El Chiapas que nos heredaron

Los aquelarres del pasado

“Qué triste/Se oye la lluvia/En los techos de cartón”

Tiene ojos pequeños color café. Mirada taciturna. Agustín me dijo sin titubear: “Voy a seguir estudiando. Quiero ser médico para ayudar a mis paisanos”. Es mañana de primavera en la bella capital. Agustín bolea mis zapatos a espaldas de la catedral de San Marcos. Como cada hora, están por salir los apóstoles de ese imponente templo dominico que es vigía celoso e incólume de la tuxtlecada.

Arvenza Uno está situado a unos 5 kilómetros de la cabecera municipal de San Juan Chamula. Era habitado por 585 nativos que hablan la lengua tzotzil y, mucho tiempo, envuelto en una lucha fratricida por la escisión religiosa.

Ahora de 17, Agustín se quedó sin padre a los nueve años. En un español trompicado mientras lustra los zapatos de su cliente número 5, confiesa que tuvo una revelación: el santo patrono y protector del pueblo, San Juan Bautista, cuya celebración es el 24 de junio, se le apareció para decirle que dejara de sufrir porque Él estaba al lado de su madre que, meses antes, había fallecido en condiciones extrañas. Le susurró al oído emprender el vía crucis.

Un 11 de julio Agustín se levantó a las 4:30 de la madrugada. Su tía Jacinta, que vive a un kilómetro de distancia, fue despertada por los fuertes golpes que Agustín daba a la puerta de madera de aquella casa construida de adobe y lámina de cartón, muy derruida como la mayoría de las viviendas de San Juan Chamula, esa mágica tierra que Rosario Castellanos inmortalizó en su Oficio de Tinieblas.

Después de llorar abrazado de Jacinta, en una arcaica talega Agustín echó sus exiguas pertenencias. En ella, también sus sueños. Se la colgó al hombro. Se persignó frente a las imágenes de San Juan Bautista y de la Virgen de Guadalupe. Ya no se despidió de nadie más. Tomó por asalto el camino a San Cristóbal y sólo volteó una vez porque, si lo hacía de nuevo, afirma, probablemente la nostalgia le obligaría a regresar.

Café Las Paraguas…

Agustín vive en el chamizo de Pedro, igualmente nativo de San Juan Chamula. Son amigos. Es lo más alto de la colonia Jardines del Norte, en las faldas del Cañón del Sumidero, acechados por perros salvajes, víboras y alacranes y desde donde, tímidamente por las noches, suelen observar los destellos de las luces de neón de la ciudad.

No tienen televisión. Los domingos, en un pequeño radio escuchan música tropical o a Chayito Valdez en la XEUD. Algún fin de semana comen sopa nissin de camarón o pollo. Es para ellos un manjar. Una comida especial.

Arrebujado en un pantalón de mezclilla generoso en remiendos, una camisa de color sombrío y huaraches de correa, Agustín sostiene que se levanta a las seis de la mañana y regresa a su morada cerca de las ocho de la noche con poco menos de 60 pesos en los bolsillos. Su principal mercado de trabajo es el parque central, cerca de Las Paraguas, un emblemático lugar rico para el café y la chorcha.

Agustín forma parte de las estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) que afirman que la pobreza en Chiapas se incrementó de un 77.0 a un 78.4 por ciento. En los últimos tres sexenios. En números globales, nos heredaron 204 mil 324 pobres más.

Escandón Cadenas

La prosperidad tan cacareada en el pasado representó una utopía que hoy brota con acrimonia cuando nos enteramos de historias como la de Agustín. En dígitos duros, el 30 por ciento de la población de la entidad no cuenta con ingresos necesarios para adquirir la canasta básica; es decir, más de un millón y medio de chiapanecos vive con carencias alimentarias y aquí están los diez municipios del país que registran índices más altos de desnutrición.

Ese es el Chiapas que nos dejaron. Por eso valoramos los esfuerzos del gobernador Rutilio Escandón Cadenas en el combate al flagelo de la pobreza. Sin detenerse en lamentaciones, eso sí, siempre con un mensaje agudo y taxativo, Escandón trabaja con visión, talento y destreza en esta colosal tarea. Vaya que la es. Y, lo más importante, tiene el respaldo del presidente Obrador.

Whisky, vedettes y gigolós

Mire, y quizá usted lo sabe porque el cotilleo se propaga sin control como chisme de barrio, aquí los escándalos y excesos del poder no tuvieron límites. Fulanas, mesalinas y gigolós participaban en los célebres e infames jolgorios. Evocaron las orgías de la época romana.  

Conocido como El Chamula, el avión gubernamental sirvió para viajes de placer, pero se negó a papás de los niños internados en el hospital K de Comitán. 33, lamentablemente, perdieron la vida. Gobernantes, y toda la clase política de antaño, sufrían de aporofobia, que es una aversión y desprecio hacia los pobres. La deuda es otro tema atroz. Al menos durante cinco décadas, cada chiapaneco estaremos pagando mil 717.1 pesos mensual.

Qué cosas…