va Morena ni siquiera podría no durar los 30 años que el PRD se mantuvo como una fuerza política más o menos fuerte y competitiva, hasta que se desdibujó por completo al dejar de lado sus principios y aliarse con la derecha del Partido Acción nacional (PAN) y del Revolucionario Institucional (PRI).

El presidente Andrés Manuel López Obrador, fundador de Morena, ha dicho que no intervendrá en la elección de la dirigencia, lo que, de ser cierto, alentará la rebatinga entre los diversos grupos internos que buscan posicionarse con miras a las elecciones próximas.

Posiblemente si el presidente se involucra, da línea y pone orden, la elección sería menos conflictiva, pero si como dice el cambio que se pregona va en serio, no es saludable repetir la historia. Sin embargo, no hacerlo provocará que el partido termine (más) dividido y dando un espectáculo que le afectará a él también, fiel al sello que, desgraciadamente, caracteriza a la izquierda mexicana.

Como en el caso del propio gobierno con sus funcionarios, para que las cosas fueran distintas tal vez tendrían que venir marcianos, a ver si se comportan diferente a la clase política nacional que arrastra vicios y corrupciones que no se acabarán de la noche a la mañana ni por decreto.

Por lo que se está viendo en Morena y su proceso de renovación de la dirigencia nacional, el partido en el poder se encamina a ser uno más de los ya existentes si no corrige el rumbo y procura una elección más o menos decente que deje satisfecha a la mayoría.

Uno de los problemas es que en Morena participan experredistas, expriistas, expanitas y ex verde ecologistas, más los lopezobradoristas que son la corriente del presidente, en teoría no tan maleados, cuando menos algunos de ellos.

El caso más claro es Chiapas, donde el pasado fin de semana se realizaron elecciones para nombrar a los consejeros al congreso nacional, llenas de irregularidades, como en el PRI en sus mejores tiempos.

No podía ser de otra manera, ya que muchos dirigentes y militantes del Partido Verde Ecologista de México que tuvieron su mejor época (de corrupción, claro) en el sexenio pasado, están ahora incrustados en Morena con todos sus vicios.

Por lo tanto, no puede pensarse en que las cosas serán diferentes si es la misma gente que ha estado en partidos corruptos y está contaminada con muchos de los vicios del pasado. No poner vino nuevo en odres viejos, recomienda un pasaje bíblico, que podría de alguna forma aplicarse en este caso, si quieren ser diferentes. ¡Ay, Morena! Qué pena.

Picotazos

Como si no fueran ya demasiados, los habitantes de comunidades ubicadas a lo largo de la carretera San Cristóbal-Palenque, siguen construyendo topes. El pasado fin de semana estaban por concluir uno a la salida de Oxchuc hacia Ocosingo. Parece que no hay poder humano que impida que sigan poniendo obstáculos a los automovilistas que transitan por esa vía. De verdad que es un martirio pasar por esa carretera, que por cierto comunica a muchos de los lugares turísticos más importantes de la entidad como las ruinas de Palenque y Toniná, las cascadas de Agua Azul y Misol-Ha, entre otros. Parece que la única solución a este grave problema es la construcción de una nueva carretera, aunque habría que cuidar que no le construyan topes (túmulos, se les dice en El Salvador, que significa “montículo artificial con que en algunos pueblos antiguos era costumbre cubrir una sepultura”). Hablando de carreteras, urge que las autoridades municipales o estatales -quién sabe cuál de las dos es la responsable- rellenen los grandes hoyos que se localizan en un tramo del periférico poniente de San Cristóbal, que está entre el semáforo instalado en el crucero a Chamula y Zinacantán y la entrada a los Alcanfores porque cada vez se deteriora más y es un peligro para los automovilistas. Urge también que arreglen el tramo ubicado en la colonia La Hormiga porque está destrozado desde hace un buen tiempo, sin que nadie haga algo. Ojalá sea atendida esta demanda de cientos de usuarios que día a día sufren las consecuencias. Se supone que para eso nos cobran muchos impuestos. Pero también hay otras zonas de la ciudad que necesitan atención… Fiel a la lucha que durante más de 40 años encabezó en el Comité Eureka, integrado por madres y familiares de desaparecidos, a raíz de la persecución y detención ilegal de militantes de movimientos políticos, armados y sociales entre 1970 y 1980, la luchadora Rosario Ibarra de Piedra no recibió la medalla Belisario Domínguez que le otorgó el Senado de la República el miércoles, sino que se la entregó en custodia al presidente hasta que hayan aparecido los desaparecidos y se haya hecho justicia. O sea, nunca. Casi toda la vida pasó esta mujer originaria de Monterrey en lucha buscando a su hijo Jesús Piedra y desde luego a muchos otros desaparecidos por el régimen priista. Puede ser que al poder no haya gustado su actitud de no recibir la medalla, pero ella fue congruente. Qué bueno. FIN