La polémica que faltaba

Lo que muchos temían sucedió finalmente: el presidente Andrés Manuel López Obrador se contagió de Covid-19, según él mismo publicó el domingo a través de sus redes sociales, aunque aclaró también que tenía síntomas leves. 

Por más cuidados que tuviera era bastante probable que contrajera el virus, debido a que desde hace varios meses encabeza giras de trabajo por todo el país -incluso fue a Estados Unidos el año pasado, cuando estaban fuertes los contagios- y reuniones con integrantes de su gabinete, lo que significa un alto riesgo de contraer el bicho. 

Como es natural, la noticia ha generado todo tipo de comentarios y especulaciones, desde quienes están realmente preocupados por su salud y por el riesgo que representa para el país un eventual desenlace fatal, hasta quienes han tomado la noticia con cierto escepticismo. Inclusive, no ha faltado quien en redes sociales le desea un mal. A ese grado es el odio que le tienen. 

No faltará quien piense que a la mejor ya se vacunó y que la noticia de su contagio no es real; que es una estrategia para no dar la cara cuando el repunte está a todo lo que da o quien sabe cuántas cosas más. Sobre esto último no habría muchas bases, pues López Obrador está acostumbrado a enfrentar cualquier situación. Si algo no se le da es quedarse callado. 

Algunas personas le reprochan que no se haya vacunado cuando ya existe el medicamento, lo tenía a la mano y pudo fácilmente disponer de una dosis, pues se trata de un jefe de Estado y por lo mismo está obligado a proteger su salud al máximo. 

Sin embargo, fiel a su estilo de gobernar y de su forma particular de ser, desde el inicio dijo que él se vacunaría cuando llegara su turno, según las prioridades por edad o profesión, definidas por las autoridades de salud (primero los trabajadores de salud que están en la primera línea combatiendo la Covid-19). 

Bajo esas premisas, a él todavía no le toca el turno de vacunarse, por lo que está esperando el momento indicado para hacerlo, que según el calendario podría ser hasta marzo, en caso de que continúe el envío de inoculantes como está programado. 

De alguna forma parece inexplicable que con tanta actividad pública desde que comenzaron los contagios en febrero del año anterior, López Obrador se hubiera salvado tantos meses. Pero finalmente el bicho lo alcanzó antes de vacunarse. 

El presidente es en teoría una persona de riesgo por edad y sus problemas cardiacos, aunque es un hombre fuerte que hace ejercicio y no tiene vicios -cuando menos no se le conocen- como fumar o tomar alcohol, lo que abona en favor de su organismo. Sin embargo, nunca se sabe cómo ataca ese virus destructor que está acabando con cientos de miles de vidas en todo el mundo. 

Una de las ventajas de un jefe de Estado, como en este caso, es que puede disponer de los mejores equipos médicos humanos y materiales para una inmejorable atención. 

No se sabe de ningún presidente que haya fallecido a causa de Covid-19, a pesar de que se han contagiado algunos de ellos como Boris Johnson, primer ministro de Inglaterra; Jair Bolsonaro, presidente de Brasil o Donald Trump, de Estados Unidos, aunque este último fue más cuestionado por la presunta rápida recuperación. 

Habrá que esperar qué sucede con Andrés Manuel y cómo evoluciona su salud los próximos días. Mientras tanto, será la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien encabece las conferencias mañaneras para informar a la sociedad sobre todos los temas relacionados con el gobierno, y con la finalidad de no dejar ese espacio vacío que pudiera ser llenado por los opositores.  

Ojalá que por el bien propio y el del país, aunque una minoría piense lo contrario, el mandatario recupere pronto su salud y que no le deje secuelas graves para que pueda desempeñar el cargo satisfactoriamente hasta 2024, como está programado. 

Ayer se anunció también que Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, se contagió también de Covid-19 desde hace una semana y aparentemente evoluciona favorablemente. Valga decir que el empresario es cercano a López Obrador y que en teoría tuvo todos los cuidados para evitar el contagio. 

En realidad, casi nunca se sabe cómo se puede contraer el virus. Ahí está el caso del periodista coleto Hugo Isaac Robles Guillén, entrañable amigo y excelente compañero de oficio, que desde la madrugada del domingo se encuentra internando e intubado, luchando por su vida. Son miles de personas que están orando (no pocos llorando) y pidiendo a Dios que se recupere. Hugo es todo un ícono de los noticieros radiofónicos de San Cristóbal. Es estimado por muchísimas personas. Desde este espacio deseamos con toda el alma que pronto recupere su salud y regrese a los micrófonos de la emblemática WM. 

Otro colega comunicador que está grave es Francisco Narváez Pineda (también su hermano Humberto), cercano a Hugo Robles, quien por décadas también ha estado frente al micrófono en San Cristóbal como locutor. Hacemos votos por su pronta recuperación. 

Es cierto. Los tiempos actuales corren veloces como el virus que tanto daño ha causado. Las noticias desagradables se suceden una tras otra. Apenas el sábado 23 de enero nos enteramos de la triste noticia del fallecimiento de José Antonio Hernanz Burguete, extraordinario amigo, por causas relacionadas con el corazón. Tuve la fortuna de conocerlo hace muchos años, pero antes supe de su padre, Joaquín Hernanz, propietario de la Segoviana, conocida tienda que se ubicaba al inicio de la calle Real de Guadalupe. Tono Hernanz fue regidor dos veces y gran parte de su vida la desarrolló como empresario de los ramos turísticos y textil. Vayan desde este espacio un abrazo fraterno y las condolencias a su esposa Maripaz Soriano, a sus hijos Mónica y Tonito, así como a sus nietas Jimena y María José, además de sus hermanos y demás familiares. Descanse en paz. Fin