“Las religiones son el opio de los pueblos”: Marx.

Las trampas de la fe

Josué Pérez Pardo

Es de noche. Don Quijote y su escudero, Sancho, van entrando al pueblo de Toboso en busca de Dulcinea. Pero no hallan el palacio de la hermosa doncella. Se tropiezan con otra cosa. Entonces don Quijote le dice: “Con la iglesia hemos topado, Sancho”.

4 de diciembre de 2010. Medio día. Casi en el éxtasis, el pastor Josué Pérez Pardo exclamó: “Estamos aquí para pedir a Dios por su vida”. Iniciaba así un vergonzoso panegírico al gobernador en turno de quien reconocía su humildad y capacidad para gobernar.

Al gobernador, Pérez Pardo le afirmó que ‘hablaría’ con Dios para pedir por él. Circunspecto como es, el gobernador sólo escuchó sin aspavientos. Los aduladores son lobos rapaces y el peor error que puede cometer un político es caer rendido al halago empalagoso. Es trampa mortal.

Josué Pérez Pardo se vende entre sus incautos seguidores como un rescatador de almas, hombre puro, dador de luz en la oscuridad, siervo de Dios. Ese discurso le ha granjeado mucho poder político y económico.

De la vida paupérrima que llevaba en Villaflores, de donde es originario, no quedan ni vestigios. Hoy es un tipo acaudalado, con dinero suficiente para mandar al hijo (Sunny Themeni Pérez Gutiérrez) de vacaciones a Asia, Europa o a Dubái.

Y Sunny Themeni no tiene el cuidado de guardar la discreción obligada, pues hace alarde de su riqueza en redes sociales. En el Facebook vulgariza sus viajes y los lujosos obsequios del padre, en una franca ofensa a la congregación evangélica justamente aquí en donde la pobreza todavía es alarmante.

Contrario al ejemplo de Jesús que catequizaba con túnica y huaraches, Pérez Pardo usa elegantes guayaberas o ropas casuales y zapatos confeccionados de ganado vacuno. Se cree poseedor de la teofanía divina.

En nombre de Dios, bautiza en las aguas de Boca del Cielo y, en plena pandemia, desafió protocolos de salud para realizar congregaciones multitudinarias.

Inicios

Procedente de su natal Villaflores, el tormentoso pastor llegó a Tuxtla Gutiérrez al inicio de la década de los ochenta. Lo primero que hizo fue improvisar una galera como iglesia en la colonia Obrera, en el lado sur oriente de la capital, exactamente en la 14ª. Sur y 7ª. Oriente.

A la sazón le escuchaban solo cuatro feligreses, pero, en día, se calcula representa a diez mil evangélicos diseminados en todo Chiapas que aportan el diezmo en cada culto.

¿Cuánto tributan en un mes? Ahí está también la oscura historia de Naasón Merari Joaquín García, quien se hacía llamar “Apóstol de Jesucristo en la Tierra”.

A aquel templo construido con techo de láminas, Pérez Pardo lo llamó Jesús es el camino. Según investigaciones periodísticas, por esos rumbos Pérez Pardo habría adquirido un terreno en 9 millones de pesos que, se supone, salieron de las aportaciones de los ingenuos creyentes. Ya no hay rastro de la modesta iglesia en la que predicaba llegando de Villaflores.

Ligas

Enredado en broncas judiciales y ligado a la cúpula del poder en la época de Pablo Salazar Mendiguchía, de quien todavía es testaferro, Pérez Pardo desbordó su ambición política con Rafael Guirao Aguilar, el ex alcalde de Chilón y luego diputado federal que, pregonaba, sería el sucesor de gobierno en 2018.

Guirao y Pérez Pardo amarraron turbias alianzas políticas que las desnudaron en enero de 2014 cuando, de pronto, se colgaron enormes espectaculares en el centro de Tuxtla repudiando el derecho de los homosexuales a su albedrío.

Y aún se les deseaba la muerte con la sentencia “La paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23). El contubernio fue inocultable porque en la propaganda de odio se exhibía un logotipo de la organización Chiapas Verde, “propiedad” de Guirao Aguilar y con la que, a su vez, hizo una sospechosa campaña publicitaria que lo catapultaría a 2018, según le pronosticaban sus psíquicos.

El costo de la campaña de discriminación (que también se pagó en algunos camiones de transporte público del popular ‘Conejobús’), salió del erario del ayuntamiento de Chilón, de donde Guirao se desempeñaba como alcalde.

No obstante que, entonces, Chilón era uno de los 10 municipios de México con el mayor número de personas en situación de pobreza extrema, según cifras del Coneval.

Pérez Pardo usó la hegemonía de las iglesias que representa para embeber de ficticia autoridad moral al exalcalde Guirao que, antes de andar en la política, era un bravucón saca-bolos del antro Las Velas, de San Cristóbal de Las Casas.

El tema del tempestuoso pastor Pérez Pardo da para más porque, como bien lo dijo Marx: Las religiones son el opio de los pueblos.