Se atizó el fuego

Esto ya parece la Tremenda Corte, de Tres Patines. Qué relajo se ha vuelto -no es para menos- con el caso del general Salvador Cienfuegos, exsecretario de la Defensa Nacional (Sedena), luego de su liberación en Estados Unidos y su exoneración en México. Esto último es lo que ha detonado todo un debate y dimes y diretes entre las autoridades de ambos países. 

Las de México prácticamente descalificaron las investigaciones realizadas por las del vecino país del norte, y éstas, a su vez, protestaron por lo mismo.  

El asunto ha escalado tanto, que el titular de la Fiscalía General de la República (FGR), Alejandro Hertz Manero, ha dicho que el caso podría terminar en tribunales internacionales, lo que, desde luego, no conviene a ninguna de las partes, que no tienen nada que ganar.  

La DEA se ha indignado por la descalificación de su investigación y ha aprovechado para amenazar con demandar al gobierno mexicano, además de advertir que ello pone en riesgo la cooperación y la confianza que tenía, ambas una farsa, en parte.  

Para nadie es un secreto que ésta y otras agencias de seguridad de Estados Unidos se dedican muchas veces a crear delitos con fines políticos. Ahí está la impresentable CIA, por ejemplo, que históricamente ha intervenido en muchos países no sólo para desestabilizar sino para propiciar y organizar golpes de Estado. 

Es mentira que la DEA sea una agencia pulcra en sus investigaciones, a pesar de que siempre ha tratado de hacer creer lo contrario, ya que muchas veces están ligadas a los intereses políticos de su gobierno. 

El tema del general debe de ser aprovechado por el gobierno mexicano para presionar con el fin de que se establezca una nueva relación de trabajo con otras reglas con la DEA y otras agencias de seguridad de Estados Unidos, que en los recientes sexenios hacían y deshacían en el país, con el consentimiento explícito o implícito y/o agandalle, como acostumbra a hacerlo en la mayoría de naciones del orbe. 

Quién sabe si el presidente Andrés Manuel López Obrador estaba consciente -o a la mejor por eso lo hizo precisamente- de todo lo que generaría hacer público el expediente que los gringos le armaron a Cienfuegos, pero el asunto ha dado y dará mucho de qué hablar todavía. Como dijo un colega: “El fuego del general no se ha apagado”. 

Era lógico que, a la DEA, y al gobierno del vecino del norte, no le iba a gustar que la exhibieran, pero si en verdad el expediente fue armado con deficiencia y hasta mala leche, era necesario hacerlo, porque de lo contrario, no se iba a entender por qué las autoridades mexicanas lo exoneraban. Si realmente el general es o no inocente, eso es otra cosa. 

La coyuntura es propicia, inmejorable, para que el gobierno de México presione para que en el actuar de la DEA se establezcan nuevas reglas del juego, ya que el miércoles tomó posesión el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que eventualmente tendría una visión con un matiz distinto.  

Desde luego que los opositores de López Obrador se frotan las manos pensando que habrá una mala relación, lo cual no es muy probable, pues ambos son políticos y de alguna forma se van a entender, aunque por su poder, el vecino tratará siempre de sacar ventaja. Habrá el entendimiento necesario para que las cosas caminen más o menos bien. Si no, al tiempo. 

Otro tema que ha generado confrontación y debate en los días recientes es el de las vacunas, luego de que a petición de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), México aceptó que se retrase algunas semanas el envío de 200 mil vacunas de Pfizer, para que países pobres accedan de ellas. 

México no tenía autoridad moral para rechazar un pedido como ese, ya que fue el que al inicio de la pandemia propuso, y la ONU aceptó, que todos los países tuvieran acceso a la vacuna y que no fuera acaparada por las naciones ricas. De tal forma que no le quedaba más que ser congruente y el primero en aceptar el retraso en el envío de las 200 mil dosis. Tampoco hay que olvidar que fue el primero de América Latina en obtener las dosis. 

Como era lógico, a muchos, a los opositores al gobierno, principalmente, no les gustó la decisión y de una manera egoísta argumentaron que cómo es posible que no se atendiera primero a los mexicanos y se cediera parte de las vacunas a habitantes de otras naciones. Ya se sabe que todo lo que diga y haga o deje de hacer el gobierno de la llamada cuarta transformación, será motivo de comentarios. 

PICOTAZOS. Quién sabe qué pasó que el precio del gas doméstico se disparó en los meses recientes. El cilindro de 30 kilogramos cuesta casi 600 pesos, como hace tres años. Se había mantenido más o menos estable, luego de que bajó, pero nuevamente aumentó de una forma desmedida en comparación con la inflación. El presidente Andrés Manuel López Obrador prometió ayer, que el lunes próximo, el titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Ricardo Sheffield Padilla, dará información al respecto. Lo importante es que tomen cartas en el asunto y baje el precio de este producto de primera necesidad porque está afectando la economía de la población, sobre todo ahora que se están resintiendo de manera grave las consecuencias de la crisis económica generada en parte por la pandemia de Covid-19… De verdad que da pereza y pena ajena escuchar a algunos periodistas u opinadores preguntar-alabar al presidente en las conferencias mañeras. A veces son más largas las preguntas-comentarios que las respuestas del declarante. Y lo más penoso: Varios, sobre todo los jóvenes, leen las preguntas en sus teléfonos móviles, lo que significa que alguien se las mandó escritas y no tienen la capacidad de hacerlas por sí solos. Un auténtico reportero acude a algunos apuntes para preguntar, cuando se trata de cifras o de nombres, pero nunca las lee. Cuando sabe qué va a preguntar, lo tiene muy clara en la cabeza. Pero, en fin, de todo hay. Fin