¡Urge!
Resulta casi inexplicable por qué las autoridades federales no han puesto mayor atención en la reparación del tramo de la autopista costera ubicado entre Tapachula y Mapastepec, y han permitido que pasen los meses sin que dos de los cuatro carriles sean reparados y reabiertos a la circulación vehicular.
Ya mi colega Rafael Victorio ha abordado el tema, pero es necesario insistir porque se trata de una de las principales vías de comunicación terrestre en la entidad, pues conecta con zonas muy productivas y con Centro América.
Cien kilómetros, desde Mapastepec hasta Tapachula, están cerrados quién sabe desde cuándo; sólo dos carriles están en uso, por lo que todo ese tramo deja de ser autopista para convertirse en una carretera de ida y vuelta, con todos los riesgos y atrasos que ello implica.
Supuestamente los dos carriles que se usan en el sentido de Tapachula hacia Mapastepec están en reparación, por lo que permanecen cerrados a la circulación, mientras que los que están en operación son los que se utilizan a la inversa.
Una de las preguntas que muchos automovilistas se hacen es por qué las autoridades responsables de las obras no han reparado por tramos la vía para evitar cerrar los 100 kilómetros completos, como se hace en estos casos.
Otro cuestionamiento es por qué el arreglo se ha demorado tanto tiempo, sabiendo que se trata de una vía que es utilizada por cientos y cientos de personas y que mueve el comercio del área.
Las zonas de la Costa y del Soconusco, ya se sabe, son dos de las más importantes económicamente hablando, pues ahí se cosechan muchos productos, como el mango y el plátano, por ejemplo, que son llevados al centro o tras partes del país.
Por esa autopista transitan también cientos de tráilers y camiones pesados que transportan diferentes mercancías de México hacia países de Centro América y Viceversa.
El cierre de los dos carriles ocasiona que el tráfico sea lento y que en lugar de una hora, recorrer ese tramo de cien kilómetros en automóvil particular lleve hora y media, lo que representa una pérdida de tiempo.
El problema podría revolverse si las constructoras repararan -y consecuentemente cerraran- tramos de 20 o 25 kilómetros, por decir algo y dejaran libre el resto, aunque a estas alturas eso no parece posible porque según parece, cuando menos las máquinas ya escarbaron o removieron el pavimento.
Antes de cerrar los dos carriles se pudo haber parchado las partes menos destruidas para que no se cerrara el paso a los vehículos y comenzar el arreglo de los tramos que estaban en peores condiciones.
Otra preocupación es que tampoco se ve que haya mucha maquinaria y trabajadores laborando en todo el tramo a reparar, por lo que el arreglo podría prolongarse un buen tiempo todavía.
Diversos sectores sociales afectados por tal situación ya han protestado, pero hasta la fecha no ha habido una respuesta contundente, por lo que es necesario insistir ante las autoridades competentes para que agilicen los trabajos y contribuyan a un mejor desarrollo de la zona.
Poco falta para que comience la temporada de lluvias, por lo que es necesario aprovechar esta etapa de seca para que aceleren las obras, si no después será más complicado todavía.
Ojalá, pues, que las autoridades escuchen el clamor de los usuarios de esa vía que comprende cuatro carriles desde Tapachula hasta Arriaga, pero que por ahora, sólo 150 kilómetros tienen en uso los cuatro carriles, como autopista que es.
Y para colmo, los transportistas que llevan mercancías a países de Centro América o que traen de allá para acá, tienen ahora el problema de las caravanas de migrantes, que han entorpecido el paso por la frontera, con las consecuentes pérdidas económicas.
El puente internacional Rodolfo Robles, por ejemplo, ha permanecido cerrado varios días, desde que el pasado fin de semana cientos de indocumentados intentaron ingresar ilegalmente a México.
Las constantes amenazas de nuevos ingresos de estos grupos mantienen en zozobra el área, por lo que las autoridades prefieren tomar precauciones y cerrar algunos pasos.
Habrá que ver qué pasa de ahora en adelante, luego de que ayer la policía detuvo a la mayoría de los centroamericanos que entraron ilegalmente por el río Suchiate, con la intención inicial de llegar a Tapachula y de ahí continuar hacia el norte del país.
Parecería que la policía había sido sorprendida, pero al parecer se trató de una estrategia dejarlos ingresar para detenerlos ya en territorio mexicano, con la finalidad de evitar lo que pasó el lunes, que se les impidió seguir apenas cruzaron el río y luego se regresaron a Tecún Umán para reorganizarse.
Ahora, en cambio, fueron detenidos la mayoría y lo más probable es que serán deportados a sus países de origen, lo que implica que no tan fácilmente puedan regresar hasta la frontera de México para intentar meterse a la fuerza otra vez.
Ojalá ahora entiendan el mensaje del gobierno mexicano de que no les permitirá el libre tránsito para que lleguen a la frontera norte y se internen en Estados Unidos, no sólo porque es un asunto de legalidad, sino porque la presión del presidente Donald Trump es cada vez más fuerte porque necesita hacer campaña con ese tema para tratar de reelegirse en noviembre próximo.
Los países expulsores, desgraciadamente, nada o poco hacen por evitar el éxodo de sus habitantes, y dejan que México cargue con todo el peso del problema de la migración. Fin.