Genaro García-Calderón
Una de las expectativas que ha generado la detención de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública durante la administración de Felipe Calderón, es si habrá un efecto dominó y en su caso hasta dónde llegaría.
Es una aberración que quien fuera el responsable de la seguridad en el país durante ese aciago sexenio que dejó miles de muertes a causa de la guerra que el michoacano le declaró al narco tráfico para tratar de legitimarse luego de ganar unas muy cuestionadas elecciones, se dedicara presuntamente a proteger a uno de los cárteles más importantes de México.
La captura del hombre más poderoso durante el sexenio de Calderón ha generado diferentes especulaciones, como que por qué fue detenido en Estados Unidos y no en México. Una posibilidad es que haya sido pactado con el gobierno del vecino país para evitar que se viera como una venganza en contra del michoacano que según el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, le robó la presidencia en 2006.
En cambio, su aprehensión en el vecino país del norte no ha sido cuestionada, pues la opinión pública da por hecho en general que los gringos son en teoría más rigurosos cuando de aplicar la justicia de trata, aunque sólo sea una percepción, basada en parte por el desprestigio del gobierno de México y la falta de credibilidad en ese tema.
La detención de García Luna es la confirmación de lo que muchas personas afirmaron siempre: El absurdo de declararle de manera arrebatada la guerra al narcotráfico, sin medir las consecuencias. ¿Alguien puede asegurar que fue una decisión acertada después de tantos muertos y más ahora con la detención del exsecretario de Seguridad Pública?
Está claro que el más afectado políticamente con la detención es Felipe Calderón, uno de los críticos más férreos del presidente en redes sociales, no en acciones -valga aclarar- al igual que Fox, porque no tiene la capacidad -cuando menos en este momento- de convocar a movilizaciones más o menos importantes en contra del presidente.
La detención del hombre fuerte del señor de la guerra es de algún modo una respuesta implícita a lo ocurrido el 17 de octubre pasado en Culiacán, Sinaloa, cuando el gobierno mexicano decidió dejar en libertad a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo Guzmán.
El gobierno de López Obrador optó por liberar a Ovidio antes que provocar un baño de sangre que habría ocasionado incluso la posible caída del presidente, en caso de que hubiera ocurrido como era previsible, si se le detenía.
Calderón y compañía se le fueron encima en esa ocasión a Andrés Manuel. Ahora, ese que decía combatir al narcotráfico, está preso por protegerlo. Vaya contradicción.
¿El gobierno de Estados Unidos no supo en su momento de las acciones que realizaba y de su alianza con el cartel de El Chapo Guzmán? ¿Por qué lo detiene siete años después de haber concluido su responsabilidad? ¿De verdad no sabía Calderón lo que hacía su secretario de Seguridad Pública?
También ha llamado la atención que García Luna haya sido detenido justamente el día en que se aprobaron en el país de las barras y las estrellas las modificaciones del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. ¿Cuál es el mensaje oculto en esta coincidencia? ¿Acaso habrá que buscar la respuesta en la letra chiquita? El tiempo lo dirá, pero por lo pronto, el tema aparece como un triunfo de López Obrador.
Picotazos
Del capitulo: Cosas de la vida. Aquel hombre no sabía leer. Así que cuando abrió el libro sólo imaginó que en la página del primer capítulo decía: “¡Hoy te vi! Sí, te vi de la forma más inesperada, como a veces uno se encuentra a las personas sin buscarlas para que sean el complemento de algo que está incompleto. Te vi en los siete colores de ese arcoíris que de repente y sin razón aparente apareció esta mañana (30 de enero) sobre las montañas del norponiente. Te encontré como un rayo de luz en medio de este día gris; en la neblina blanca como tu alma, en el frío que cala más sin ti, en las nubes que rozan el cielo como buscando algo perdido. ¿Un amor, por ejemplo? En la llovizna que moja la piel y el alma y agranda los deseos que se pierden en un universo en el que sólo caben dos: Tú y yo. En esas confusas ganas de vivir o de morir de amor. En la imaginaria y borrosa imagen de dos sombras en brazos de Cupido atravesados por una flecha. En cada vuelta al parque corriendo viendo pasar a los niños a la escuela en busca de un sueño. Sí, en esas lindas flores de colores del parque que sin razón alguna en otoño se marchitaron, pero renacieron en este invierno y podrán florecer en la primavera con ese calor tan necesario no sólo para ellas. Como en un sueño esta mañana triste las he visto correr por el jardín, jugar con sus propios pétalos y cantar una canción que más o menos decía: ‘Me quiere, no me quiere; me quiere no me quiere…’. Estaba por preguntarles por qué cantaban de tal forma cuando salió el sol con unos tenues y fugases rayos que las hicieron ocultarse sin que supiera si la canción terminó en el ‘me quiere’ o ‘no me quiere’. No estoy seguro si lo soñé o lo pensé. Sólo recuerdo que dije: ‘Me haces falta como el sol que alumbra y calienta; como el agua que calma la sed; como las olas del mar que con su blancura transportan a una dimensión desconocida; como el viento que nos acaricia la piel y suavemente pasa su mano por la espalda más linda del mundo; como la luna que nos inspira e invita a escribir un poema y decir ‘cuánto te quiero’ o como el cielo azul que provoca que salgamos volando como un cometa en busca de la felicidad perdida o dormida a las puertas del paraíso. ‘¡No manches!’ En fin, lo que quería decirte es que hoy te vi en los ojos que te miran, en la mente que te piensa, en las palabras que nombran, en el sueño que te sueña cada noche, en el vino alemán Liebfraumilch (leche de la mujer amada, le dijeron que se traduce) que espero tomar contigo alguna vez; en las canciones que duelen, en las páginas de los libros que no han sido leídos, en los poemas que nunca nadie escribirá, en días grises y oscuros como hoy que nos (me) hacen volar en busca del infinito para no morir de tristeza, de soledad”. Fin.