Caravana de madres
Como cada año, por estas fechas y desde hace tres lustros, decenas de madres de migrantes centroamericanos desaparecidos en México iniciaron un recorrido por diferentes estados del país con la esperanza de encontrarlos.
Su periplo en esta ocasión comenzó el pasado 15 de noviembre cuando ingresaron a México por la frontera de Talismán, municipio de Tuxtla Chico, una de las puertas de entrada de los indocumentados.
Las caravanas se realizan gracias a la iniciativa de una gran mujer: Martha Sánchez Soler, presidenta del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), quien ha dedicado buena parte de su vida a tratar de localizar indocumentados de los vecinos países desaparecidos en México.
Es una ardua labor que implica trabajar prácticamente todo el año para preparar la caravana que se realiza en estas fechas, para lo cual cuenta con el apoyo del coordinador del MMM, Rubén Figueroa, uno de sus principales colaboradores en esta lucha que parece nunca acabar.
Se necesita tener mucho amor por los demás para realizar un trabajo como el que año con año organiza Martha y su equipo para tratar de ayudar a miles de familias de países de Centro América. No es poca cosa que en 15 años de caravanas hayan sido localizadas 310 personas. Ya ni el gobierno ha hecha esa labor. Claro que frente al drama de los migrantes, esa cifra es minúscula, pero para cada familia que ha reencontrado a algún familias, ello no tiene precio.
No siempre las madres, y otros familiares que a veces se agregan al grupo, regresan con buenas noticas después de haber hecho el recorrido por la llamada ruta del migrante localizada en diferentes estados del país, del sur al norte.
En ocasiones pueden disfrutar de la alegría de reencontrarse con alguno de los hijos desaparecidos, pero la mayoría de las veces no ocurre así. De todos modos, ellas no dejan de participar en las caravanas con la esperanza de hallarlos, si no vivos, aunque sea muertos para que en su corazón haya cierta paz.
Muchos de esos migrantes, efectivamente, murieron en el camino en busca del llamado sueño americano y están en fosas clandestinas, en panteones o simplemente sus cuerpos quedaron tirados en el monte; otros están presos y no han podido comunicarse con sus familiares. Los más afortunados encontraron trabajo, se asentaron en alguna de las entidades del país y por diversas razones como el cambio de códigos telefónicos y por problemas familiares, nunca avisaron que están con vida.
El drama de los migrantes es muy grande porque se habla de miles y miles de desaparecidos, y muchas madres mueren sin saber cuál fue el destino de alguno de sus hijos que un día salió de su casa con la esperanza de llegar a Estados Unidos y encontrar un trabajo bien remunerado para ayudar a los que se quedaron en su nación de origen, porque hay que reconocer que muchos de ellos no se olvidan de sus seres queridos y cuando ganan les envían muchos dólares para que mejoren su calidad de vida.
Muchas familias han progresado y se sostienen gracias al dinero que les envían quienes tuvieron la fortuna de llegar con vida y trabajar del otro lado del río Bravo.
Claro, otros llegan al vecino país del norte, encuentran empleo, ganan mucho, se gastan el dinero en vicios y se olvidan de sus familiares que muchas veces siguen sufriendo las carencias de siempre.
En fin, el tema de los migrantes es cosa de nunca acabar y seguramente nunca nada se sabrá de los miles de desaparecidos en México porque muchos murieron a manos de delincuentes que dejaron abandonados sus cadáveres en cualquier lado; y por otro lado, la migración continuará imparable a pesar de los muros físicos o imaginarios que las autoridades de Estados Unidos y México pongan en las fronteras para evitarlo.
De hecho, nunca se ha detenido, pues cientos de personas siguen cruzando al vecino país del norte sin documentos, guiados por los llamados coyotes que les cobran alrededor de 10 mil dólares (cerca de 200 mil pesos) desde El Salvador, por ejemplo, para cruzarlos por México y dejarlos del otro lado.
Lo que se debe de buscar en todo caso es que las condiciones de su tránsito sean cada vez menos peligrosas para evitar que su vida se vea amenazada, pero eso es algo difícil también porque para evadir la vigilancia policiaca deben de correr muchos peligros.
Por lo demás, es necesario apoyar el trabajo de Martha Sánchez Soler y del MMM para que continúe el trabajo de tratar de localizar a los migrantes desaparecidos en México. Todo esfuerzo que se haga será bienvenido y agradecido por las familias de miles y miles de centroamericanos que no nada saben de sus parientes.
Picotazos
De verdad debe de ser un martirio para quienes viven en Simojovel y El Bosque, porque desde hace varios años esa es una zona en la que impera la voluntad de algunos grupos que hacen y deshacen con las vías de comunicación, impidiendo el libre tránsito. Ahora son dos grupos los que tienen cerrada la carretera con bloqueos en las entradas y salidas de El Bosque sin justificación alguna -nunca es justificable, menos en estos casos-, pues cuando pues al parecer uno de los casos lo hace únicamente para cobrar altas cantidades de dinero a los automovilistas. Un habitante de ese lugar informó que los pobladores tuvieron el descaro de cobrar estos días mil pesos al conductor de un tráiler que transportaba mercancía, mientras que por las unidades pequeñas están cobrando cien pesos en cada uno de los sitios cerrados. Es decir, si un habitante de Simojovel tiene que salir hacia San Cristóbal y regresar, en un solo día debe de pagar 400 pesos. Uno de estos grupos está a la altura del desvío que conduce la comunidad de San Pedro Nixtalucum, que en días pasados recibió los recursos del Copladem, demanda que desde hace varios años se ha convertido en el argumento de los lugareños para cerrar las carreteras. En este caso, afirman sus vecinos, lo hacen sólo para obtener dinero sin trabajar, por lo que las autoridades deberían de aplicar la ley ya. Fin.