Entrampados

Sin un líder que tome las riendas y lo conduzca a buen puerto, el gobernante partido Morena parece un barco a la deriva, entrampado en su intento de renovar su dirigencia nacional.

Son ya varios intentos de un grupo por tratar de nombrar a la nueva dirigencia, pero hasta la fecha no lo ha logrado porque las fracciones internas están confrontadas tratando de sacar ventaja para colocar a uno de los suyos como dirigente.

Apenas el domingo, un grupo que convocó a un Congreso Nacional Extraordinario eligió al diputado federal, Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente del Comité Ejecutivo Nacional de Morena por un período de cuatro meses, con la encomienda de que emita la convocatoria para nombrar una dirigencia definitiva y cumplir con las resoluciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

La pregunta es qué tan válido es el Congreso porque la dirigente nacional, Yeidckol Plenvski estaba en contra de la reunión y declaró que el partido no se apegó a la legalidad y a los estatutos, además de que el CEN es el único órgano de dirección del partido que puede establecer los lineamientos para el cambio de dirigencia.

Es decir, si la dirigente y Ramírez Cuéllar y su grupo no llegan a un acuerdo político, el nuevo líder estará en el aire y podría no ejercer el cargo para el que una parte de sus compañeros lo eligió el domingo.

El problema no radica tanto en que el exdirigente del movimiento El Barzón pueda o no dirigir y lograr cierta unidad en Morena, sino qué tan legal fue su elección como para que no se caiga en los próximos días o semanas, porque las zancadillas entre sus dirigentes están a la orden del día.

De verdad que parece increíble que después de tantos meses los morenistas no puedan ponerse de acuerdo para renovar su dirigencia nacional. No es posible que imperen los intereses personas y grupales antes que el bien del país y del propio partido. ¿Dónde están los principios éticos que todos sus dirigentes dicen defender? Así como está, ese partido no le hace ningún bien a la llamada cuarta transformación que pretende cambiar la vida pública del país ni al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Las disputas internas en Morena hacen recordar al Partido de la Revolución Democrática (PRD), que toda la vida estuvo envuelto en jaloneos que lo mantuvieron dividido y lo fueron debilitando al grado casi de desaparecer en la pasada elección presidencial. Claro que no fueron sólo sus pleitos entre corrientes lo que lo acabó, sino los intereses mezquinos de muchos de sus dirigentes que se aliaron con la derecha para acabar de amolar al país.

En el fondo, ya se sabe, lo que está en juego desde ahora son los intereses por la candidatura presidencial de 2024 en ese partido, pero deben de entender que faltan todavía cuatro años para que comiencen a darse las definiciones.

Desde luego que antes de ese año está el proceso electoral intermedio de 2021, en el que estarán en juego muchas candidaturas a alcaldías, diputaciones locales y federales y en estos años algunas gubernaturas.

Para fortuna de Morena, sus adversarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del Partido Acción Nacional (PAN) y el PRD, todavía no se reponen de la paliza que sufrieron en las elecciones presidenciales de 2018 y no se ve por dónde podrían ser una competencia real para los comicios venideros.

Ojalá que en Morena se decidan de una vez por todas a ponerse de acuerdo para evitar seguir dando ese espectáculo que en nada le ayuda al país ni al presidente.

Mientras tanto, después de una semana intensa y de tensiones, la frontera ubicada en el Suchiate ha vuelto a la normalidad de los días sin caravanas ni grupos de migrantes que alteren la vida diaria.

En las márgenes del río Suchiate, que divide a México de Guatemala, disminuyó desde el fin de semana la presencia de agentes de la Guardia Nacional y del Instituto Nacional de Migración, así como de la Secretaría de la Defensa Nacional con relación a los días anteriores, respecto a los días anteriores.

Muchos de los indocumentados que se dispersaron entre el monte luego de las operaciones de la policía lograron llegar a albergues ubicados en Tapachula, donde esperan tramitar un permiso para trabajar.

En el río sólo se observa el ir y venir de balsas con productos de un lado a otro que comercian los residentes de ambos lados de la frontera, pero no se mira que pasen migrantes.

“Yo creo que quedaron asustados después del operativo del lunes aquí en el río y del de ayer en Frontera Hidalgo porque Migración detuvo a muchos que entraron sin permiso”, dijo un hombre que habita cerca del afluente.

Apoyados por agentes de la Guardia Nacional y elementos del Ejército Federal, los pocos agentes del INM que se mantienen en la ribera del río están siempre atentos a que nadie cruce de manera ilegal.

“Siempre queda así de muerto después de las trifulcas que originan las caravanas y la policía detiene a sus integrantes”, comentó un hombre que vende aguas cerca del llamado paso del Limón, el más transitado.

 “A nosotros sí nos afecta mucho esta situación, porque además, desde que empezaron esas caravanas los agentes del INM les piden documentación a los vecinos del otro lado”, dijo. “Ahorita está calmado”, se lamentó el hombre, quien contó que un guatemalteco acudió el viernes como de costumbre a vender lámparas y entregó su identificación a un agente del INM y cuando quiso regresar a su país no se la regresó sólo porque se dirigió a él como “patrón”.

Comentó que el agente mexicano le contestó muy molesto: “No me digas patrón; dime oficial”, y enseguida se marchó sin regresarle el documento. Así están las cosas en aquella zona fronteriza. Fin.