Se apagó la reforma eléctrica

Desde hacía algunas semanas la suerte estaba echada y si no sucedía el milagro que no ocurrió, la oposición le metería zancadilla al presidente Andrés Manuel López Obrador al no aprobar la reforma energética, una de las prioritarias de su gobierno que buscaba beneficiar al país, no a los grandes empresarios nacionales y extranjeros.  

Ello quedó de manifiesto cuando casi una semana antes del oscuro domingo en que la oposición apagó la reforma eléctrica que contaba con un amplio respaldo popular, anunció que si en la Cámara de Diputados no pasaba su iniciativa de reforma eléctrica en beneficio de la mayoría de los mexicanos, enviaría una para proteger el litio. “Estamos blindados contra la traición”, dijo. 

Pero la derrota política que el domingo sufrió el presidente se incubó en realidad en las elecciones de junio del año pasado cuando Morena, el partido gobernante, no fue capaz de mantener en la Cámara Baja la mayoría calificada junto con sus aliados, en parte por los desatinos de su dirigencia nacional. Junto con esos comicios, esta es la principal derrota para el mandatario desde que asumió el poder el 1 de diciembre de 2018. 

Como se dijo en su oportunidad, para tener una mayoría calificada (334 votos), Morena necesitaría 56 votos, ya que junto con sus aliados tiene 278. En teoría, podría obtenerlos mediante una negociación con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ya que del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano estaba mucho más lejano, pero no sucedió porque el tricolor decidió aliarse con la derecha del país y con los intereses extranjeros, antes que volver sus pasos a su origen. 

Como pocas veces, la iniciativa de reforma eléctrica atrajo la atención de millones de mexicanos, que estuvieron pendientes del curso de la discusión y de la votación que sucedió poco después de las 11 de la noche del domingo con 275 votos a favor de Morena y aliados y 223 de los legisladores agrupados en la coalición opositora Va por México. 

No cabe duda de que los ganadores con el rechazo de la iniciativa de reforma son empresas trasnacionales, empezando por la española Iberdrola, acusada de muchos abusos y gobiernos como el de Estados Unidos. Nadie en su sano juicio puede pensar que lo que beneficia al vecino país del norte y a los grandes empresarios puede beneficiar a los mexicanos, cuando a ellos sólo les interesan cuantiosas ganancias a costa de los recursos de los demás. ¿No es traición a la patria inclinarse por los intereses extranjeros antes que los nacionales? 

Con motivo de la discusión y votación del documento enviado por el ejecutivo ha habido muchas interpretaciones, desde la que especula con que lo que se buscaba es tener un pretexto para acusar de traidores a la patria a los diputados opositores, con el fin de armar un discurso rumbo a las elecciones de 2024, hasta quienes piensan que era la mejor forma de que se aprobara la reforma sobre la protección del litio, el oro blanco, más importante ahora que la energía eléctrica, pues ésta está a salvo con la reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sobre la reforma peñista de 2013. 

Es cierto, lo que se jugó el domingo en San Lázaro fueron dos visiones de país, y ganó la de las últimas cuatro décadas que se inclina por el neoliberalismo para favorecer a empresas y gobiernos extranjeros a costa de los recursos naturales de los mexicanos, es decir, del nacionalismo que a la oligarquía le parece trasnochado porque disminuya sus privilegios. 

La oposición está eufórica con la batalla, no la guerra, ganada en la Cámara de Diputados y casi piensa que con eso ya triunfó en las elecciones presidenciales de 2024.  

Posiblemente se equivoque porque no es lo mismo una votación de 500 legisladores (200 de ellos que ni siquiera fueron electos, pues llegaron por la vía plurinominal) que de decenas de millones de ciudadanos y está claro que si el PRI no se hubiera aliado el domingo 17 de abril con el PAN, el verdadero ganador de la votación, la reforma hubiera pasado. Está claro entonces: Si el PRI no se alía al PAN y al casi desparecido PRD en 2024, difícilmente la oposición triunfará, y por otra parte, el tricolor estaría firmando su muerte política si se inclina por esa opción. 

Una vez conocido el resultado de la votación, todo indica que en esta ocasión no hubo negociaciones de intercambio de favores con el PRI, que según diversas versiones pretendía asegurar su triunfo en las elecciones para gobernador que se realizarán este año en Hidalgo y quizá también en Tamaulipas. Si el partido el poder se negó a ceder en este tipo de negociaciones indignas y a dar millones de pesos a los legisladores, a pesar de la importancia de la reforma eléctrica, se habrá dado un paso muy importante en la moralización de la política. Significa, pues, que hay un cambio. Por lo demás, no todo lo puede ganar el que está en el poder, por más fuerza popular que tenga como en este caso.  

El tema de fondo en todo esto es si con el rechazo de la iniciativa de reforma gana o pierde el consumidor de energía eléctrica y qué tantos riesgos existen de que se incrementen los precios por el consumo en el futuro. 

Si algo hay que destacar de las discusiones y debates parlamentarios del día oscuro es que los diputados no llegaron a los golpes, lo que habla de que a pesar de la rispidez hubo cierta civilidad y no se dio un mal ejemplo al mundo, que hubiera sido desastroso para la imagen de México que atraviesa una fuerte crisis de violencia. Es cierto que hubo agresiones verbales y hasta jaloneos, pero no pasó de eso. 

La oposición celebra su triunfo como si hubiera ganado las elecciones presidenciales de 2024, pues piensa que resucitó justamente el domingo de resurrección, pero posiblemente los votantes se lo cobrarán en las urnas. Ya se verá. 

Picotazos. Con la muerte de Rosario Ibarra de Piedra, ocurrida el fin de semana, se cierra un ciclo de la lucha en contra de los desaparecidos en México, pues durante más de cuatro décadas fue un símbolo nacional e internacional, que comenzó con la búsqueda de su hijo Jesús Ibarra Piedra, desaparecido en 1975. Fue también un símbolo de la izquierda mexicana, sobre todo en la época en la que el partido único tenía el control (casi) de todo en el país. Fin